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Guindos admite riesgo de contagio si no hay “decisión concluyente” sobre Chipre

Los ministros de Finanzas de la UE negocian una solución a la crisis chipriota El titular de Economía de España exige evitar "situaciones indeseables" para toda la UE El presidente de Chipre se reúne con la Comisión Europea, Consejo Europeo, FMI y BCE

De izda a dcha, Luc Frieden, ministro de economía de Luxemburgo, Jutta Urpilainen de Finlandia y el español Luis de Guindos, al inicio de la reunión del Eurogrupo en Bruselas.
De izda a dcha, Luc Frieden, ministro de economía de Luxemburgo, Jutta Urpilainen de Finlandia y el español Luis de Guindos, al inicio de la reunión del Eurogrupo en Bruselas.SEBASTIEN PIRLET (REUTERS)

No cree que Chipre vaya a acabar contagiando al resto. Tampoco cree que la gestión de la Unión Europea sobre la crisis chipriota sea una chapuza. Pero el ministro de Economía, Luis de Guindos, ha sido tajante a su entrada a la reunión del Eurogrupo, la cita de los ministros de Finanzas del euro destinada a encontrar de una vez por todas una alternativa para Chipre: "Los problemas de Chipre van mucho más allá de la economía chipriota". Y por eso ha pedido que, para evitar que se extiendan los problemas, se tome "una decisión concluyente" este domingo.

Los ministros del euro han llegado puntuales a las seis de la tarde su reunión extraordinaria en Bruselas, pero su reunión, formalmente, empezó en torno a las 10 de la noche. Antes de entrar, algunos han hecho declaraciones sobre lo que esperan de esta crucial cita. "Chipre debe ser realista para lograr el rescate", ha señalado Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, que ha reconocido que esta semana ha habido pocos avances, pero que ha asegurado que el Eurogrupo hará "todo lo que esté en su mano" para lograr un acuerdo.

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¿Puede haber efecto contagio? Solo, en opinión de Guindos, si el Eurogrupo "no es capaz de tomar una decisión concluyente". En caso contrario, dijo, pueden producirse "situaciones indeseables para el conjunto de la Unión". Básicamente, Guindos viene a decir un "lo intentaremos". Y no esconde sus críticas a la toma de decisiones en el caso chipriota. El Eurogrupo de hace 10 días se cerró con un gravamen a los depositantes por encima y por debajo de los 100.000 euros (el límite que aseguran todos los países europeos) que provocó un corralito y siembra la semilla de la desconfianza en futuras crisis bancarias. Guindos aseguró que ese pacto no es una chapuza. Pero lo explicó de tal manera que lo parece: aseguró que España se oponía (y se opone) a un gravamen para los depositantes con menos de 100.000 euros en la cuenta y aseguró que así lo recogió también el Eurogrupo "en su segunda reunión, del lunes".

Por su parte, el ministro francés de Finanzas, Pierre Moscovici, ha dicho que Chipre tiene una "economía casino" debido a la "hipertrofia" de su sector bancario, lo que a su juicio justifica que contribuya a su rescate. No obstante, Moscovici ha pedido también que se excluya de cualquier quita a los depositantes con menos de 100.000 euros. "Estamos aquí para encontrar una solución que debe ser completa y justa", ha dicho Moscovici a su llegada a la reunión, que ha pronosticado que será larga. "Los parámetros de la solución existen, pero el diablo está a menudo en los detalles", ha agregado.

El FMI acorrada a Chipre

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El pulso ya está echado. Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) trataban de arrinconar a Chipre para que accediera a sus exigencias: básicamente, un mayor castigo a la banca de la isla y a sus grandes ahorradores del que el Gobierno parecía dispuesto a asumir. Europa va camino de una solución que no va a ser simpática y que va a parecer una imposición, pero que a su vez persigue limitar los daños de las propuestas anteriores, que han provocado un corralito en Chipre y fuertes críticas por las consecuencias para la estabilidad financiera del euro del gravamen a los depósitos chipriotas, incluso a los de menos de 100.000 euros.

En un maratoniano día de negociaciones, las autoridades chipriotas se reunieron con la troika —Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y FMI— y con el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. Eso fue justo antes de la cita de los ministros de Finanzas de la eurozona en Bruselas, la tercera en 10 días, esencial para alcanzar un acuerdo que pueda votarse mañana en el Parlamento de Nicosia. El tiempo apremia: el ultimátum del BCE, que podría provocar una estampida en los mercados y graves problemas en Chipre si se sustancia, vence a medianoche del lunes.

