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Una idea española intenta abrirse paso en EE UU

Dos jóvenes inventan un protege corbatas y llegan a Nueva York para comercializarlo

Carolina García

Una idea original, dinero y suerte son los tres factores imprescindibles para conseguir que tu producto viaje de España a Estados Unidos. Pablo San Román y Fernando Navarro, dos treintañeros españoles emprendedores, se encuentran estos días en Nueva York para intentar comercializar su producto, un protege corbatas (Tietop). Un recorrido de continente a continente que ha ido fluctuando entre el éxito, el fracaso, la crisis, y un país como EE UU, “que fomenta las ideas nuevas y cuida de los emprendedores”, afirma San Román.

“Cuando comenzamos, los dos teníamos trabajo y este negocio era algo complementario, algo que como innovadores nos resultaba gratificante. Pero en los últimos meses, la situación ha cambiado, yo sigo con mi empleo, pero Pablo y una chica que nos ayuda administrativamente están parados. Ahora este proyecto es su vida, su salida y su ingreso de cada mes”, explica Navarro vía telefónica.

“Queríamos hacer algo original e ingenioso, algo que nadie hubiera pensado y que fuera útil. Pensamos en lo del protector de corbatas. Al ser ingeniero de telecomunicaciones y trabajar en el área comercial llevo muchas veces traje y me la mancho con frecuencia. Nos pusimos de acuerdo y estuvimos pensando en el proyecto unos ocho meses”, dice Navarro.

Según estos jóvenes, las empresas ya no buscan que se inventen nuevas aplicaciones para móviles u “otras cosas que están más acordes con nuestra carrera”. “Al ver algo ten sencillo y útil se quedan alucinados en EE UU y en España”, continúan. Esta pareja ya ideó en 2001 una aplicación por la que los estudiantes de la Complutense podían ver sus notas por mensajes de texto, proyecto que compró el vicerrectorado de la universidad madrileña pero que dejó de usar “cuando cambiaron de rector, rectora en este caso”.

“Cuatro o cinco años de trabajo han merecido la pena; la idea comenzó para proteger las corbatas de las manchas de comida, pero el invento ha pasado a ser un medio de marketing increíble; algo similar a las tarjetas de visita. Cada persona o compañía pueden personalizar su propio Tietop”. La producción del producto se hace entre Elche, Madrid y “otras ciudades que se ocupan del montaje. Hacemos unas 700.000 unidades al mes”, explica Navarro.

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En España todo empezó cuando vendieron la idea a un par de asadores; llegaron a tener un principio de acuerdo con varias empresas como VIPS, Iberia o las tintorerías Pressto, pero después “todo se ha paralizado por la crisis, no hay dinero”. “Aquí en Estados Unidos las condiciones para los emprendedores son diferentes. Si en España vemos a una persona una vez al mes, aquí desde el jueves ya hemos visto a tres”.

Para estos jóvenes en España no se cree en la innovación y no ayuda a los emprendedores. “Es un problema de filosofía de trabajo. Desde el comienzo de la crisis, las empresas no se ocupan del trabajador. Un hecho muy característico de los ERE. Aquí, en EE UU el trabajador es lo primero, es el bien mayor de su compañía”, prosigue San Román.

Para conseguir que te patenten un producto en “este país o internacionalmente, lo que necesitas es una buena idea y original y contar con fondos propios”. La patente nacional les ha constado unos 4.000 euros, y la solicitud internacional, “muy difícil de conseguir”, unos 7.000. “En total, entre los tres habremos invertido unos 30.000 euros”, dice Navarro.

El duro trabajo ha llevado a estos jóvenes a tener un reconocimiento público y a comercializar su producto en España, Chile, Uruguay, Portugal, Reino Unido, Rusia. “En breve, además, intentará lanzarse en Chipre, Qatar y algún otro país en Sudamérica”. En unos días, Tietop va a lanzarse en la plataforma kickstarter para nuevas ideas en EE UU.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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