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Netanyahu insiste en que se marque una “línea roja” a Irán

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, asegura ante la Asamblea general de la ONU que Irán tendrá capacidad para fabricar una bomba nuclear en verano El presidente palestino, Mahmud Abbas, busca el reconocimiento de Palestina como Estado observador

Netanyahu emplea un gráfico para expresar sus temores sobre Irán.
Netanyahu emplea un gráfico para expresar sus temores sobre Irán.Seth Wenig (AP)

Las intervenciones de los líderes palestino e israelí hoy ante la ONU evidenciaron la falta total de entendimiento entre sendos bandos del enquistado conflicto de Oriente Próximo. Israel acudió con un objetivo declarado: convencer al mundo del peligro que supone para el Estado judío el programa nuclear iraní y de la necesidad de actuar. Los palestinos llevaron un mensaje bien distinto: el fracaso de las negociaciones de paz con Israel no va a frenar sus aspiraciones de tener un Estado independiente, sino que están dispuestos a probar otros caminos.

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El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, apenas pasó de puntillas por la cuestión palestina. Dedicó en cambio su intervención a explicar la estrategia a la que a su juicio debía sumarse el resto de la comunidad internacional para frenar el programa nuclear iraní. Rotulador en mano, Netanyahu ilustró a la audiencia con una detallada explicación de los progresos del régimen de Teherán en relación al enriquecimiento de uranio necesario para fabricar una bomba nuclear. El primer ministro israelí detalló por primera vez cuál debe ser la línea roja o el ultimátum que cree es necesario fijar. Netanyahu dejó entrever, que una vez superada esa línea roja, todas las opciones están sobre la mesa, incluido el ataque.

El ultimátum en cuestión debe fijarse según el dibujo de Netanyahu, en el momento en el que el régimen de Teherán esté “a unos meses, sino a semanas” de poder hacerse con la bomba atómica. Irán alcanzará esa fase en la primavera o como máximo en el verano, según los cálculos del primer ministro.

Teherán asegura que sus progresos en el campo de la energía atómica tienen un fin exclusivamente civil, mientras que Israel, -el único país de Oriente Próximo con armamento nuclear aunque no declarado oficialmente- asegura que no permitirá hacerse con la bomba nuclear a un país que se manifiesta abiertamente hostil al Estado judío. El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad ha aprovechado su presencia esta semana en Nueva York para referirse a os israelíes como “sionistas incivilizados” y para hablar de la “eliminación” de Israel.

Con su intervención, Netanyahu volvió a marcar distancias con Estados Unidos, cuyo Gobierno ha dejado claro que tampoco permitirá que Teherán se haga con al bomba atómica, pero también que no es partidario de fijar ultimatos. Aún así, Netanyahu tendió la mano a Obama y habló de los esfuerzos conjuntos de ambos países.

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El presidente palestino, Mahmud Abbas, dedicó en cambio su intervención casi en exclusiva a Israel. Anunció que la Organización para la Liberación de Palestina “ha dado comienzo consultas intensivas con Estados y bloques regionales con el objeto de que la Asamblea General adopte una resolución en la que reconozca a Palestina como Estado no miembro en Naciones Unidas”. La propuesta de Abbas significa en la práctica que Palestina pasaría a ser un Estado observador en la ONU; un estatus similar al de El Vaticano. Significa además, que Palestina podría formar parte de las agencias de la ONU e incluso llevar a Israel ante la justicia internacional si quisieran.

Los palestinos confían en tener la mayoría necesaria para lograr el reconocimiento y piensan que se trata de un paso más hacia la creación de un Estado independiente palestino en el futuro. Son conscientes de que un reconocimiento como el que proponen no supone ninguna revolución, sino más bien un paso más encaminado a lograr su objetivo.

Prueba del calado de la estrategia diplomática palestina es el enfado que provoca a israelíes y estadounidenses, que dicen que el año pasado, tras una iniciativa similar, insistieron que solo aceptarán un Estado palestino que nazca fruto de unas conversaciones de paz entre ambas partes. Hace más de dos años que dichas negociaciones se encuentran en punto muerto.

Ante la ONU, Abbas dijo hablar en nombre de “un pueblo enfadado” y advirtió del riesgo de “colapso de la Autoridad Palestina, cuya existencia peligra”, a su juicio, por culpa de Israel. El presidente palestino dedicó además buena parte de su intervención a condenar los ataques de los colonos israelíes a la población y las propiedades palestinas.

Más de medio millón de colonos israelíes viven actualmente en los territorios palestinos; un número que crece año tras año. El propio secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, advirtió el martes ante la Asamblea General que la llamada solución de dos Estados –uno palestino y uno israelí conviviendo en paz con fronteras comunes- está más en peligro que nunca debido al crecimiento de los asentamientos.

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