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¿Escalada de amenazas o farol retórico?

Este julio se cumple el 60º aniversario del armisticio que puso fin a la guerra

Kim Jong-Un y el jefe del estado mayor norcoreano en febrero.
Kim Jong-Un y el jefe del estado mayor norcoreano en febrero.KYODO (REUTERS)

Ruptura del armisticio de la guerra de Corea (1950-1953); amenaza de ataques nucleares y con misiles; corte de las líneas de comunicación con Seúl; declaración de estar en “estado de guerra”; puesta en marcha de las instalaciones nucleares. La sucesión de acciones, represalias y pronunciamientos bélicos efectuados en las últimas semanas casi a diario por Pyongyang, en respuesta a las sanciones de la ONU por su prueba nuclear en febrero pasado y a las maniobras militares que llevan a cabo Corea del Sur y Estados Unidos en el Sur, parece no tener límite.

Pero, ¿por qué este crescendo de retórica y amenazas?, y, ¿hasta dónde irá Pyongyang? Las conversaciones para el desmantelamiento del programa atómico norcoreano están suspendidas desde 2009, y Corea del Norte parece tener poco interés en su reanudación. Los expertos creen, más bien, que el régimen del Norte está intentando mantener la tensión y la crisis vivas en la península coreana para llamar la atención de la comunidad internacional, ante unas futuras negociaciones con Estados Unidos, al tiempo que prueba de qué madera está hecha la nueva presidenta de Corea del Sur, Park Geung-hye, y refuerza la lealtad del pueblo norcoreano hacia su joven líder, Kim Jong-un, con un aura de poderío militar del cual carece, dadas su juventud —ronda los 30 años— y su inexperiencia.

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Este año es especialmente importante para la península coreana, ya que el 27 julio se cumple el 60º aniversario de la firma del armisticio que puso fin a la guerra de Corea (1950-1953), y, según expertos como Huh Moon-young, del Instituto de Corea para la Unificación Nacional, Pyongyang intentará cambiar el armisticio por un tratado de paz. De ahí que el Norte esté intentando forzar la máquina para normalizar las relaciones con Estados Unidos, que, escarmentado de experiencias pasadas y lo que considera la falta de compromiso claro de Pyongyang para poner fin a su programa de armamento nuclear, ha adoptado una política de mostrar músculo militar y esperar.

Los surcoreanos están familiarizados con las provocaciones de su vecino, pero el nivel de retórica agresiva de las últimas semanas ha originado preocupación. Tanto Washington como Seúl han asegurado que se toman “muy en serio” las amenazas y están alerta ante la posibilidad de un ataque, pero al mismo tiempo han destacado que no han detectado movilizaciones militares o reposicionamiento de fuerzas en el Norte.

Los expertos consideran que es poco probable que Pyongyang se embarque en un conflicto a gran escala porque sería un suicido para el régimen, pero temen que puedan estallar escaramuzas e incidentes, como el bombardeo en noviembre de 2010 de la isla surcoreana de Yeonpyeong, en el que murieron dos soldados y dos civiles surcoreanos, o el hundimiento de un buque de guerra surcoreano en marzo del mismo año, en el que fallecieron 46 marineros, y que, según una comisión de investigación internacional, fue provocado por un torpedo norcoreano, algo que Pyongyang ha negado.

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El discurso pronunciado el domingo pasado por Kim Jong-un en una reunión del Comité Central del Partido de los Trabajadores, y que ha sido publicado este martes por la agencia oficial KCNA, parece alejar las posibilidades de un enfrentamiento directo con Estados Unidos, gracias a su arsenal atómico y el interés por avanzar las reformas económicas. “Nuestra fuerza nuclear es un elemento disuasorio fiable y una garantía para proteger nuestra soberanía”, dijo Kim. “La paz, la prosperidad y la felicidad de la gente pueden existir sobre la base de un fuerte poder nuclear”.

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