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Ricardo Kirschbaum, director del diario 'Clarín'

“El Gobierno está tratando de asesinar nuestra reputación”

La batalla entre el Gobierno argentino y grupo Clarín se va acercando a su fin

Francisco Peregil
Ricardo Kirschbaum, director de 'Clarín', el pasado junio.
Ricardo Kirschbaum, director de 'Clarín', el pasado junio.Fernando de la Orden

Antes de entrar en el despacho del director de Clarín, Ricardo Kirschbaum, se puede apreciar en la pared un pequeño cuadro donde aparece enmarcado un trozo de papel manuscrito:

“A fines de la década de los 20, el maravilloso pianista, organista y compositor Thomas Fats Waller fue interrumpido mientras actuaba en el Hotel Sherman de Chicago por dos individuos armados que lo persuadieron de forma poco amable para que abandonara el piano y los acompañase encapuchado hasta la casa de Al Capone. Una vez allí debió aceptar pedidos en el piano que él se encargó de cumplimentar. Por cada pedido, fue recibiendo billetes de 100 dólares, que en esa época valían mucho más. Cuando lo liberaron tenía en sus bolsillos 5.000 dólares.

En abril de 2008, la señora presidente de la Nación se sintió ofendida por un dibujo que firmé y lo interpretó como un hecho ‘cuasi mafioso’.

Cuatro años después, el señor vicepresidente de la Nación acaba de doblar la apuesta y nos califica a los integrantes de Clarín de mafiosos.

Lo único que lamento es no poseer armas y no tocar el piano como Fats Waller”.

“Kirchner le prometió a Magnetto que sería el empresario más rico de Argentina”
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El texto, firmado por el dibujante del diario Hermenegildo Sábat, parece una muesca de guerra, una señal que ilustra la lucha que vienen librando el diario y el Gobierno desde 2008. El periódico es el buque insignia del grupo del mismo nombre. Pero solo representa el 20% de los ingresos dentro de la compañía matriz. La mayor parte de las ganancias provienen de sus canales de televisión. Y son precisamente esos canales los que ahora podrían pasar a otras manos.

En 2009 el Gobierno promulgó una Ley de Medios que, en aras de la pluralidad y la descentralización, obligaba a una veintena de empresas a desinvertir. El Grupo Clarín recurrió a un juzgado de primera instancia para denunciar como inconstitucionales dos artículos de esa ley. Tres años después, un juez de primera instancia se acaba de pronunciar sobre la constitucionalidad de la ley. La batalla se va acercando a su fin. Pero hubo un tiempo, entre 2003 y 2008, en que el Gobierno argentino y Clarín mantuvieron una relación bien distinta a la actual.

Esta entrevista se realizó el pasado lunes, horas antes de que la Cámara Civil y Comercial se pronunciara a favor del grupo Clarín en su decisión de extender la medida cautelar que mantenía en suspenso la aplicación de la Ley de Medios.

Pregunta. ¿Qué ocurrió en 2008? ¿Por qué se llegó a ese enfrentamiento entre el Gobierno y Clarín?

“La batalla templó el carácter de nuestros periodistas”

Respuesta. En el 2001 el país estaba al borde de la desaparición. No tenia instituciones creíbles, la economía estaba en bancarrota, había un estado de insubordinación civil muy importante. Y nosotros apoyamos la reconstrucción de la autoridad presidencial. Nadie se sorprende si el editor de The New York Times va a la Casa Blanca y habla con Barack Obama; o si el consejero delegado de El PAÍS va y habla con el jefe de Gobierno español. Pero sí se sorprenden si el director ejecutivo del Grupo Clarín [Héctor Magnetto] iba a Olivos [casa presidencial]. Nosotros sabíamos, por los antecedentes de los Kirchner, que su objetivo era el control de la prensa en la Argentina. Porque su experiencia en Santa Cruz [provincia donde ejerció de gobernador] era elocuente. Y tuvimos ejemplos, durante ese periodo de relación más o menos positiva, de lo que pensaba el Gobierno cuando alguna noticia le molestaba. No solo había llamados para tratar de que corrigiésemos la información, sino también se decía públicamente.

Cuando ocurre lo de 2008 [el choque entre el Gobierno y el sector agrario], nosotros creíamos y seguimos creyendo que el enfrentamiento afectaba a toda la sociedad y a la democracia. Y debía resolverse mediante negociación democrática. Pero los Kirchner pensaron que era una cuestión de poder. Y como ellos tienen una especie de táctica política de ir a fondo se gane o se pierda, eres amigo o enemigo… No hay grises en su política… A partir de ahí fue creciendo la hostilidad. Hubo un célebre discurso de la presidenta en el 2008 en Plaza de Mayo contra Hermenegildo Sábat diciendo que un dibujo de él era un mensaje mafioso. Pero solo era una interpretación de la realidad por parte de un artista.

