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Copé o el triunfo de la fotocopia de Sarkozy

El nuevo presidente de la UMP, representante de una derecha cada vez más radical y xenófoba, se encarama a la cúpula de los conservadores galos tras unas elecciones llenas de sospechas y copiando el estilo y las ideas de su antecesor

Jean-Francois Cope comparece tras su triunfo en las primarias.
Jean-Francois Cope comparece tras su triunfo en las primarias.ERIC FEFERBERG (AFP)

La Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido fundado por Jacques Chirac y Alain Juppé en 2002 para modernizar la reumática y biempensante ideología del gaullismo social, tiene desde anoche un jefe de filas “sin pelos en la lengua”, que no duda en lanzar proclamas populistas y cargas de profundidad xenófoba contra los musulmanes para enardecer a las asustadas bases populares en los mítines. Jean-François Copé, un hombre de baja estatura pero de una seguridad en sí mismo que asusta, se ha definido como el paladín de una “derecha sin complejos”, y con un discurso básico y esquemático en el que no caben matices se ha encaramado a la cúpula de la UMP para un interregno de tres años tras unas elecciones llenas de irregularidades batiendo en la línea de meta a su oponente, el liberal y apocado François Fillon, por solo 98 votos.

Copé, al que algunos medios franceses llaman “el pequeño Sarkozy”, ha imitado de punta a cabo la campaña feroz que el ya expresidente del partido y de la República protagonizó en mayo pasado, y se diría que incluso la ha superado al acusar a los niños musulmanes de robar los bollos de chocolate a los otros niños durante el Ramadán, acuñar la expresión “racismo antiblancos” y cargar contra los extranjeros y los homosexuales como si fueran el demonio.

Copé acusa a los niños musulmanes de robar los bollos de chocolate a otros niños durante el Ramadán

Presumiendo de reaccionario y acusando a Fillon de ser la derecha blanda, Copé ha copiado y mejorado la jugada maestra que hizo Sarkozy hace cinco años al refundar el partido y arrebatárselo a los chiraquianos, y ha culminado la demolición de la “derecha civilizada” y algo vaga que encarnaba Dominique de Villepin y el propio Fillon para convertirla en un búnker propagandístico que, como el Frente Nacional, ve enemigos y amenazas por todas partes y promete defender hasta la última gota de sus fuerzas las esencias patrias de una Francia a la intemperie que su imaginario proyecta como una piltrafa en manos de los socialistas, los mercados y los alemanes.

Nacido el 5 de mayo de 1964 en Boulogne-Billancourt (Altos del Sena, periferia rica de París), hijo de una madre originaria de Argelia y de un padre profesor de medicina de origen judío y rumano, Copé fue desde niño aspirante a la presidencia de la República, según les comentó a sus compañeros de clase, y con esa arrogancia natural se puso a la tarea con la determinación del iluminado. Acumulando los diplomas que abren las puertas del poder en Francia (Sciences Po, Escuela Nacional de Administración), el joven gaullista pudo participar en el grupo de pensadores que preparó la elección presidencial de Chirac en 1995. Al permanecer fiel al mentor mientras otros cuadros de la RPR corrían a echarse en brazos de Edouard Balladur, Chirac le correspondió con un escaño en Seine-et-Marne y le animó a ser alcalde de Meaux, puesto que alcanzó y todavía ocupa hoy con brillantes resultados electorales.

Tras perder el escaño ganado dos años antes en las legislativas de 1997, Copé sufre un bajón en su carrera que Chirac reparará en 2002, cuando le nombra sucesivamente portavoz del Gobierno, secretario de Estado para las relaciones con el Parlamento, y ministro delegado de Interior y de Presupuesto. En 2006, Copé funda su propia corriente personal dentro de la UMP, llamada Generación Francia, pero la ascensión imparable de Sarkozy frena todas sus aspiraciones. Al llegar al Elíseo, Sarko, que mantiene una relación de odio con Copé, una especie de clon con menos carisma, trunca todo asomo de esperanza al afirmar: “Copé será ministro de… Meaux”.

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Manifiesto para una derecha sin complejos, es el libro que le ha dado más notoriedad

Pero de tal palo, tal astilla, y en unos meses Copé decide que, si no puede entrar por la puerta, entrará por la ventana. Al ser nombrado jefe de filas del grupo parlamentario, crea una red clientelista de diputados y se dedica a ser el jefe de la oposición interna al líder máximo. En 2010 tiene fuerza suficiente para ofrecer un pacto a Sarkozy. La cabeza del partido a cambio de apoyar al presidente en la reelección de 2012. A él, que desde niño sueña con ocupar el Elíseo, solo le interesa otra fecha: 2017.

Por el camino, Copé ha ido dejando algunos cadáveres en el armario, según ha resumido Le Monde. Como a Sarkozy, le gusta el dinero y presumir de que lo tiene. En 2005, Le Canard enchaîné le acusa de vivir en un piso a costa del Estado con gran tren de vida a pesar de que posee su propia casa en París. En 2007, se publica que trabaja a tiempo parcial en un gabinete de abogados de negocios que lleva asuntos relacionados con la Administración. Y en 2011, se le relaciona con la investigación al traficante de armas Ziad Takieddine. Aunque se publican fotos de sus vacaciones lujosas pasadas en casa del turbio personaje y se confirma que tuvo relaciones con él cuando era viceministro, Copé responde que no ve dónde está el problema.

Bajo su coraza campechana, Jean-François Copé esconde un alma de intelectual en acción. Ya ha publicado media docena de libros, y el último, Manifiesto para una derecha sin complejos, es el que le ha dado más notoriedad. Ahí se describe como rompedor de tabús, lanza la fórmula racismo antiblancos, tiene la ocurrencia de los “pains au chocolate” y empieza a arrasar en los mítines por los pueblos de Francia. Cuando nadie daba un euro por su victoria ante Fillon, unas elecciones muy turbias, un escrutinio que pareció un vodevil, mil sospechas de fraude y 98 votos de diferencia sancionados por un comité electoral controlado por el jefe del aparato han decretado que Copé lidere la derecha gala hasta 2015. Viendo cómo se las gasta el personaje, no sería extraño que esto sea solo el principio.

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