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Al volante de la revolución

Nicolás Maduro, el delfín presidencial, es un antiguo chófer de autobús hecho a sí mismo

Nicolás Maduro saluda tras ser designado vicepresidente por Hugo Chávez, el jueves en Caracas.
Nicolás Maduro saluda tras ser designado vicepresidente por Hugo Chávez, el jueves en Caracas. LEO RAMIREZ (AFP)

Cada vez que el nombre de Nicolás Maduro sonaba con fuerza como posible sucesor de Hugo Chávez entre las filas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el presidente-comandante recordaba en sus discursos el pasado de Maduro como conductor autobuses. El pasado 10 de octubre, al nombrarlo vicepresidente, volvió a hacerlo. “Miren (por) dónde va Nicolás, el autobusero Nicolás. Era chófer de autobús en el metro, y cómo se han burlado de él”, dijo entonces Hugo Chávez durante su proclamación como presidente reelecto. Antes, había pedido un aplauso para él: uno de sus hombres más leales.

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Nicolás Maduro (Caracas, 1962) comenzó su carrera política como militante de la Liga Socialista en sus años de estudiante de secundaria y a la vez era bajista de una banda de rock de adolescentes llamada Enigma. Durante la década de los 90 trabajó como chófer de las unidades de Metrobus, que complementan el servicio del Metro de Caracas, y llegó a ser presidente del sindicato de la empresa. Luego se hizo militante del Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200): una de las tantas formas que adoptó el movimiento político liderado por Hugo Chávez, tras dirigir un intento de golpe de Estado contra el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Maduro formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente en 1999 y al año siguiente, fue electo diputado del nuevo Parlamento unicameral. En enero de 2006, fue designado presidente del Poder Legislativo y pocos meses después, renunció para ser ministro de Relaciones de Exteriores de Hugo Chávez, cargo que ocupó hasta el 10 de octubre, cuando fue designado vicepresidente ejecutivo.

A Nicolás Maduro se le reconoce como el líder del ala civil más moderada de PSUV. Su esposa, la abogada Cilia Flores, fue también presidenta del Parlamento y vicepresidenta del PSUV, la segunda de a bordo del partido de Gobierno después de Chávez. Ambos acumularon gran poder dentro de la nomenclatura chavista hasta que el presidente-comandante sacó a Flores de la dirección del partido y la nombró Procuradora de la República. Sathya Sai Baba, el gurú indio fallecido en 2011, es el líder espiritual de la pareja.

Maduro es un hombre afable, carismático, paciente, que se ha hecho a sí mismo. Durante la campaña electoral que culminó con la reelección de Chávez para un cuarto mandato, se le vio conducir un par de veces el camión sobre el que viajaba el candidato-comandante en sus recorridos por el país. Mientras Chávez saludaba a su militancia con besos y sonrisas, en las fotografías se veía a Maduro aferrado al volante, con el ceño fruncido, como sometido a una última penitencia para demostrar su lealtad.

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