“Las negociaciones están en un momento muy delicado. La situación es muy difícil, y los plazos, perentorios”, había avisado en un comunicado el presidente del país, Nikos Anastasiadis, antes de salir hacia Bruselas en un avión enviado por la Comisión Europea. Una jaula de oro en la que el conservador Anastasiadis tenía que preparar una decisión que condicionará sin duda el futuro de Chipre, y quizá el de toda Europa: dar un golpe de muerte al sector financiero de la isla, en el que ha basado su modelo económico, o asumir la bancarrota que llegaría en unas cuantas horas, y quién sabe si la salida del euro, con un efecto contagio potencialmente devastador en todo el Mediterráneo.

La troika mueve sus ideas como fichas de Lego: cuando ya parecía que el acuerdo estaba cerca, fuentes chipriotas explicaron que el FMI y el BCE incluyeron ayer duras condiciones adicionales, en esa partida de póquer en la que acaban convirtiéndose siempre las discusiones sobre los rescates en Europa.

La dureza alcanzó tales niveles que la prensa chipriota informaba de un amago de dimisión de Anastasiadis si la troika seguía por ese camino. Porque las discusiones previas al Eurogrupo especial convocado se basaron en el intento del FMI de apretar más y más: “Presentan exigencias nuevas cada media hora”, decían fuentes chipriotas consultadas por la agencia CNA. Estas informaciones sugerían que el organismo que dirige Christine Lagarde estaría presionando para que el Banco de Chipre, el mayor del país, corriera la misma suerte que el segundo, Laiki, que se dividirá en una banco bueno y uno malo. Las pérdidas de los depositantes que tengan más de 100.000 euros serían en este caso masivas, mucho mayores del 20% que el sábado parecía acordado. “Esto es muy importante. Si fuera así, se desataría el caos”, apuntó una fuente no oficial del Gobierno.

El FMI pretendía también, según esta versión, que el Banco de Chipre asumiera la deuda de 9.000 millones de Laiki con el mecanismo de Asistencia de Liquidez de Emergencia del BCE. “Si se aceptan estas exigencias, no solo se evaporarán los ahorros de los dos mayores bancos del país, sino que el sector entero quedará reducido a la mínima expresión. Soy un eurófilo, pero creo que en ese caso sería mejor empezar a pensar en la salida del euro”, señalaba el analista Yiannis Mouzakis.

Nadie niega la dureza de lo que Anastasiadis debe firmar para evitar el desastre. Pero ha pasado ya el tiempo de los acuerdos negociados con tranquilidad, según el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Cualquier decisión que salga del Eurogrupo será dolorosa.

La tensión es máxima, y eso no deja de ser paradójico a la luz del tamaño de la economía chipriota: el 0,2% del PIB de la eurozona, con una población inferior al millón de habitantes. Las declaraciones de los ministros europeos a su llegada a Bruselas certifican el grado de nerviosismo, tras la fallida reunión de hace 10 días que abrió la caja de los truenos. El alemán Wolfgang Schäuble se mostró desafiante al reclamar que Nicosia “vea la situación de forma realista”. “No hemos llegado muy lejos en la última semana. Las cifras no han cambiado mucho. Espero que podamos lograr un acuerdo, pero eso, por supuesto, depende de las autoridades chipriotas”, dijo Schäuble.

El ministro de Economía y Finanzas francés Pierre Moscovici, desaparecido en el Eurogrupo que alcanzó un primer acuerdo tumbado por el Parlamento chipriota, hizo el mejor resumen de la situación en una entrevista televisada: “A quienes dicen que estamos a punto de estrangular a un pueblo, a quienes dicen que la propuesta europea es inmoral, hay que recordarles que Chipre convirtió su economía en un casino que estaba al borde de la quiebra. Hay que hacer algo para acabar con esa situación aberrante”. “Los depósitos en Francia estarán protegidos pase lo que pase, aunque no pasará nada porque no estamos en absoluto en una situación como la de Chipre”, añadió Moscovici. Francia, en fin, no es Chipre. Eso venían a decir de su país todos y cada uno de los ministros del euro a su entrada en la reunión del Eurogrupo.

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