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‘Tsunami’ populista contra los recortes

Los escándalos que afectan a los grandes partidos dejaron terreno fértil para quien se presenta como el castigador de los males incrustados en el sistema

El líder del Movimiento 5 Estrellas, Beppe Grillo.
El líder del Movimiento 5 Estrellas, Beppe Grillo.FABIO MUZZI (AFP)

“¡Virgen santa! No me esperaba tanto”. A Elena Fattori le cuesta recomponerse, volver a respirar. Bióloga, con 47 años y tres hijos, es candidata del Movimiento 5 Estrellas al Senado. Es la quinta en la lista de la región de Lacio. Le cuesta creer que, con su formación muy por encima del 20%, a partir de la semana que viene deberá dejar su empleo precario en un herbolario para sentarse en los escaños del palacio Madama. El dividido resultado del voto disimula un dato incontrovertible: el éxito sorprendente del movimiento liderado por el cómico Beppe Grillo (Génova, 1948). Es él el único ganador —sin ser candidato—, el líder —sin definirse nunca como tal—, de una formación que ha desembarcado en todo el país, de Norte a Sur, de forma rotunda.

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La sala del hotel Saint John de Roma, alquilada para que el tropel de candidatos locales siguiera el escrutinio, rebosa entusiasmo. Sonrisas y botellas de vino. El candidato regional Davide Barillari es un joven con barba oscura y ojos brillantes sitiado por una selva de periodistas. Repite a todos que lo de ayer “es un sueño hecho realidad”. “El pueblo lanzó una señal fuerte y clara: la vieja política se ha acabado. ¡Todos a casa! Ahora nosotros estamos dentro para ponerles contra la pared”, promete o amenaza Barillari, según quien le escuche.

Roberto D’Alimonte, catedrático de ciencias políticas en la Universidad Luiss de Roma, explica así la irrupción de Grillo y los suyos: “El movimiento supo interpretar las enormes ganas de cambio que recorren el país. Grillo contestó a esa urgencia insistiendo en temas muy sentidos: corrupción, honestidad, transparencia, legalidad, medioambiente. Mezcla temas de derechas y de izquierdas: habla de renta básica, pero dispara contra los sindicatos”.

La crisis que acosa a los ciudadanos y los escándalos que afectan a los grandes partidos dejaron terreno fértil para quien se presenta como el castigador de los males incrustados en el sistema, de la austeridad impuesta por Europa y de la protección dada a los bancos. Quien reúne en las plazas a centenares de miles de seguidores al grito de “¡Todos a casa!”.

“Grillo sacia la rabia social con promesas de cambios para los que no tiene recursos”, comenta Federico Mello, que sigue al Movimiento 5 Estrellas desde los primeros pasos y acaba de publicar el ensayo Bajo las estrellas de Grillo. “Es la esencia del populismo: decirle a cada uno lo que quiere escuchar. En sus mítines recurre a temas de interés general, pero nunca adopta posiciones coherentes y claras sobre las cuestiones que dividen a derecha e izquierdas. Por ejemplo, grita contra las tropas en Afganistán, pero no porque sea pacifista, solo quiere ahorrar. Así abarca todo el abanico del descontento sin alejar a ningún potencial elector”. Es un showman que no quiere perder puntos de audiencia.

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En las plazas del tsunami tour —nombre de su campaña electoral— se respiraba tanta indignación como resignación, según Marco Imarisio, del Corriere della sera. Mello describe así a los seguidores: “Están los que solían votar Berlusconi o la Liga Norte y que lo hacían más con el estómago que con la cabeza. Un pueblo más sugestionable que informado, que se abandona a nuevas ilusiones. Por el otro, están los que votaban al PD [Partido Democrático, de centroizquierda] o Sel [Izquierda ecología y libertad]. Estos son los decepcionados, los que ponen la cruz sobre las 5 Estrellas para amonestar a los partidos de izquierdas. Más que una alternativa de Gobierno eligen unos perros guardianes que lleven la contraria a los otros políticos”.

El problema es que un discurso tan diverso para un electorado muy transversal atrae a candidatos muy distintos. La cuestión es cómo van a organizarse el centenar de diputados y la cincuentena de senadores del movimiento. ¿Quién decidirá la línea de un partido que con orgullo reivindica no tener líder ni ejecutiva y que eligió a sus representantes con vídeos de YouTube? “Vamos a decidir y a votar sobre cada ley”, asegura Marta Grande, 25 años, estudiante y flamante diputada. Difícil imaginar que la unidad dure mucho.

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