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Las palabras narcotráfico y crimen organizado se vuelven tabú

La cobertura de la violencia en los medios mexicanos se reduce a la mitad en un año aunque los ataques contra ellos aumentan

Juan Diego Quesada
Impactos de proyectiles en las instalaciones de la televisión Canal 44 (Ciudad Juárez). / ALEJANDRO BRINGAS (EFE)
Impactos de proyectiles en las instalaciones de la televisión Canal 44 (Ciudad Juárez). / ALEJANDRO BRINGAS (EFE)

La cobertura informativa de la violencia en los medios de comunicación mexicanos se ha reducido a la mitad en un año, a pesar de que en los tres primeros meses de 2013 se han contado cincuenta ataques contra la prensa.

Las palabras crimen organizado y narcotráfico se han esfumado de la prensa del Distrito Federal y de los noticieros de televisión en abierto. Esto ocurre a pesar de que el número de homicidios se mantiene estable, unos 1.000 al mes. El observatorio de Acuerdo de Medios cree que se debe a que el Gobierno ha dejado de hablar de la guerra del narcotráfico, un término que utilizaba como un mantra el anterior presidente Felipe Calderón, y a que la nueva Administración ha dejado de exhibir a los detenidos en ruedas de prensa con armamento y fardos de droga o dinero.

Otro motivo es que algunos medios han dejado de hablar sobre el tema a la fuerza, principalmente al norte del país. El periódico el Zócalo de Saltillo anunció en marzo que dejaría de cubrir las noticias relacionadas con el narcotráfico para proteger la vida de sus trabajadores. Unas semanas después, el director de un portal de noticias de Ojinaga, un pequeño municipio en la frontera con Estados Unidos, fue acribillado a balazos. “Muy probablemente esta sea nuestra última noticia”, concluía la nota con la que la web contaba el asesinato de su coordinador.

Los ataques a informadores, lejos de descender en el primer trimestre de Peña Nieto, han aumentando un 11 por ciento. Artículo 19, una organización que trabaja por la libertad de expresión, ha contado hasta medio centenar de agresiones a profesionales. Al crimen organizado le achaca 19 de ellas.

Al asesinato del periodista de Ojinaga se suma el secuestro de un reportero en Veracruz, Sergio Landa, del que no se sabe nada desde el 22 de enero. A eso hay que añadir el plagio en febrero de cinco empleados de El Siglo de Torreón que no pertenecían a la redacción. Fueron liberados 24 horas más tarde, pero el edificio del periódico fue atacado por comandos hasta en tres ocasiones durante la siguiente semana. El trabajador de una fábrica cercana que pasaba por ahí murió de una bala perdida. El estado de Coahuila está a la cabeza de las intimidaciones a la prensa. En este periodo las instalaciones de El Diario y el canal 44, de Ciudad Juárez, Chihuahua, también fueron balaceadas.

La organización lamenta en su informe la poca implicación de las autoridades para encontrar a los culpables: “La impunidad con la que operan los agresores de la prensa fomenta los ataques contra la libertad de expresión e impone el silencio a los medios de comunicación como política editorial”.

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En este contexto también ocurren declaraciones como las del jefe de policía de Ciudad Juárez, Julián Leyzaola, calificó a los medios en marzo como “puntos negros”. “Lo único que están haciendo es que ellos mismo construyan su propia tumba”, dijo. Con amigos así sobran los enemigos.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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