Luego de la derrota en el campo en el 2008, Kirchner pensó que debía encontrar una fórmula para fortalecer su Gobierno. En el 2009 fue derrotado en las elecciones de medio término. Y en ese periodo, desde junio del 2009 hasta fin de año, introdujo la Ley de Medios, que fue hecha exclusivamente contra Clarín. Es una ley vieja porque, por ejemplo, no regula Internet. Es arbitraria, porque permite que las señales del satélite lleguen a todo el país mientras las señales por cable, que no ocupan frecuencia radioeléctrica, están limitadas. Eran una serie de cuestiones que fueron pensadas para el grupo Clarín.

P. ¿No cree que la ley podría tener otros objetivos?

R. Era un traje a medida para el Grupo Clarín disfrazado con cuestiones vinculadas a la pluralidad de la democrática, a la creación de nuevas voces, a la democratización de la palabra… Son todas frases muy bonitas, pero en la práctica significaron que se cree en base a una política presuntamente de anti-monopolios un gran monopolio estatal de control de la prensa tanto oficial como privada. Y quiero aclarar lo siguiente: eso pasó porque Clarín tuvo independencia económica para resistir la presión. Al revés de otros grupos que no pudieron soportarlo, Clarín tuvo la espalda económica para aguantar. Y eso es la base de la autonomía de un medio, tener la posibilidad de sustentar la presión sin ceder.

P. ¿Qué tiene que decir sobre la versión que achaca la ruptura al hecho de que Kirchner se opuso a la entrada de Clarín en Telecom?

R. Eso fue posterior. Hay una cosa que siempre digo respecto a Clarín y Kirchner: ¿qué habría sido más beneficioso en términos económicos para el grupo? ¿Acordar con Kirchner o pelearse con él? Y, claramente, la respuesta es acordar. Claramente un acuerdo con Kirchner era mucho más provechoso. A ver… Kirchner le ofreció a Magnetto negocios de petróleo en el Orinoco con Hugo Chávez. También le dijo: “Si vos me apoyás, yo voy a quedar hasta el 2020 y vos vas a ser el empresario más rico de la Argentina”. Eso le dijo Kirchner a Magnetto. Si uno lo ve desde el punto de vista económico, el acuerdo era más provechoso que la pelea. Pero el acuerdo, ¿qué significaba? La subordinación absoluta y total a la política de Néstor Kirchner. Absoluta y total porque ellos no tienen en su concepción la posibilidad de una crítica; es todo o nada. Y uno ve la prensa oficial y se da cuenta de cuál es el margen que tiene la prensa oficial u oficialista para criticar algún acto de Gobierno. Muy escaso, ni se animan.

P. ¿Cuándo fue la última vez que usted o Magnetto hablaron con la presidenta?

R. No recuerdo. Pero era cuando Néstor Kirchner vivía.

P. ¿Es cierto que Clarín no solo ha perdido ingresos publicitarios por parte del Estado, sino lectores y credibilidad?

R. A nosotros nos pusieron en un lugar que no buscamos estar. Estamos sometidos a la persecución del Estado. Yo he tenido acá a 200 agentes impositivos que llegaron un día, inédito, enviados por Néstor Kirchner porque no le gustó un título que hablaba de corrupción. Hemos tenido una campaña en contra, que se sostiene todavía pagada con dinero público, de difamación y descalificación. La famosa campaña de “Clarín Miente” que la empezó [Hugo] Moyano [dirigente sindical ahora rival político de Cristina Fernández], intentó afectar al principal capital de un medio de comunicación, que es la credibilidad. Pero, además, se combinó con eso la crisis del sector. Los diarios argentinos no son ajenos a la situación mundial de la prensa. Hemos perdido un poco de circulación, pero la verdad es que después de semejante ataque es un éxito estar como estamos, con finanzas saludables. Seguimos siendo el diario de mayor circulación en la Argentina y disputamos los primeros lugares de América Latina. Esta situación templó bastante el carácter de nuestros periodistas. Somos el diario que más enviados especiales tiene. Tenemos las redes de corresponsales más grande en el exterior.

P. ¿No se ha vuelto demasiado previsible? Uno sabe que siempre en Clarín va a encontrar críticas al Gobierno.

R. Puede ser que haya previsibilidad. Nosotros criticamos al Gobierno en donde creemos que hay que criticarlo, porque el Gobierno inclusive manipula nuestras propias criticas, hace decir cosas que nosotros no dijimos. El mecanismo se llama “el asesinato de la reputación”. Y estos han tomado el asesinato de la reputación como un hecho cotidiano y tienen programas específicamente destinados a “asesinar” la reputación de periodistas que a ellos les molesta.

