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Garzón invita al papa Francisco a abrir los archivos argentinos del Vaticano

El exjuez afirma en Buenos Aires que la Santa Sede tiene documentos de la dictadura militar

Baltasar Garzón, el martes en El Salvador.
Baltasar Garzón, el martes en El Salvador.R. ESCOBAR (EFE)

El exjuez español Baltasar Garzón, asesor de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Argentina, planteó este jueves en Buenos Aires que Francisco, el nuevo papa argentino, “puede abrir los archivos del Vaticano para conocer la información de la época de la dictadura” militar (1976-1983) de este país sudamericano “en la que se enviaron mensajes de aquí”, en referencia a la nunciatura apostólica (embajada de la Santa Sede), “hacia allí”. “Sería una forma de cooperar con las víctimas”, propuso Garzón, que participó en un acto de homenaje a los inmigrantes que padecieron bajo el régimen de Argentina.

“Como Estado con representación diplomática, los diplomáticos del Vaticano rendían informes”, cuenta Garzón, que en la década del 90 inició causas contra los violadores de los derechos humanos en Argentina por una lista de 576 víctimas españolas de aquella dictadura. Extranjeros de otras nacionalidades también padecieron en aquellos tiempos: uruguayos, paraguayos, chilenos, brasileños, bolivianos, peruanos, cubanos, alemanes, franceses y suecos, entre otros. “En aquel tiempo las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo dirigieron misivas a Juan Pablo II. Sería bueno que se hiciera una investigación por iniciativa del papa (Francisco)”, se refirió al exarzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.

“Quienes se pueden dirigir al Vaticano son los jueces” que investigan los crímenes del régimen militar, según Garzón. El exjuez de la Audiencia Nacional española considera que la información archivada en el Vaticano puede resultarles de mucha ayuda en sus indagaciones. “Yo, como juez, lo haría”, opinó sobre una eventual solicitud de datos.

Sobre Bergoglio pesa una sospecha de que supuestamente delató a dos curas de su orden, la Compañía de Jesús, ante las autoridades militares, pero esa versión fue desmentida este miércoles por uno de esos sacerdotes (el otro falleció en 2000). “Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio”, escribió Francisco Jalics, que vive en Alemania. Ambos permanecieron detenidos ilegalmente durante medio año, periodo durante el cual sufrieron torturas. “Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada. En la congregación jesuita argentina y en círculos católicos se extendieron en los años previos (a mi secuestro) informaciones falsas que indicaban que nos habíamos mudado a los barrios carenciados porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ese no era el caso. Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no fuimos liberados inmediatamente”, sostuvo Jalics, en contraposición a la creencia de la hermana del otro cura, Yorio, de que Bergoglio fue el autor intelectual de la detención de ambos. La familia de la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo también critica a Bergoglio por presunta falta de colaboración con la búsqueda de una desaparecida embarazada. Bergoglio ha declarado ante la justicia como testigo en este caso y en el de los curas, pero nunca ha sido imputado judicialmente. A propósito de esta polémica por el pasado del papa, también se han conocido en los últimos días casos de perseguidos por el régimen que sí fueron asistidos por el entonces jefe de los jesuitas argentinos para recuperar la libertad, esconderse o huir de su país.

El premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, que recibió el galardón en 1980 por su lucha contra la dictadura, visitó este jueves en Roma a Francisco. Tras la reunión, en la que hablaron sobre el combate contra la pobreza, Pérez Esquivel, un católico de izquierdas que fue secuestrado en tiempos del régimen, declaró: “El papa no tuvo nada que ver con la dictadura, no fue cómplice de la dictadura, no fue de los obispos que estuvieron más en la avanzada por la defensa de los derechos humanos, aunque prestigió más una diplomacia silenciosa, de pedir por los desaparecidos y los presos”. Al día siguiente de la designación del nuevo papa y ante la polémica por su pasado, Pérez Esquivel había escrito: “Es indiscutible que hubo complicidades de buena parte de la jerarquía eclesial en el genocidio perpetrado contra el pueblo argentino, y aunque muchos con exceso de prudencia hicieron gestiones silenciosas para liberar a los perseguidos, fueron pocos los pastores que con coraje y decisión asumieron nuestra lucha por los derechos humanos contra la dictadura militar. No considero que Jorge Bergoglio haya sido cómplice de la dictadura, pero creo que le faltó coraje para acompañar nuestra lucha por los derechos humanos en los momentos más difíciles”.

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