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Berlusconi y Monti capitalizan la campaña en perjuicio de la izquierda

El líder del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, sigue primero en las encuestas mientras busca inútilmente los focos

El ex primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en un mitin este domingo.
El ex primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en un mitin este domingo.G. CACACE (AFP)

Dice Silvio Berlusconi que, si gana las elecciones generales del 24 y el 25 de febrero, devolverá a los italianos el impuesto sobre la vivienda habitual que instauró Mario Monti, a lo que este replica que eso, además de imposible, es un intento de corromper a los italianos comprándoles el voto con su mismo dinero, acusación que Berlusconi zanja, por el momento, acusando a Monti de decir tonterías y de haberle quitado el poder mediante un golpe de Estado. Si a esto se le añade que el cómico Beppe Grillo, líder del Movimiento 5 Estrellas, es capaz de ofrecer durante un mitin las coordenadas del Parlamento a Al Qaeda por si se le ocurre atacar Italia en venganza por la ayuda a Francia en la campaña de Malí, no es extraño que el todavía favorito en las encuestas —el candidato del centroizquierda, Pier Luigi Bersani— se desespere intentando inútilmente que los focos le hagan caso.

Berlusconi está desatado. Al fichaje electoral del futbolista Balotelli para el Milan ha unido un par de atractivas promesas —devolver el impuesto de la vivienda y una posible amnistía fiscal—, pero muy difíciles de cumplir por dos motivos. En primer lugar porque, pese a su ascensión en las encuestas, no parece probable que rebase a Pier Luigi Bersani. Y, en segundo y principal, porque las promesas de Berlusconi suelen ser falsas. Los periódicos italianos dan fe estos días de tantos y tantos anzuelos —disminución del número de crímenes, creación de un millón de puestos de trabajo, el puente para unir Sicilia con la península— que desde 1994 desempolva en tiempo electoral y luego vuelve a guardar. Pero, aun así, la rentabilidad de las promesas sigue siendo evidente. Il Cavaliere sigue logrando situarse en el centro del debate político.

Y, en esta campaña, tiene un sparring de excepción. El hasta hace dos meses tan serio Mario Monti ha bajado a la arena política con todas las armas. No hay prácticamente un día que el anterior primer ministro y el actual no sostengan un agrio debate en los medios. El domingo, desde Milán, Berlusconi anunció que nada más regresar al Gobierno devolverá, al contado o mediante transferencia, el importe del IMU (el impuesto sobre la primera vivienda) que instauró Monti y cuyo segundo y más costoso plazo los italianos acaban de pagar. “Hemos visto en el IMU el acto más insensato y odioso del actual Gobierno”, añadió, “el motivo que ha dado vía libre a la crisis, porque la primera casa no se tiene que tocar nunca, es el pilar sobre el que cada familia tiene que construir la seguridad de su futuro”. Berlusconi admitió que su promesa costará al Estado unos 4.000 millones de euros, pero dijo que ya apañará las cuentas para que cuadren.

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Al despertarse con tal promesa en los periódicos, Monti contraatacó el lunes. Y lo hizo a la yugular: “Por primera vez, de manera científica, se compran los votos de los italianos con el dinero que han tenido que desembolsar para tapar los agujeros creados por quien ahora hace promesas”. El primer ministro técnico, quien apadrina y es apadrinado por varios partidos de centro aunque sin presentarse a las elecciones, insistió en el ataque a Berlusconi: “Cuando oigo a un señor simpático, muy simpático, que dice que había dejado las cuentas públicas en orden y que he sido yo quien ha provocado el desastre, me parece un guantazo a los sacrificios de los italianos. A veces me da pena y otras me pone muy nervioso”.

Un nerviosismo que también empieza a acusar la Bolsa de Milán, que cayó un 3,8% y la prima de riesgo, que subió 17 puntos y ya está en 280. La incógnita, cada vez mayor, sobre el resultado electoral y las promesas de Berlusconi vuelven a pasar factura a Italia.

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