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Georg Gäswein, un puente entre dos papas

El secretario personal de Benedicto XVI se ocupará también de organizar las audiencias del nuevo pontífice

Ganswëin, en la última audiencia general de Benedicto XVI el 27 de febrero.
Ganswëin, en la última audiencia general de Benedicto XVI el 27 de febrero.ALESSANDRO BIANCHI (REUTERS)

Vestido con impecable sotana negra, ceñida con fajín de raso fucsia, el arzobispo de Urbisaglia (una sede diocesana antigua que no ha tenido nunca titular), Georg Gäswein, fue este martes una de las presencias más curiosas en la procesión previa al cónclave. Las cámaras le enfocaron solo al final del acto, cuando abandonaba la Capilla Sixtina, tras el Extra omnes (“Todos fuera”), pronunciado por Guido Marini, el maestro de ceremonias de Benedicto XVI. Pero su presencia fue con toda seguridad una de las más comentadas. Un recordatorio, por si hiciera falta, de que hay otro pontífice en la sombra, dispuesto a aconsejar al que ocupará su apartamento del palacio Apostólico dentro de poco.

La asistencia de Gäswein, secretario del papa emérito, a la misa Pro eligendo romano pontifice, de la mañana, se justifica por su condición de obispo. Pero en la procesión de la tarde, siguiendo a los cardenales electores, entre las capillas Paolina y Sixtina, participaba en calidad de prefecto de la Casa Pontificia. Un cargo para el que le nombró Joseph Ratzinger, en diciembre pasado, al mismo tiempo que le consagraba obispo. Mientras la dignidad episcopal podría parecer un simple premio al servicio prestado, está claro que la dirección de la Casa Pontificia tiene un alcance mucho mayor.

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De acuerdo con la página web de la Santa Sede, “la misión de la Prefectura Pontifica es ordenar el servicio de antecámara y organizar las audiencias solemnes que su santidad concede a los jefes de Estado, presidentes de Gobierno, ministros y otras personalidades eminentes, así como a los embajadores que llegan al Vaticano para presentar sus cartas credenciales”. Como empleo no está mal. Y sobre todo, permitirá a Gäswein mantener en contacto a los dos papas de una manera que inquieta a algunos en el Vaticano.

El cardenal Walter Kasper, paisano de Ratzinger, declaraba hace unos días que le preocupa que Benedicto XVI “sea utilizado”, en esta nueva etapa. Utilizado, ¿por quién? Kasper no lo aclaraba, pero es evidente que Gäswein puede ser el eslabón de unión, una especie de emisario entre el nuevo papa y el papa emérito, que no tiene previsto salir mucho del convento vaticano Mater Ecclesiae, donde se instalará a partir de abril. La residencia se está acondicionando para acomodar en ella a toda la familia pontificia, las laicas consagradas que limpian y cocinan para Ratzinger, los miembros de la seguridad vaticana, y el propio Gäswein.

Mientras que los cargos principales de la curia decaen con el papa (aunque normalmente se les deja en sus puestos una etapa más o menos larga, de cortesía), el prefecto de la Casa Pontificia permanece. Y el hecho de que el nombramiento de Gäswein se produjera en diciembre pasado, cuando Ratzinger había decidido ya renunciar al ministerio papal, indica que su intención era dejar bien instalado en la curia a su secretario.

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No es extraño que el papa recompense a sus principales colaboradores con cargos importantes. Juan Pablo II elevó a la dignidad de obispo a su secretario Stanislaw Dziwisz, e incluso llegó a pensarse que le había ofrecido la birreta cardenalicia, antes de morir. El rumor no se confirmó. Fue Benedicto XVI quien le colocó al frente de la diócesis de Cracovia que lleve asociada la birreta cardenalicia.

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