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López Garrido: “La austeridad a palo seco es un fracaso”

La Fundación Alternativas presenta su segundo Informe sobre el estado de la Unión Europea

El diputado del PSOE Diego Lopez Garrido, en una imagen de archivo.
El diputado del PSOE Diego Lopez Garrido, en una imagen de archivo.AFP

"Los ritmos impuestos para la reducción del déficit ahogan a las economías", sentenciaba Diego López Garrido, diputado del PSOE y director del segundo Informe sobre el estado de la Unión Europea, correspondiente a 2012, que la Fundación Alternativas ha presentado este miércoles en Madrid bajo el título de El fracaso de la austeridad. En el estudio, que este año ha contado con la participación de la fundación alemana Friedrich Ebert, aparecen diseccionadas y analizadas las múltiples crisis en las que se halla la Unión Europea —la económica y financiera, la social, la política, la identitaria...— y toda una serie de problemas que han desembocado en episodios como el vivido este fin de semana con la propuesta de rescate a Chipre. Nicolás Sartorius, exportavoz de Izquierda Unida en el Congreso y vicepresidente ejecutivo de Alternativas, ha calificado el plan para la economía chipriota como "la madre de todas las chapuzas".

El caso de Chipre es, en opinión de López Garrido, un ejemplo de los "errores de diseño", que ha habido en la construcción europea en general y la unión monetaria en particular. "No es lógico tener un paraíso fiscal dentro de la moneda común", coincidía Berna González-Harbour, subdirectora de EL PAÍS que ha participado en el acto.

Pero, viejos errores aparte, la base de los problemas que ha afrontado la UE en 2012 ha sido, obviamente, una crisis económica sin precedentes desde 1930 que las instituciones europeas —con una capacidad decisoria y de gobernanza muy limitada, según el informe— se ven incapaces de afrontar. En este escenario, el estudio resalta que la estricta apuesta por la austeridad como única salida posible de la crisis está demostrando ser un "fracaso" y, además, está haciendo aumentar la desconfianza de los ciudadanos en el proyecto europeo en sí mismo. Por si esto fuera poco, ese creciente rechazo ciudadano no hace sino retroalimentar el círculo vicioso y crear nuevas dificultades.

Pero el informe no se queda en el diagnóstico, sino que, según la analogía utilizada por González-Harbour, también ofrece el tratamiento adecuado para tratar de curar las dolencias de la Unión. Ante la actual receta de austeridad "a secas" y la consiguiente pérdida de fe en la Unión, el estudio pide políticas de crecimiento y mayor integración.

En concreto, propone que los objetivos de reducción del déficit al 3% se aplacen hasta 2016 para que el "necesario" saneamiento de las cuentas públicas pueda ser compatible con esas no menos necesarias medidas de reactivación económica. A modo de ejemplo, se expone que si un país medio de la zona euro realiza un ajuste fiscal del 1% del PIB con recortes en el gasto público, este podría reducir la actividad económica en un 1,5%, lo que al final, en lugar de reducir el déficit, lo incrementaría.

También proponen cambiar los estatutos del Banco Central Europeo, para que sea más activo en la compra de deuda en los mercados secundarios y consiga que sus inyecciones de capital a los bancos sirvan para que estos den crédito a las empresas. Defienden que conseguir una verdadera unión bancaria, fiscal y económica permitiría a la que en su conjunto es la primera economía del mundo garantizar la supremacía del poder político frente a los mercados.

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Pero para los autores del estudio, que admiten que es necesario realizar cambios estructurales en la economía y no endeudarse más, es primordial preservar el Estado del bienestar. Las medidas de ajuste necesarias en ningún caso deberían poner en peligro “la gran conquista europea”, como ha definido López Garrido el modelo de prestaciones sociales de la UE.

En paralelo a las reformas económicas, los autores del estudio abogan por una reforma profunda de las instituciones europeas hacia una verdadera unión política con dos objetivos. Por un lado, plantean aumentar su "legitimidad" —que quienes decidan y ejecuten a nivel europeo sean elegidos directamente para ello por los ciudadanos—. Por el otro, solucionar sus graves problemas en la toma de decisiones, que han derivado en que al final sea el Gobierno de un Estado miembro —Alemania— o un grupo de Ejecutivos nacionales quienes efectivamente dirijan la política comunitaria.

En este sentido, el informe marca las elecciones europeas de 2014 como una fecha clave. No renuncian a que en esa cita electoral las grandes agrupaciones de partidos europeos presenten un candidato a presidir la Comisión que sea después elegido por el Parlamento. Una forma de que los miembros del Ejecutivo comunitario estén más legitimados por los votantes. Y no solo eso. Después de esos comicios, y "una vez que se haya conseguido una cierta recuperación económica", aspiran a celebrar una convención para iniciar un nuevo proceso constituyente y avanzar "hacia la Europa federal".

En el grupo que ha elaborado el informe se encuentran expertos como Francisco Aldecoa (catedrático de la Complutense) o Carlos Closa (CSIC), analistas y políticos como el socialdemócrata alemán Niels Ammen o Diego López Garrido, y diplomáticos e incluso militares como el general en la reserva Enrique Ayala.

Ante la enfermedad de la Unión lugar de recortes sociales y políticos en el ámbito europeo, ellos recetan lo contrario, más políticas de crecimiento y más Europa. Porque creen, como apunta López Garrido, que en el escenario incierto que afronta la construcción europea el fracaso de “la austeridad a palo seco” ha quedado probado.

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