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Cameron quiere establecer en un referéndum el papel británico en la UE

La consulta busca satisfacer el creciente euroescepticismo en el Reino Unido

El primer ministro David Cameron.
El primer ministro David Cameron.Peter Macdiarmid (ap)

El primer ministro británico, David Cameron, se opone a convocar un referéndum sobre la pertenencia o no de Reino Unido a la Unión Europea. Sin embargo, pergeña desde hace meses una estrategia que pasa por renegociar primero una amplia devolución de poderes desde Bruselas y someter después el resultado de esas negociaciones al veredicto de los británicos.

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Es la fórmula que baraja para cuadrar el círculo del creciente escepticismo de los británicos hacia Europa, la presión cada vez más agobiante desde su propio partido para dirimir esa cuestión en un referéndum y la necesidad de que una hipotética consulta no sea ni para ratificar o rechazar un tratado (que probablemente supondría ceder nuevos poderes a Bruselas, algo de lo que él mismo reniega) ni para decidir sobre la permanencia o la marcha.

Cameron juega con varias barajas. Por un lado busca una vacuna contra la posibilidad de que Angela Merkel acabe forzando la negociación de un nuevo Tratado para impulsar una mayor integración en la eurozona. Algo que de entrada no debería afectar a los británicos pero que puede suponer, o de forma indirecta o a largo plazo, nuevas cesiones de soberanía. En ese caso, debería convocar un referéndum porque se ha comprometido a no ceder más soberanía a Bruselas sin consultar directamente a los británicos.

La manera de evitar ese escenario es negociando antes la repatriación de una serie de poderes que ahora están en manos de Bruselas. ¿Cuáles? Aún no se sabe. La lista da materias a devolver a la competencia de Westminster la está elaborando el ministro de Exteriores y conocido euroescéptico, William Hague. Con ella en la mano irán los conservadores a las elecciones generales de 2015. Un atractivo caramelo para los sectores del partido que más dudan de él por lo que consideran excesiva condescendencia con la UE.

Es lo que el embajador británico en Madrid, Gilews Paxman, presenta como una “mayor flexibilidad, una geometría más variable”. “Tendríamos que permitir que existieran diferentes grados de integración en los distintos ámbitos, y hacerlo de forma que no sea en perjuicio de los países que no quieran participar en todo, a la vez que se preserva todo lo que todos valoramos”, escribió Paxman la semana pasada en este periódico.

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Es una estrategia que probablemente le ayude a ganar votos en casa, pero corre el riesgo de agrietar aún más unas relaciones con el resto de socios que empiezan a estar seriamente tensas. David Cameron quiere explicar las líneas maestras de su visión de la relación entre Reino Unido y la Unión Europea en un gran discurso que se espera cada vez con más expectación. La fecha aún no ha sido anunciada, aunque se espera que sea entre la cumbre europea de este mes y la de diciembre. Dos cumbres que pueden dejar marcado a fuego el talante de las relaciones de Londres con sus socios europeos. El hecho de que Cameron llegue a ellas enarbolando el veto y poco después de anunciar su decisión de retirarse de la política europea de cooperación judicial y policial no parece un buen augurio.

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