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París tiende a la City la alfombra roja de salida

Hollande recuerda a Cameron que ser miembro de la UE “conlleva obligaciones”

El mandatario francés François Hollande.
El mandatario francés François Hollande.DENIS CHARLET (AFP)

François Hollande no sabe si reír o llorar con la decisión de David Cameron de convocar un referéndum para consultar a los británicos si quieren seguir formando parte de la Unión Europea. La reacción oficial a la noticia ha oscilado entre la ironía, a veces no exenta de cierto regocijo, y una inquietud relativa, que trata de hacer entender a Cameron que una respuesta positiva de los británicos a la pulsión de los sectores más eurófobos sería pegarse un tiro en el pie y supondría un problema mayor para el propio Reino Unido que para Europa.

El ministro de Exteriores, Laurent Fabius, el primero en comentar el anuncio de Cameron, recordó entre bromas y veras que, si Reino Unido sale de la UE, “Francia colocará una alfombra roja a los empresarios británicos”, y devolvió así al primer ministro conservador la envenenada frase que este pronunció cuando París anunció el megaimpuesto del 75% para las fortunas superiores al millón de euros, que anuló en diciembre el Constitucional.

La idea que Francia trata de hacer llegar al otro lado del canal de la Mancha es la que lanzó el propio Hollande al ser preguntado por el asunto. Vino a decir que la UE no acepta amenazas, que ser miembro de la UE “conlleva ciertas obligaciones”, que uno no puede tomar lo que le beneficia y renunciar a lo que le molesta, porque ese egoísmo es contrario al pacto fundacional y acabará arruinando la idea de la comunidad de intereses.

“Europa no es negociable”, subrayó Hollande. “Europa debe tomarse tal y como es. La podemos hacer evolucionar pero lo que no puedes hacer es rebajarla con el pretexto de quedarte”. Dicho esto, el presidente añadió: “Reino Unido puede decidir perfectamente mediante un referéndum irse de la Unión Europea”, recalcó que la decisión corresponde a las autoridades de ese país y a los británicos, y remachó: “Lo que digo en nombre de Francia, como europeo, es que, para hacer ese referéndum, Europa no se negocia”.

O, según la fórmula de Fabius, “no es posible una Europa a la carta”. Curiosamente, la idea de la “Europa a la carta” se parece, sobre el papel, a la de la “Europa a varias velocidades”, que Hollande ha repetido con insistencia desde su llegada al poder en mayo. Pero ambas expresiones tienen significados opuestos. París está cansada de que Cameron finja ir por libre y camine siempre de la mano de su amiga Angela Merkel, y ve la pinza Berlín-Londres como un arma antifrancesa que impide la solidaridad con los más pobres, y que frena el ritmo y la osadía de las reformas.

Hollande sabe que Berlín es hoy el mejor aliado de Londres, y confía en que una derrota electoral de Merkel y la rampante eurofobia de Cameron ayudarán a Francia a mejorar su situación y a poner en marcha su estrategia: que un grupo de países, un núcleo duro europeísta, pueda ir más lejos en su unidad política.

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