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Un cardenal más romano que argentino

A sus 69 años, encarna la visión más ortodoxa de la Iglesia y domina los entresijos de la curia

El cardenal Sandri, este viernes en el Vaticano.
El cardenal Sandri, este viernes en el Vaticano.FILIPPO MONTEFORTE (AFP)

Leonardo Sandri es uno de los dos cardenales argentinos que figuran como papables. Nacido en Buenos Aires hace 69 años, encarna la visión más ortodoxa de la Iglesia católica, frente al también conservador, pero más abierto, Jorge Bergoglio, que recibió algunas decenas de votos en el cónclave papal de 2005. A diferencia de Bergoglio, que es arzobispo de Buenos Aires y ya tiene 76 años, Sandri es un sacerdote que conoce a la perfección los entresijos de la curia de Roma, donde vive desde 1970, y la fuerza de su candidatura se sustenta en su relativa juventud. También tiene la ventaja de ser latinoamericano, pero a la vez italiano, dado que sus padres migraron a Argentina desde Ala, un pueblo de la provincia de Trento. Por eso puede llegar a contar con el apoyo de los cardenales de Italia y de aquellos de otros rincones del mundo que no quieren que un purpurado de ese país vuelva al trono de San Pedro después de 35 años.

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En tiempos de Juan Pablo II, ocupó el tercer cargo en importancia del Vaticano, después del Papa y el secretario de Estado, y fue la voz del pontífice polaco cuando éste, por su enfermedad, ya no podía hablar. “Queridos hermanos y hermanas, a las 21.37 nuestro amadísimo Santo Padre ha regresado a la casa del Padre, recemos por él. Nos sentimos como huérfanos esta tarde”, anunció Sandri la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril en la Plaza San Pedro. La vida religiosa del actual prefecto para la Congregación de Iglesias Orientales, que se encarga de Oriente Medio, comenzó cuando sus padres inmigrantes, ambos de largas jornadas laborales, lo enviaron a un colegio preseminario. En 1967, a los 24 años, fue ordenado sacerdote por el entonces arzobispo de Buenos Aires, Juan Carlos Aramburu, conocido por sus estrechas relaciones con la última dictadura militar de Argentina (1976-1983). Aramburu nombró como secretario privado al joven Sandri, que a su vez daba sus primeros y tal vez únicos pasos pastorales en el terreno como vicario parroquial de una parroquia de Villa Urquiza, un barrio de clase media de Buenos Aires.

Hace 43 años partió a Roma y nunca más volvió a vivir en Argentina, aunque siempre ha mantenido fuertes lazos con obispos muy conservadores de su país y nunca ha dejado de vacacionar en una casa familiar en las playas de Miramar. La última vez que vino de visita, en diciembre pasado, se reunió con la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que mantiene, en cambio, una tensa relación con Bergoglio. Sin embargo, la prensa local ha publicado que Sandri ha criticado puertas adentro al arzobispo de Buenos Aires por mostrarse supuestamente tibio en su rechazo al matrimonio gay, que impulsó Fernández en 2010.

En 1974, Sandri inició la carrera diplomática en el Vaticano y así fue cómo vivió en Madagascar, Islas Mauricio, EE UU, México y Venezuela, donde supo entenderse con el fallecido presidente Hugo Chávez. En 1997 fue consagrado obispo. Entre 2000 y 2007 ocupó el cargo de sustituto de la Secretaría de Estado. Además de español e italiano, este doctor en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma habla inglés, alemán y francés. Benedicto XVI lo hizo cardenal en 2007.

Hace unos días, abogó por un mayor papel de las mujeres en la Iglesia. No habló de sacerdocio femenino: “El papel de las mujeres en el mundo ha aumentado y esto es algo sobre lo que la Iglesia tiene que preguntarse a sí misma. Deben ser copartícipes del diálogo y del análisis de la vida de la Iglesia y de otras áreas, incluso en la formación de sacerdotes”.

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