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Brasil emprende una ambiciosa campaña contra la discriminación

La presidenta brasileña prepara un ambicioso programa para integrar de lleno a negros, mestizos e indígenas en la sociedad del país sudamericano

Juan Arias
El juez instructor del caso de corrupción política 'Mensalão', Joaquim Barbosa.
El juez instructor del caso de corrupción política 'Mensalão', Joaquim Barbosa.EVARISTO SA (AFP)

Se trata de un empeño personal de la presidenta brasileña Dilma Rousseff: la reinserción auténtica de los negros, los mestizos e indígenas en la sociedad brasileña para dejar atrás años de discriminación.

El plan, anticipado hoy por el diario Folha de São Paulo, sería el colofón de una larga historia de racismo. Brasil fue el último país del mundo en abolir la esclavitud, en 1888. El proyecto abarca tres aspectos concretos: trabajo, educación y cultura y comunicación.

El Congreso había propuesto, hasta ahora, y por iniciativa del Gobierno de Rousseff, una ley según la cual la mitad de los ingresos en las universidades públicas serían destinados a becas e incentivos para los estudiantes negros, mestizos e indígenas. Estos grupos, que suelen pertenecer a las clases más pobres de Brasil, difícilmente pueden aspirar a un ingreso a la universidad (aun sea pública) sin un suplemento que cubra los costes de alimentación y traslados de los hijos. El plan que ha difundido hoy el diario brasileño es más amplio y abarca también el campo laboral y cultural, donde espera aplicar criterios de discriminación positiva. Por ejemplo, los negros y mestizos tendrán preferencia al momento de aspirar a un puesto en la administración pública, tanto en los cargos conseguidos por concurso como los designados. En la empresa privada serán creados incentivos para las que ofrezcan puestos de trabajo a estos grupos. Al mismo tiempo, las empresas que los discriminen serán sancionadas.

En el ámbito de la cultura serán creados incentivos del gobierno para productores culturales. La nueva ministra de Cultura, Marta Suplicy, ya ha adelantado programas especiales destinados a la población no blanca.

En el ámbito educacional las propuestas concretas son tres: seguir a los estudiantes de color después de su formación; ofrecer a los que hayan obtenido becas una ayuda económica durante su formación para que puedan suplir las carencias con las que puedan llegar a la Universidad, y reservar a ellos parte de las becas de Ciencias sin Frontera, un programa del Gobierno que financia estudios en el extranjero.

Los blancos son ya minoría en Brasil: representan un 47,7% de la población. Los negros, mestizos e indígenas constituyen un 50,7%.

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Las medidas ideadas por Dilma para acabar con la discriminación en Brasil llegan en el momento en que un negro, Joaquim Barbosa, ocupa los reflectores de la política nacional. Se trata de un magistrado del Supremo, juez instructor del escándalo de corrupción política llamado mensalão que está condenando a políticos de fama de cinco partidos del Gobierno. El primero de ellos, el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff y el expresidente Lula da Silva.

Barbosa es el primer presidente del Tribunal Supremo negro en la historia de este país y se está convirtiendo en un héroe nacional. Las orígenes pobres del magistrado, hijo de un albañil y de una empleada de servicio, y que trabajó mientras estudiaba como barrendero, lo han convertido en una leyenda parecida a la del expresidente Lula, hijo también de una familia paupérrima. La única diferencia es que Barbosa estudió y Lula, no.

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