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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La guerra no tendrá lugar (por ahora)

Turquía insiste en que no abrirá un frente militar en el país vecino

Juan Carlos Sanz
Un grupo de manifestantes en el centro de Estambul que protestan contra una posible intervención armada turca en Siria.
Un grupo de manifestantes en el centro de Estambul que protestan contra una posible intervención armada turca en Siria.AFP

La lluvia de fuego de las baterías de artillería Tormenta, de fabricación surcoreana, que ha machacado en las últimas horas objetivos sirios no parece que vaya a incendiar, por ahora, la antigua tierra del norte de Mesopotamia. En primer lugar, porque el Gobierno de Turquía se ha apresurado a proclamar que la moción aprobada en la Gran Asamblea Nacional, que autoriza una operación militar contra Siria, no es una declaración de guerra, sino que sigue el modelo de las habituales incursiones —de ida y vuelta— del Ejército en el norte de Irak contra las bases de la guerrilla separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

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El segundo argumento es para la comunidad internacional. Turquía insiste en que no abrirá un frente militar en el país vecino —ni siquiera para establecer, como pretende, una zona tampón de seguridad en territorio sirio: una franja fronteriza en la que proteger a los más de 80.000 refugiados que han huido de la guerra civil— sin contar con el visto bueno de Naciones Unidas. Pero la insalvable división entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad —con EE UU, Reino Unido y Francia a favor de la intervención, frente a Rusia y China, que rechazan toda injerencia internacional— lo hace inviable. La solidaridad expresada con inusual celeridad por la OTAN con un país miembro difícilmente se traducirá, por lo demás, en una implicación directa de la Alianza a favor de Turquía entre el Tigris y el Éufrates.

Y tercero y último, pero no menos importante, Turquía no está interesada en desencadenar un conflicto con Siria porque ya tiene su propia guerra en casa. En lo que va de año, cerca de 150 miembros de las fuerzas de seguridad turcas y unos 240 guerrilleros del PKK han muerto en los alrededor de 2.000 enfrentamientos armados o atentados, según ha reconocido el propio primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.

El conflicto kurdo se ha recrudecido en Turquía desde el estallido de la rebelión contra el régimen de Bachar el Asad en marzo de 2011. El islamista moderado Erdogan lleva intentando pacificar el sureste de Anatolia desde su llegada al poder, pronto hará una década. Pero el flujo de armas y milicias que atraviesa la ahora porosa frontera con Siria (hasta hace apenas un lustro estaba sembrada de campos de minas y alambradas) ha reactivado la actividad guerrillera. Aprovechando un largo alto, el PKK puede haber trasladado a algunas de sus fuerzas desde las montañas Qandil —en la triple frontera de Turquía con Irán y Siria— hasta las llanuras fluviales del sureste turco.

El mayor pueblo sin Estado del planeta, los cerca de 30 millones de kurdos diseminados en los tres países antes citados, parece sacar partido de cada conflicto que estalla en la región. Los kurdos del norte de Irak ganaron la autonomía regional, aunque los del norte de Siria deberán esperar a negociar su estatuto con quién salga vencedor de la guerra civil.

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La guerra turco-siria no tendrá lugar, pero como apunta el director del Hurriyet Daily News, Murat Yetkin, “los vientos de guerra ya han empezado a soplar con fuerza y nadie sabe que pasará dentro de un mes tras la elección presidencial en EE UU”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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