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Tres muertos tras conocerse las condenas de la masacre de Port Said

Las condenas a muerte y cadena perpetua a decenas de aficionados desatan la violencia en Egipto

El tribunal encargado de investigar la masacre del estadio de fútbol Port Said, en la que el año pasado murieron más de 70 personas, emitió el sábado por la mañana su veredicto definitivo. De los cerca de 50 acusados pendientes de sentencia, cinco han recibido una pena de cadena perpetua, otros 14 sentencias que oscilan entre los 10 y 15 años de cárcel, y a tres más les han caído entre uno y cinco años. Los 28 acusados restantes han sido absueltos.

En el banquillo enjaulado de los acusados se sentaron tanto hinchas de fútbol como varios responsables policiales. Uno de los altos cargos policiales, Essam Samak, exdirector de seguridad de la provincia de Port Said en el momento de los hechos, deberá pasar 15 años entre rejas. Otro oficial ha recibido la misma pena, mientras que siete mandos de diverso rango han sido absueltos.

La reacción no se hizo esperar en el barrio cairota de Zamalek, en la sede social del Ahly, club al que pertenecían la mayoría de las víctimas. Los ultras ahlawy, como se conoce a los hinchas del equipo, se reunieron para escuchar juntos un veredicto que dejó, en un principio, un sabor de boca agridulce. La confusa lectura del veredicto provocó unas primeras muestras de júbilo que se tornaron en confusión.

Centenares de adolescentes con camisetas y chándales del Ahly estaban sentados, circunspectos. Mientras, los cabecillas del grupo mantenían reuniones continuas, algunas por teléfono con los jefes del grupo en otras ciudades. Al final de una de ellas, sellada con besos y rostros que reflejaban trascendencia, El PAIS pudto hablar con Mohamed, uno de los líderes del controvertido movimiento. “Estos veredictos son una tomadura de pelo. Queríamos la pena de muerte para todos los cargos de la policía. Ellos fueron el cerebro detrás de la masacre”, asegura el joven, que se confiesa fan de Cristiano Ronaldo.

"Queríamos la pena de muerte para todos los cargos de la policía", dice un aficionado

“No vamos a apelar el veredicto, porque no creemos en la justicia de este país. La respuesta será en la calle. Solo así conseguiremos la justicia”, dijo en tono amenazante. Tan solo unos minutos después, se levantaba ya una negra columna de humo encima del edificio de la Federación Egipcia de Fútbol y del club deportivo de la policía, situados a tan solo unos metros de la sede social del Ahly. Posteriormente se encaminaron al centro de la ciudad, cerca de Tahrir, donde se enzarzaron en enfrentamientos con las fuerzas del orden, que han costado la vida a tres manifestantes.

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En la ciudad de Port Said, el veredicto fue recibido con expresiones de rabia, y varios centenares de personas se acercaron al Canal de Suez con la intención de frenar su tráfico, según informa Al Ahram. Sin embargo, desistieron al ver apostados los tanques del Ejército. La ciudad ha sido escenario de duros enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, que se saldaron con seis muertos. A ellos, cabe añadir los 40 mártires caídos después de la primera sentencia sobre la masacre de Port Said.

El pasado 26 de enero, el tribunal emitió un fallo parcial por el que condenaba a pena de muerte a 21 fans del Masry, el club local, a quienes se acusa de haber atacado a los ultras ahlawy al final de un partido celebrado en Port Said el fatídico día 1 de febrero del 2012. La sentencia, confirmada hoy por el juez, desató una ola de indignación que sumió a la ciudad en una orgía de violencia.

"Este es un juicio mediático y politizado", sostiene un abogado

En esta ocasión, el hecho de que los nuevos veredictos hayan sido menos severos y que sea el Ejército y no la policía quien patrulla las calles ha suavizado la reacción de los habitantes de Port Said.“Creo que el veredicto busca un equilibrio político, que no deje a nadie contento, pero tampoco indignado. Así no habrá una nueva ola de violencia”, explica por teléfono Fayyad, un joven activista.

En un mismo sentido se había expresado el día anterior al juicio Ashraf al Azaby, abogado defensor de 13 de los acusados. “Este es un juicio mediático y politizado. La sentencia no responde a las pruebas presentadas, sino a la necesidad de aplacar a algunos sectores de la sociedad, sobre todo a los ultras ahlawy”, aseguraba el magistrado, que se mostraba esperanzado ante la posibilidad de conseguir repetir el proceso entero tras una apelación.

Un sentimiento ampliamente compartido en Port Said es que la ciudad es víctima de una campaña mediática. “Esta ciudad tiene un carácter heroico y rebelde. Ya lo demostramos en la guerra de 1956. Por eso, Mubarak nos quiso someter, aislándonos del resto del país. Pusimos muchas esperanzas en la revolución, pero tras la tragedia del estadio, se abatió sobre nosotros la injusticia de nuevo”, explica Al Azaby en un tono tranquilo didáctico, que contrasta con el estado de ánimo en una ciudad exaltada.

Hace más de dos semanas, Port Said se declaró en huelga general. Tanto las escuelas, como muchas empresas e incluso edificios oficiales, han cerrado sus puertas. El viernes, la ciudad, situada en la boca del Canal de Suez, parecía una ciudad fantasma bajo la mirada omnipresente de sus mártires. Pancartas y carteles con sus fotografías presidían las calles del centro. “Todo el pueblo se encuentra unido bajo una demanda: que se haga justicia, y se juzgue a los asesinos de tantos mártires”, proclama Rami, un joven de 24 años, en referencia a los mandos del Ministerio del Interior.

De momento, han conseguido una pequeña victoria: la retirada de las calles de la odiada policía, a la que acusan de haber utilizado una brutalidad criminal que se ha cobrado la vida de casi 50 personas en un mes y medio. Ahora solo patrulla las calles el Ejército, una institución mucho más respetada. De hecho, cientos de los habitantes de Port Said han recogido firmas para que las fuerzas armadas vuelvan a hacerse con las riendas del poder.

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