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El derrumbe de Doña Perpetua

Así cayó la otrora poderosa Elba Esther Gordillo, La Maestra, exlíder de los maestros mexicanos Presentamos fragmentos de un nuevo capítulo de 'Doña Perpetua', libro que ha sido reeditado por Grijalbo y comenzado a circular hace unos días, Los periodistas Alberto Aguirre y Arturo Cano desvelan detalles del acoso y derribo de quien hace apenas dos meses parecía intocable

Gordillo, tras ser detenida.
Gordillo, tras ser detenida.EFE

La Maestra iba descalza. Dos semanas después, las fotografías y el video de su detención no habían sido divulgadas, pero quienes las vieron dicen que Elba Esther Gordillo camina entre dos guardias, en el hangar de Avemex, vestida con unos pants color morado y sin zapatos. ¿Para qué no se echara a correr? Eso dijeron.

Como sea, las imágenes que todo México vio –sin contar su ficha signalética, filtrada por funcionarios de la prisión– fueron las de la poderosa jefa del magisterio tras la rejilla de prácticas. Cuando le fueron leídos los cargos, la Maestra alzó los ojos buscando el cielo y se topó con el techo del juzgado.

Elba Esther fue aprehendida el martes 26 de febrero de 2013 en el aeropuerto de Toluca. Sus cercanos dicen que ella contó que atravesaron otro avión frente al suyo, que subieron a la aeronave varios encapuchados armados hasta los dientes, que la encañonaron y la quisieron tirar al piso. “Están hablando con una maestra, que sí tiene educación, ¿qué quieren que haga?”, fue lo que dijo, mientras la sometían.

La historia de las últimas horas de su poderoso cacicazgo político-sindical se había comenzado a escribir el lunes, cuando recibió una llamada del secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong. La invitaba a cenar al día siguiente. El martes fue el turno al teléfono de Luis Videgaray, hombre fuerte de Enrique Peña Nieto. El secretario de Hacienda le preguntó dónde andaba y si tenía algún compromiso el miércoles por la mañana, pues quería invitarla a desayunar en Palacio Nacional.

Los telefonazos, dicen en su entorno, no fueron casuales. “Querían asegurarse de que ella estuviera en el país”.

Y fueron también la razón por la que Elba Esther voló a Toluca y no a Guadalajara, donde ya la esperaban su yerno, Fernando González Sánchez, ex subsecretario de Educación Básica; Juan Díaz de la Torre, secretario ejecutivo del sindicato, y el resto de su corte.

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A toro pasado, los primeros atisbos se asomaron a mitad de febrero. Según un integrante del gabinete ampliado, originario del Estado de México, el presidente de la República hizo una primera consulta sobre el tema a los secretarios de Estado durante un vuelo en el avión TP 01 de la Fuerza Aérea Mexicana, la tarde del martes 12 de febrero, en el trayecto de Aguascalientes a la Ciudad de México.

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“En Montevideo, después de una reunión con (Emilio) Chuayffet”, confirmó de manera escueta un integrante del staff de Los Pinos, cuando se le pidió precisión sobre el momento en el que Peña Nieto autorizó la acción judicial contra la lideresa del SNTE.

Con su aprehensión –y con el “linchamiento mediático” y las amenazas que marcarían los tres días posteriores– se rompía el hilo más delgado, frágil e impresentable de los “poderes fácticos”. Se mandaba, de paso, un aviso: nadie se mueva, porque todos sus movimientos financieros están registrados.

En su ocaso, ¿quién iba a mover un dedo por doña Perpetua?

24 años en nueve días

¿Paranoia o profecía auto cumplida? Arrancaba febrero y mientras lentamente escalaban las “jornadas informativas” del SNTE para concientizar a padres de familia y líderes sociales sobre los efectos perniciosos de la reforma educativa recién aprobada por el Congreso, en el entorno elbista crecía la preocupación por probables denuncias y “fugas de información”.

“Andan por todo el país investigando a los secretarios generales y reclutando chivatones”, reconoció por esos días Simón Vargas Aguilar, quien de ser un reconocido fiscalista se había convertido en uno de los asesores más cercanos a Elba Esther, gracias a su especialización en asuntos de seguridad personal.

En todo caso, el primer círculo del gobierno federal mantuvo un silencio sepulcral sobre las pesquisas contra los elbistas.

