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La élite económica de Francia se rebela: exige menos cargas y más recortes

Los empresarios piden a Hollande que rebaje los costes laborales y suba el IVA

Casi un centenar de presidentes de las mayores empresas francesas han lanzado un manifiesto en el que proponen al presidente de la República, François Hollande, un pacto por la competitividad, el empleo y la innovación. La presunta oferta es en realidad un programa económico alternativo y bastante menos igualitario que el que dio la victoria a los socialistas en las presidenciales de mayo. Los directivos de oro, una casta especialmente odiada por los franceses, exigen un recorte del gasto de 60.000 millones en cinco años y una cuantiosa rebaja de los costes laborales que se sufragaría con un aumento del IVA, lo que golpearía a las clases medias y favorecería a las empresas. A cambio, los patrones de la segunda economía de la zona euro se dicen dispuestos a mejorar la gobernanza de sus compañías y a someter sus retribuciones a un “voto consultivo” de los accionistas en junta general.

Entre los 98 firmantes se encuentran los gestores de casi todas las empresas del índice bursátil CAC 40 y las marcas más famosas del país, entre otras Accor, Adecco, Air France, BNP, Bouygues, Carrefour, Crédit Agricole, Danone, EADS, France Telecom, Hermés, HSBC, Lagardère, L’Orèal, LVHM, Nestlé, Peugeot, PPR, Siemens, Société Générale, Total o Veolia. La lista mezcla a banqueros, emprendedores, ejecutivos y millonarios, desde el más rico, Bernard Arnault, a otros como Pinault, Lagardère o Bouygues, cuyas simpatías por la derecha son conocidas.

El manifiesto, que será entregado hoy a Hollande en el Elíseo por una delegación de los 98, llega en pleno debate parlamentario sobre los Presupuestos para 2013, y suena a la vez a declaración de guerra y armisticio. Los patrones ofrecen “relanzar el crecimiento y el empleo en un espíritu de diálogo”, y afirman que es urgente “luchar contra un déficit sin precedentes del comercio exterior, de los pagos corrientes, de las finanzas públicas y del gasto social”.

Los patronos no olvidan enfatizar que los márgenes de sus empresas son hoy “históricamente bajos”, y proponen fórmulas y medidas muy polémicas para que Francia acometa una “transformación profunda”.

Competitividad. El gasto público alcanza ya el 56% del PIB y ha llegado “al límite de los soportable”, dicen los directivos. El Estado tiene que ahorrar 60.000 millones en cinco años, es decir tres puntos de PIB y los empresarios piensan que es preciso bajar el coste del trabajo “al menos 30.000 millones en dos años, reduciendo las cotizaciones sociales de los sueldos medianos”. Para financiar esa medida, proponen dos vías: una mitad se recaudaría con una subida del IVA desde el 19,6% al 21% (la media europea, recuerdan), y la otra mitad se pagaría reduciendo el gasto público. Además, los 98 presidentes reclaman una bajada del impuesto de sociedades para ponerlo, dicen “al nivel de los vecinos europeos”.

Empleo y formación. Los directivos de oro apoyan los contratos generacionales propuestos por Hollande y quieren promover además una “plataforma para el empleo juvenil” que favorezca los empleos de inserción, los contratos de empresa a empresa y la creación de una red de centros de formación y para el aprendizaje.

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Innovación. El manifiesto llama a crear un “verdadero ecosistema”, pide al Gobierno que mantenga la exención del impuesto a las empresas que invierten en investigación y que el recién creado Banco Público de Inversión lance “una oferta de capital larga y densa”. Además, piden más colaboración “con el mundo de la investigación pública” y que se concentren los esfuerzos en “una quincena de sectores de futuro”, como la Sanidad, la Ciencia y las tecnologías de la eficacia energética.

Energía. Los empresarios creen que es necesario “luchar contra el cambio climático sin dañar la competitividad”, y reclaman un elemento que será controvertido porque Hollande ya ha cerrado ese camino: encontrar los medios para explorar y explotar el gas de esquisto. Además, quieren que la transición energética, ya se trate de la reducción de las emisiones de CO2 o de la disminución de electricidad de producción nuclear, sea “pragmática”.

Gobernanza e imagen de las empresas. Los presidentes se dicen dispuestos a reforzar el código de conducta de la patronal AFEP-MEDEF, pese a que lo consideran “uno de los más estrictos del mundo”. Estarían dispuestos a modificarlo en tres puntos: someter las remuneraciones de los directivos a un voto consultivo de los accionistas en las juntas generales anuales; crear un alto comité del Gobierno Corporativo que pueda intervenir ante los consejos de administración, y limitar a dos los mandatos de los “consejeros sociales”.

El manifiesto termina con un llamamiento a “actuar en todos los frentes, trabajar en el marco europeo, y organizar un diálogo social entre los agentes sociales”, cosa que el Gobierno socialista ya ha hecho. Los directivos piden además que se deje de oponer a las pymes con las grandes empresas, y proclaman: “Nosotros, dirigentes de las mayores empresas francesas, nos sentimos profundamente comprometidos con nuestro país”.

La frase parece un recordatorio de la petición de la nacionalidad belga por parte del multimillonario Bernard Arnault, el presidente del grupo LVHM, al que muchos franceses acusan de intentar convertirse en un exiliado fiscal.

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