P. ¿Puede mencionar tres acciones positivas del Gobierno?

R. La renovación de la Corte Suprema, la política de derechos humanos y la renegociación de la deuda externa.

P. ¿Tiene alguna autocrítica para hacerse?

R. Hacer un diario es exponer una obra de teatro cada 24 horas. Y ahora con la web, cada minuto. Pero el diario siempre te da la posibilidad de corregir los errores que has cometido. Yo creo que no estoy orgulloso del tiempo que estamos viviendo porque es un tiempo de un periodismo demasiado impregnado por la coyuntura. Pero creo que debemos de hacer un esfuerzo por conservar la calidad del periodismo, que al final es lo que va a prevalecer. A veces lo logramos y a veces no.

P. Para un sector de la población Clarín ha sido un medio que ha co-gobernado en la historia reciente del país. Y en la época de la dictadura digamos que fue demasiado complaciente con los militares.

R. No puedo hacerme cargo de lo que hacía el periódico cuando yo era un colaborador de 22 años. Pero sí quiero decir que ahora es muy fácil hacer grandes diagnósticos sobre determinado momento histórico. Y no voy a decir que estoy orgulloso de la prensa argentina en esos años, ni mucho menos. Quiero también ponerlo en perspectiva, porque hay muchos valientes a posteriori. Si hubiera habido los héroes que ahora hay los tiempos hubieran cambiado. Ahora encontramos que había muchos héroes que uno desconocía, entre ellos Néstor Kirchner y su esposa Cristina, que eran resistentes de la dictadura, noticia que recién se sabe ahora.

Respecto de la influencia de Clarín, en la situación política, quiero decir lo siguiente: Clarín es un diario que vos podés comprarlo o no comprarlo. Y si es un diario que tiene una audiencia masiva es porque la gente lo eligió y porque constituyó durante mucho tiempo, y aún constituye, un hecho cultural en la política Argentina comunicacional. Ahora, vos podés coincidir o no coincidir con Clarín. Pero la constitución de Clarín como grupo de comunicaciones nacional fue producto de una decisión política que está más allá de las pequeñeces con lo que se ha construido nuestra historia. Uno de los problemas que ha tenido Clarín, haciendo una autocrítica, es que como grupo de comunicación ha tenido una pésima comunicación institucional durante mucho tiempo. Clarín ha sido atacado, descalificado, extorsionado, y solo hubo silencio de parte nuestra. Y eso me parece que fue un grave error que todavía lo estamos pagando. Dejamos que otro, inclusive nuestro enemigo, escriba nuestra propia historia, y eso me parece que fue una equivocación.

Clarín tiene 67 años y la Argentina tenía demasiados vaivenes Institucionales como para que no tenga facetas críticas. Sin embargo, junto con La Nación, Clarín y quizás Perfil, somos el sector que más resiste.

P. Mañana seguramente la Corte tomará una decisión? ¿Qué cree que puede ocurrir? [La Corte se pronunció finalmente horas después de producirse esta entrevista, el pasado lunes]

R. La Corte debería rechazarlo [el recurso de per saltum interpuesto por el Gobierno]. Pero la presión del Gobierno es muy fuerte. El método de descalificación a la Justicia es constante. Además hay otro suceso que está apareciendo con mucha claridad: el proyecto de la presidenta de crear una democracia donde el Ejecutivo tenga preeminencia sobre el poder Legislativo y el Judicial.

Por otro lado, esta idea peligrosísima de decir que una ley es votada en el Parlamento y si los jueces se oponen a esa ley están en contra de la democracia, es una actitud insólita en un sistema democrático. Entonces nadie puede oponerse, uno no puede apelar al poder Judicial para resistir una medida abiertamente democrática que haya surgido en el Congreso. Me parece que es un pensamiento absolutamente autoritario, y creo que ella [Cristina Kirchner] es una persona que tiene un pensamiento autoritario.

P. ¿Por qué se siente discriminado el Grupo Clarín respecto a Telefónica?

R. Lo que el Gobierno está haciendo respecto a Telefónica es esconder la relación que tiene [el canal argentino] Telefe con Telefónica de España. Eso es lo que planteamos como un hecho discriminatorio en el sentido que lo que dice el Gobierno es que Telefe no depende de Telefónica de España, sino de Telefónica Argentina, que es otra empresa. Eso es difícilmente sostenible.

Hay una ley que está en vigor desde el 2009 y demoraron años en reglamentarla. Clarín cuestionó dos artículos importantes, el 45 y el 161. ¿Por qué no se aplicó en los otros medios mientras Clarín litigaba?.

P. Si al final la Corte Suprema decide que la ley es constitucional, se agota la medida cautelar y llega el momento de desinvertir, ¿a qué renunciará el Grupo Clarín?

R. Lo único que puedo decir, porque es una decisión que van a tomar los accionistas, es que nuestra tarea siempre estará dentro de la ley. Habrá que buscar fórmulas determinadas para esa ocasión. Pero nosotros confiamos que la Justicia nos dé la razón.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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