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¿Por qué Estados Unidos vota en martes?

Algunas organizaciones relacionan la baja participación con el hecho de convocar los comicios a diario

Imagen del presidente William Howard Taft en Washington en 1913.
Imagen del presidente William Howard Taft en Washington en 1913.LOC (Bain News Service)

A diferencia de las principales democracias del mundo, Estados Unidos celebra sus elecciones en día laborable. Cada cuatro años, el primer martes después del primer lunes de noviembre, los ciudadanos buscan un hueco en su jornada laboral para acudir a las urnas, una condición que ha sido juzgada en repetidas ocasiones como causa de los niveles de participación más bajos de los países occidentales.

EE UU ocupa el puesto 138 de 172 países en porcentaje de participación electoral. Poco más de la mitad del electorado estadounidense, un 57%, participó en las últimas elecciones. El porcentaje ha crecido constantemente desde 1996, cuando apenas un 49% emitió su voto. En las polémicas elecciones de 2000, cuando el Tribunal Supremo acabó declarando ganador a George W. Bush frente a Al Gore, participaron el 51% de los votantes; tres años después, ascendió al 56%.

Sin embargo, la tradición ha podido con cualquier intento de modificar una ley de 1845 que estableció la fecha de las convocatorias, a pesar de que los votantes ya no dependan de carros de caballos para acercarse a la sede electoral. Hace casi dos siglos que se eligió el segundo día de la semana por un solo motivo: la mayor parte del electorado debía desplazarse a la capital del condado para emitir su voto en un trayecto que podía durar al menos un día. Como el sábado y el domingo no se podía viajar por motivos religiosos, se hacía en lunes y el martes quedaba reservado para votar. Noviembre fue el mes seleccionado porque había terminado la temporada de la cosecha.

Jacob Soboroff, director de la campaña “Why Tuesday?” -¿Por qué en martes?- ha presentado en repetidas ocasiones un proyecto de ley para modificar las normas y permitir que las elecciones se convoquen en fin de semana. Y para demostrar el “sinsentido” de mantenerlas en martes, siguió durante meses a los candidatos a las primarias republicanas para preguntarles ellos cómo mejorarían los niveles de participación del electorado. ¿Qué descubrió? Que Rick Santorum no sabe por qué las elecciones siguen celebrándose en martes, que Newt Gingrich tampoco -y no considera que el día elegido suponga un problema para la participación- y que Mitt Romney -ganador de las primarias- apuesta por tener candidatos que “sean interesantes e interesen al electorado” para animarles a votar.

Cuatro años antes, el todavía candidato y senador por el Estado de Illinois, Barack Obama, defendía que lo más importante es facilitar la participación de los ciudadanos. El ahora presidente y aspirante a la reelección hablaba de las opciones de voto por correo o el voto en persona por adelantado -como el que emitirá este jueves en Chicago- como ya han aprobado numerosos estados. Otros también ofrecen la posibilidad de registrarse para votar -la inscripción en el censo es obligatoria en EE UU- en el mismo día de las elecciones. Sin embargo, diversas organizaciones advierten que hasta 15 estados prohíben esta última opción, por lo que millones de personas que no pueden ausentarse de su trabajo, ni cumplen los requisitos para votar por correo, ven restringido su derecho a voto.

Según una investigación de The New York Times, además, el voto por correo es uno de los métodos menos fiables para participar en unas elecciones, ya que las papeletas tienen más posibilidades de quedar anuladas. Cerca del 20% de todos los votos se emiten por correo -bien porque el votante decide participar por adelantado o porque reside fuera de la ciudad donde se registró- y según el diario, este método se ha triplicado desde los años 80. En algunos estados como Washington y Oregón, casi la totalidad del voto se realiza por correo -97% y 98%, respectivamente. Pero a pesar de los beneficios que supone para la población, en otros estados diferentes organizaciones denuncian que el retraso en la llegada de las papeletas o su rechazo por supuestos errores pueden tener un impacto importante en el resultado final de las elecciones.

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