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“Las explosiones aterran a los niños”

Las familias intentan protegerse en los sitios más seguros de sus casas

Una imagen que muestra la estela que dejan las bombas israelíes sobre la franja de Gaza.
Una imagen que muestra la estela que dejan las bombas israelíes sobre la franja de Gaza.JACK GUEZ (AFP)

Ahmed Yakub es un padre de familia más. Funcionario de la Autoridad Nacional Palestina, continúa cobrando su salario como el resto de empleados públicos que, desde que Hamás se hiciera con el poder en la Franja en junio de 2007, mantienen una especie de “excedencia obligada”: no pueden ejercer su labor dado que otros han ocupado sus puestos. Antes de la llegada al poder de Hamás, Ahmed trabajaba en el Ministerio de Información y se encargaba de otorgar las licencias necesarias para emitir tanto a emisoras de radio como de televisión. Ahora, sin embargo, es un parado forzoso que cobra su correspondiente subsidio sufragado por la ANP desde Ramala, que transfiere un 60% de su presupuesto a la Franja para pagar salarios y gastos corrientes.

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La familia Yakub reside en el piso número 11 de una flamante torre situada en la parte norte de la calle Al Nasser, una de las principales avenidas que recorren el centro de la ciudad de Gaza de norte a sur. Un lugar privilegiado para seguir en tiempo real los enfrentamientos —tanto los impactos de los bombardeos israelíes como las llamaradas y las estelas de humo que deja el lanzamiento de los cohetes palestinos— a la vez que peligroso. “Mis hijos están muy, muy asustados”, cuenta Ahmed, que tiene tres niños: Adonis, Linda y Nadim, de 8, 6 y 2 años, respectivamente.

“En cuanto escuchan el estallido de un cohete lanzado por las milicias o la explosión de un misil lanzado por los helicópteros se ponen muy nerviosos”, continúa. “Mi mujer y yo tenemos que abrazarlos y besarlos para que se tranquilicen”, explica Ahmed, quien comenta también cómo su benjamín Nadim cierra los ojos como si estuviera dormido para pasar el mal trago. Al menos así lo hizo el pasado domingo, cuando varios misiles impactaron contra el edificio de la familia Al Dalu, situada a solo 500 metros en la misma acera de la avenida Al Nasser. En ese momento Ahmed miraba por la ventana y presenció como un solo misil aire-tierra hacía saltar por los aires la vivienda de los Al Dalu. “Fue una explosión brutal, tanto que pensé que habían comenzado a efectuar bombardeos indiscriminados”, agrega.

La zona en la que viven los Yakub, conocida más por el nombre de la gasolinera —Al Bahlul— que por el nombre del barrio en sí, está siendo una de las más castigadas de la ciudad. “Yo te diría que han tirado entre 30 y 40 cohetes por esta zona”, continúa, “por lo que siempre que comienzan los bombardeos nos colocamos todos juntos en torno al televisor, para ver qué está ocurriendo”. Y cuando se apaga porque los cortes de electricidad son constantes, la familia escucha la radio, que se está demostrando como el medio de comunicación más efectivo, sea un transistor con pilas, una radio digital o a través del teléfono móvil. Las emisoras de radio locales están transmitiendo la guerra en tiempo real, por lo que —según los palestinos— también han sido objetivo de los misiles durante esta semana de enfrentamientos.

“Al final no hay ningún sitio seguro, incluso junto al tabique más fuerte del edificio estamos en peligro”, afirma Yakub, para el que no hay justificación posible, ni moral ni táctica, a los bombardeos de infraestructuras civiles. “Mira, los estadounidenses fueron a liquidar a Osama Bin Laden y lo mataron, pero a su familia la respetaron”, agrega indignado. “Los israelíes deberían tomar ejemplo y dejar de tirar misiles contra nuestras viviendas, aunque en ellas se escondan los dirigentes de Hamás”, concluye. Según las estadísticas del Ministerio de Sanidad el número de muertos supera ya los 140 y el de heridos se acerca al millar, siendo más del 50% de ellos civiles. Inocentes como los Yakub que en estos momentos rezan para que cuaje la tregua y esta breve pero intensa guerra se acabe ya.

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