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La ONU aprueba el primer tratado internacional sobre comercio de armas

La venta internacional de armas queda ligada al récord que el país comprador tenga en materia de derechos humanos

Yolanda Monge
Soldados somalíes en un ejercicio de entrenamiento. La ONU ha levantado parcialmente el embargo de armas al país.
Soldados somalíes en un ejercicio de entrenamiento. La ONU ha levantado parcialmente el embargo de armas al país. PHIL MOORE (AFP)

Con 154 votos a favor; tres en contra (Irán, Corea del Norte y Siria) y 23 abstenciones (entre ellas Rusia, China e India y bastantes naciones latinoamericanas), la Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado por abrumadora mayoría el Tratado sobre el Comercio de Armas. Por primera vez en la historia, la venta internacional de armas queda ligada al récord que el país comprador tenga en materia de derechos humanos.

Llegar a esta “nueva era” –como ha sido definida por los activistas- ha supuesto siete años de negociaciones diplomáticas, más de 10 de campaña por parte de la sociedad civil y superar la frustración del fracaso el pasado jueves de haber logrado una aprobación por unanimidad tras el ‘secuestro’ del proceso por parte de tres naciones que llevaron sus agendas domésticas a la sede de Naciones Unidas en Nueva York al vetar el tratado –las mismas que ayer votaron en contra-.

La reunión de la Asamblea comenzaba a las diez de la mañana hora de Nueva York (cuatro de la tarde hora peninsular española) y se daba por hecho que existiría una mayoría clara para la aprobación del tratado, pero no se esperaban números tan apabullantes. Durante un tiempo, se temió que países que luego se abstuvieron entorpecieran la votación y pidieran, por ejemplo, que se votara cada párrafo del texto —15 páginas— por separado. No fue así.

Tanto el embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, como el cubano, Rodolfo Reyes Rodríguez —cuyo país se abstuvo—, alegaron para explicar su rechazo la supuesta “ambigüedad” del texto, que por ejemplo no aclara el concepto de genocidio.

Llegar a esta “nueva era” –como ha sido definida por los activistas- ha supuesto siete años de negociaciones diplomáticas y más de 10 de campaña por parte de la sociedad civil

Otra de las críticas planteadas por algunos países, entre otros Siria y Nicaragua, es la posibilidad de que el nuevo tratado sea utilizado como un instrumento de presión política contra gobiernos enemigos.

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A partir de ahora, cada país queda libre de firmar o no el tratado y ratificarlo, un proceso que podría llevar hasta dos años, según fuentes diplomáticas. El documento obligará a las naciones que lo ratifiquen a revisar todos los contratos de armamento para garantizar que las armas vendidas no serán utilizadas en países sometidos a embargo, que abusan de los Derechos Humanos y en los que se viola el derecho internacional humanitario.

El tratado pretende impedir que armas convencionales sean usadas en ataques contra población civil o edificios que alberguen civiles, como colegios y hospitales. El tratado abarca los tanques, los vehículos blindados y aviones de combate, los sistemas de artillería de gran calibre, helicópteros de ataque, barcos de guerra, misiles y lanzamisiles, así como las armas ligeras.

Estados Unidos —principal proveedor de armas del mundo—, dio la bienvenida al tratado. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, declaró que la ONU había aprobado “un pacto fuerte que puede robustecer la seguridad global mientras se protege el derecho soberano de los estados a llevar a cabo un tráfico legítimo de armas”. La Administración de Barack Obama ha reiterado que el tratado no afectará al uso doméstico de las armas protegido por la Segunda Enmienda de la Constitución americana y, sin embargo, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, siglas en inglés) lo ha criticado con dureza y ha pedido al Senado que impida su ratificación.

Es un contundente aviso a traficantes de armas, criminales de guerra y genocidas: con el Tratado lo tendréis muy difícil”, asegura Jordi Armadans, director de FundiPau

La coalición Armas bajo Control, que representa a más de 100 organizaciones de la sociedad civil que trabajan en 120 países, ha hecho un llamamiento a todos los Estados para que den prioridad a la firma y ratificación del Tratado. La coalición pide a todos los gobiernos que se comprometan a aprobar la legislación nacional necesaria para que entre en vigor lo antes posible.

Tras 30 años batallando por la paz, Jordi Armadans, director de FundiPau, viajó la semana pasada a Nueva York para asistir a las negociaciones en la ONU. Hoy declaraba que la aprobación del Tratado era “un cambio de era”. “Pasamos de un escenario de descontrol y proliferación de las armas a su regulación global”, ha dicho Armadans. “Es un contundente aviso a traficantes de armas, criminales de guerra y genocidas: con el Tratado lo tendréis muy difícil”, ha finalizado.

Según Anna Macdonald, de Oxfam Internacional, “el Tratado envía un mensaje claro a los traficantes de armas que abastecen a los señores de la guerra y a los dictadores: su tiempo ha acabado. A partir de ahora, ya no podrán operar y armarse con impunidad. El mundo estará observándoles y les pedirá responsabilidades”.

“Una vez que el tratado entre en vigor, el mundo será un lugar más seguro”, ha añadido Macdonald. “Desde las calles de Latinoamérica, a los campamentos en el este del Congo, los valles de Afganistán o las comunidades que viven con el temor de ataques por el comercio de armas no regulado ahora pueden esperar un futuro más seguro”, ha concluido Oxfam.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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