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Obama se reunirá con ciudadanos para defender su plan contra el ‘abismo fiscal’

La Administración Obama destaca el impacto que puede tener la subida de impuestos en familias y comerciantes

El presidente Obama en una librería a las afueras de Washington.
El presidente Obama en una librería a las afueras de Washington.KRISTOFFER TRIPPLAAR / POOL (EFE)

El presidente Obama iniciará esta semana una nueva gira de reuniones y visitas a pequeñas y medianas empresas para continuar su apuesta para evitar la amenaza del ‘abismo fiscal’. Obama también recibirá a familias y empresarios en la Casa Blanca para destacar el impacto que pueden tener en las vidas de todos los ciudadanos los recortes y subidas de impuestos que entrarán en vigor el próximo 1 de enero si Demócratas y Republicanos no alcanzan antes un acuerdo.

La Administración ha defendido desde la reelección de Obama el pasado 6 de noviembre que la mayor prioridad del presidente es alcanzar un pacto contra el ‘abismo fiscal’, esa situación a la que se llegará el 31 de diciembre y que supone el recorte de cerca de 700.000 millones de dólares en gasto público y subida de impuestos si demócratas y republicanos no cierran un acuerdo antes de que se inaugure 2013. Obama ya argumentó durante su campaña electoral que no subiría los impuestos a la clase media pero sí a los ciudadanos con mayor nivel de ingresos y exige a los republicanos que incluyan esta condición en un posible acuerdo.

El presidente recibirá este martes a un grupo de empresarios en la Casa Blanca, mientras que el miércoles será el turno de estadounidenses de clase media y el viernes se desplazará hasta una fábrica de juguetes. La llegada de la temporada de compras navideñas ha servido a la Administración como argumento sobre el impacto que tendría la subida de impuestos tanto en los consumidores como en las empresas.

La Casa Blanca ha estrenado además una iniciativa para defender el plan económico del presidente a través del blog oficial, donde se detallan los recortes programados para el comienzo del nuevo año y que ascienden a 200.000 millones de dólares, y de los recursos de la campaña Obama for America. Según desveló el diario The New York Times, la Administración se ha dirigido a los seguidores de la campaña a través de sus correos electrónicos para solicitar que los ciudadanos expresen sus propuestas y preocupaciones acerca del abismo fiscal enviando mensajes y vídeos en las redes sociales o en la página web de la presidencia.

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Superado el largo fin de semana de Acción de Gracias, la Casa Blanca anunció esta semana que Timothy Geithner, secretario del Tesoro, será el encargado de conducir unas negociaciones con el Congreso que ya se adelantan tormentosas, según informó el diario The Wall Street Journal. Según el Journal, a Geithner –51 años, que llegó a la Administración Obama durante una crisis y pretende cerrar ahora otra antes de abandonar su puesto en el Tesoro para dedicarse a escribir, quizá, sus memorias- se le unirá un equipo de expertos en presupuesto de la Casa Blanca, entre los que estará Jacob Lew –anterior jefe de presupuesto de la Casa Blanca y ahora jefe de Gabinete-; el director del Consejo Nacional de Economía, Gene Sperling, y su número dos, Jason Furman; Rob Nabors, máximo representante de la Casa Blanca en las relaciones con el Congreso; y el jefe de personal del senador Harry Reid –líder de la mayoría en el Senado-, David Krone.

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“Esta no es la primera vez que ninguno de ellos ha estado en un rodeo”, dijo estableciendo su maestría en tan delicado asunto una fuente demócrata. Además, tanto Krone como Nabors tienen muy buenas relaciones con el nuevo jefe de gabinete del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner.

Obama ya ha dicho que cualquier acuerdo debe incluir un aumento de impuestos para las rentas más altas, algo que los republicanos rechazan de plano. La propuesta del presidente es la de no prorrogar las exenciones fiscales que George Bush hizo para los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales, que vencen a final de año y sí extender esos beneficios para el resto de los contribuyentes, el 98% de la nación.

Los republicanos insisten en su discurso que aumentar las cargas a los más adinerados sería contraproducente a la larga y sólo provocaría ralentizar el crecimiento y prolongar el estigma de una penosa situación económica. La tasa impositiva más alta –que ahora está en el 35%- se convertiría automáticamente en un 39,6% a principio de 2013 a no ser que haya un nuevo acuerdo presupuestario.

La Casa Blanca ha advertido que de no congelarse los impuestos para las clases medias cada familia pagaría una media anual de 2.000 dólares más a partir del nuevo año, según un informe de la Administración demócrata. Ese dato supone que, sin duda, la gran mayoría de los estadounidenses contendrían su gasto justo en la época de compras más importante del año, la campaña navideña. El círculo vicioso se inicia ahí. A partir del freno del gasto se interrumpiría una serie de datos económicos positivos de las últimas semanas que mostraban que los norteamericanos estaban, finalmente, abriendo sus carteras tras años de cautela tras las recesión.

El gasto de los consumidores representa una parte importantísima de la actividad económica de EE UU. Una quinta parte de las ventas anuales totales se hace en el periodo que va desde el final de Acción de Gracias al 1 de enero y la intranquilidad que puede generar una eventual subida de impuestos no va a ayudar a fomentar el gasto.

La situación actual viene heredada del enfrentamiento que sufrió la Casa Blanca y la Cámara de Representantes en agosto de 2011, cuando el déficit amenazó con bloquear el funcionamiento del país. Entonces se llegó a un pacto que lo que hizo básicamente fue aplazar un acuerdo definitivo sobre los impuestos y el presupuesto de programas federales hasta después de las elecciones esperando que los comicios fueran un refrendo para las políticas demócratas –subida de impuestos a los más ricos- si era reelegido Obama o las republicanas si llegaba a la Casa Blanca el candidato conservador.

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