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DANIEL LEVY / Director de Oriente Próximo del European Council on Foreign Relations

“El centroizquierda debe tejer alianzas con los ultraortodoxos”

El investigador piensa que el nuevo líder del centro israelí es influenciable y que por tanto actuará en función de las demandas de la opinión pública

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ultima la formación de su próximo Gobierno tras las pasadas elecciones de enero. La cita electoral confirmó una vez más la inclinación del electorado hacia las tesis de la derecha y encumbró a dos nuevas estrellas de la política israelí: el ultraderechista Naftali Bennet y el centrista Yair Lapid. Las elecciones dejaron además patente que la cuestión palestina es el elefante en la habitación con el que casi ningún partido se atreve. Los israelíes de a pie, incrédulos tras décadas de procesos de paz frustrados también parecen haber tirado la toalla. Daniel Levy, Director del departamento de Oriente Próximo y norte de África del European Council on Foreign Relations e investigador del New American Foundation y la Century Foundation, ha sido además asesor de varios Ejecutivos laboristas israelíes. Ahora, analiza el momento político en el que se encuentra Israel, durante una reciente visita a Madrid.

Pregunta. Yair Lapid, la estrella de la televisión israelí, figura en todas las quinielas sobre las posibles alianzas electorales. Su posición acerca del conflicto con los palestinos es sin embargo prácticamente desconocida.

Respuesta. Ha hablado de los asentamientos y del proceso de paz, pero no mucho. Lapid no es un ideólogo. A pesar de sus declaraciones a favor de la indivisibilidad de Jerusalén, Lapid no cree en el gran Israel [el que incluiría los territorios palestinos y que defiende buena parte de la derecha israelí]. Es más bien un político que se mueve según los vientos que soplen. Yo creo que si se crea una situación en la que los israelíes llegan a la conclusión de que tienen que solucionar el conflicto, Lapid no se va a oponer. Pero si la opinión pública no lo pide, él no va tomar la iniciativa. Puede terminar por inclinarse hacia cualquier lado. Él se moverá en la dirección que se mueva la opinión pública. Por eso, yo digo: ‘si quieres influir sobre él, edúcale, enséñale cuál es el precio de no actuar´.

P. Sí, pero precisamente a la sociedad israelí no parece urgirle alcanzar una solución. Mientras el aislamiento internacional de Israel aumenta…

R. Yo sí creo que hay suficientes israelíes a los que les preocupa la imagen internacional de Israel. El problema es que hoy en día no existe en Israel una opción política estratégica a favor de la paz y eso es más importante que el odio hacia los ultraortodoxos.

P. ¿Por qué la izquierda en Israel hace tiempo que parece haber desaparecido?

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R. El centroizquierda tiene que reconstruirse y para eso, creo que deben tejer alianzas con los ultraortodoxos. Los religiosos podrían convertirse en una pieza clave en un futuro proceso de paz. Los grandes asentamientos religiosos se encuentran cerca de la línea verde [la que separa los territorios israelíes de los palestinos] y sería fácil proponer un intercambio de territorios. Otra alianza crucial para la izquierda son los partidos árabes presentes en el Parlamento israelí.

P. Las tesis que anuncian el fallecimiento de la llamada solución de los dos Estados [la que defiende la comunidad internacional y que establece uno palestino y uno israelí viviendo en paz uno al lado del otro] van ganando terreno a medida que la expansión de los asentamientos dificulta sobre el terreno una separación física de ambos pueblos. ¿Es usted de los que piensa que ya es demasiado tarde, que la única opción viable es la creación de un solo Estado en el que convivan palestinos e israelíes?

R. Desde un punto de vista práctico, no hay esperanza de alcanzar la solución de dos Estados. Está claro que lo que hemos hecho hasta ahora, no funciona. O cambiamos el cómo o cambiamos el qué. El problema es que a la solución de un Estado se llega a través de una lucha antiapartheid. Y ese es un camino muy doloroso. Casi todo es preferible a un baño de sangre semejante al de un apartheid. Es un camino tan duro, que creo que aunque sólo sea por eso, merece la pena intentar los dos Estados. Yo creo que las cosas no van a cambiar desde dentro de Israel. Sólo cambiarán si ven que seguir por este camino de inacción es costoso y eso sólo puede suceder con violencia, con presión exterior o con una lucha palestina masiva y no violenta.

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