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El conflicto de Gaza refuerza la candidatura palestina a la ONU

El temor al ascenso de Hamás incrementa el respaldo internacional a Abbas

Un grupo de gazatíes repara un túnel entre la Franja y Egipto dañado por bombardeos israelíes.
Un grupo de gazatíes repara un túnel entre la Franja y Egipto dañado por bombardeos israelíes. m. salem (REUTERS)

La ofensiva israelí sobre Gaza y, sobre todo, los misiles volando en dirección a Tel Aviv, han reforzado el islamismo de Hamás en la región; algo que a su vez ha provocado temores y reacciones políticas de alcance más global. Fuentes diplomáticas occidentales y palestinas alertan de que Gaza ha cambiado la ecuación política hasta el punto de animar a algunos países a apoyar al presidente palestino, Mahmud Abbas, en su órdago diplomático, el próximo jueves ante Naciones Unidas, con tal de contrarrestar el impulso político que ha cobrado Hamás con la ofensiva. “Salvar a Abbas” ante el resurgir islamista se ha convertido en el nuevo mantra para algunos países.

Palestinos e israelíes invierten estos días sus últimos cartuchos diplomáticos en Jerusalén, en Nueva York y en las cancillerías de medio mundo. Quieren convencer a los países miembros de que el jueves voten a su favor ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Lo que está en juego es un nuevo estatus para los palestinos, que de triunfar, pasarían a convertirse en “Estado observador no miembro” en la ONU, al igual que el Vaticano. La clave está en la palabra Estado y en el avance que supone en términos del reconocimiento internacional de la causa palestina. De aprobarse la iniciativa, abriría las puertas a los palestinos para formar parte de diversas instituciones dependientes de la ONU.

Los palestinos aseguran que cuentan con una mayoría amplia para que su iniciativa salga adelante el jueves. Creen que tienen entre 130 y 150 votos asegurados. Tal es la confianza, que ya preparan una fiesta por todo lo alto en Ramala. La certidumbre es tal, que incluso Hamás ha decidido secundar la iniciativa de Fatah, el partido de Abbas y archirrival de los islamistas. La decisión de Hamás supone una muestra de complicidad muy inusual y que podría indicar cierto acercamiento entre Gaza y Ramala.

Cuando el Ejército israelí comenzó a bombardear la franja de Gaza hace poco más de una semana, el presidente Mahmud Abbas, se llevó las manos a la cabeza. Pensó, como también interpretaron algunos analistas, que Israel pretendía desviar con su operación militar la atención internacional y condenar a la irrelevancia el órdago diplomático palestino. El resultado, según aseguran fuentes palestinas, ha sido el contrario. “Empezaron a llamarnos países para decirnos que iban a votar a nuestro favor”, explican las fuentes. “Algunos países se dieron cuenta de que había que apoyar una alternativa a la resistencia armada de Hamás, y que a nadie le conviene tener una Autoridad Palestina débil”, añaden.

Con las conversaciones de paz moribundas desde hace más de dos años y sin horizonte político sobre el que trabajar, la iniciativa palestina aparecía como la única propuesta política sobre la mesa. En los medios diplomáticos occidentales se baraja también esta línea de argumento. Piensan que el colapso de la Autoridad Palestina y el vacío de poder podría ser más peligroso aún que la elección de un camino alternativo a las negociaciones.

Europa se prevé que vote dividida. Hay países, como por ejemplo Alemania, de los que no se espera un sí. Otros, de los que los palestinos dan por sentado su apoyo. La mayoría no han hecho pública aún su posición. En la votación que decidió el acceso de los palestinos a la UNESCO, 11 países europeos votaron a favor y otros 11 en contra.

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Israel se opone frontalmente a una iniciativa que considera un paso unilateral y piensa que la creación de un Estado palestino solo puede ser consecuencia de un proceso negociador. “Es contraproducente. Solo tiene como propósito elevar la confrontación”, indica Yigal Palmor, portavoz de Exteriores. Esta vez, como en anteriores ocasiones, ha habido amenazas israelíes, aunque no ha trascendido todavía cuál es la posición oficial de Israel. El abanico de represalias va desde derrocar a Abbas hasta retener los impuestos que recauda Israel, acelerar la expansión de los asentamientos o suprimir los permisos que tienen algunos políticos palestinos para cruzar los controles y salir de su territorio.

La respuesta dependerá en buena medida de los pasos que den los palestinos a partir del día después, explican fuentes diplomáticas israelíes. “La resolución en sí no tiene consecuencias prácticas. Todo dependerá de los siguientes pasos que den los palestinos”. “Si por ejemplo deciden utilizar la membresía para ingresar en la Corte Penal Internacional y denunciar abusos, Israel actuará en consecuencia”, añaden las fuentes.

Esta vez, a Abbas las presiones no le han hecho mella de momento. El presidente palestino asegura que piensa seguir adelante con su plan para lograr el reconocimiento de los países de la ONU. Algunos dirigentes de la Autoridad Palestina argumentan que es una de las pocas alternativas a su alcance y que son conscientes de que el tiempo corre en su contra. Que a falta de negociaciones, las colonias avanzan sin freno en Cisjordania y ponen en peligro la viabilidad de la llamada solución de los dos Estados: Israel y Palestina viviendo en paz uno al lado del otro.

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