El miércoles 13 de febrero, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda había presentado una denuncia en la PGR contra Nora Guadalupe Ugarte Ramírez y José Manuel Díaz Flores como presuntos responsables del delito de lavado de dinero. En las actuaciones que leyó Alejandro Caballero Vértiz, juez cuarto de procesos penales federales, el nombre de Elba Esther Gordillo Morales apareció hasta una semana después. En apenas nueve días se integró el expediente que acabaría con los casi 24 años de reinado de la chiapaneca.

Nueve días para que el Poder Judicial “obsequiara” la orden de aprehensión en una pesquisa que había arrancado a mediados de diciembre y en la que además de los contadores y los abogados fiscalistas que trabajan en la oficina de Alberto Bazbaz Sacal, jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, involucró a otros personajes cercanos a Luis Videgaray, entre quienes destacan el actual oficial mayor de la SEP, Gustavo Nicolas Kubli Albertini, y Monte Alejandro Rubido, ex director general del CISEN.

En dos meses pasó lo que no había ocurrido en dos sexenios. Y no por falta de ganas.

El principio del fin

La Maestra sabía que en el sexenio que comenzaba no iba a vivir el idilio que tuvo con la pareja presidencial foxista ni recibiría el pago de favores que le dispensaron en la primera mitad del gobierno de Felipe Calderón.

A la elección de 2006 había llegado en la cúspide de su poder. Era la reformadora, la mujer que había derrotado a Roberto Madrazo al precio de ser expulsada del PRI y, sobre todo, la que le había dado a Calderón el empujoncito de votos indispensable para vencer a Andrés Manuel López Obrador en la cuestionada elección presidencial.

Entre el año de su destitución de la fracción parlamentaria del PRI –antes había derrotado a Madrazo, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Chuayffet– y el de los comicios presidenciales, Elba Esther promovió la ruptura de la FSTSE y la creación de otra federación de empleados públicos; hizo reformar, en 2004, los estatutos de su sindicato para que le inventaran el cargo de presidenta; y creó el Partido Nueva Alianza.

Ya en el nuevo gobierno, recibió en pago importantes cargos para sus leales y jugó un papel que fue clave para que se aprobara la reforma del ISSSTE.

Todos esos ingredientes han hecho que sea comúnmente aceptado que, durante el sexenio de Calderón, la Maestra vivió su época dorada. Pero fue también en esa etapa que su fuerza política fue socavada y que su imagen -ya de por sí una de las peores entre los políticos mexicanos-, se hundió en el último círculo del infierno. A ello contribuyó la guerra que le hicieron desde Los Pinos –con o sin autorización de su aliado Calderón- y también el acoso de Televisa, que apoyó sin dobleces al conglomerado de intereses empresariales representado por Mexicanos Primero.

La película De panzazo, patrocinada por este grupo, se estrenó en febrero de 2012. Un pleito de corta duración, pero letal para la Maestra.

La imagen de “reformadora” que le había granjeado apoyos de las elites económicas en 2003, se esfumó por completo.

No soy “sirvienta de nadie”, la sentencia

En las semanas previas a su derrumbe, varios de sus consejeros le habían advertido que Peña Nieto estaba prestando oído a quienes le sugerían no confiar en ella. “La Maestra no es priísta y se ha reposicionado dentro del SNTE. No cometamos el mismo error que el PAN”, le decían al presidente.

Al menos dos de sus colaboradores le advirtieron de investigaciones financieras en curso y la alertaron: en este gobierno no tendremos aliados. Uno más le informó que el secretario de Educación, Emilio Chuayffeyt, había mandado a hacer una “investigación política” para medir la verdadera capacidad de “resistencia” del SNTE a la reforma educativa.

Pero el punto de quiebre se remontaba a la víspera del sexenio.

“No busco puestos, que nadie se preocupe, nunca he pensado ser secretaria de Educación ni sirvienta de nadie, salvo del SNTE”, dijo, retadora, en el discurso de apertura del VI Congreso del SNTE, el 19 de octubre de 2012.

Consciente del escenario por venir –aunque nunca calibró que llegara a su aprehensión- la Maestra había tomado, para esas fechas y según su entorno, la decisión de pavimentar su retiro. Pero el mensaje que envió en el congreso de la Riviera Maya, navegaba en sentido contrario.

A la frase de “la sirvienta”, que sus cercanos reconocen “desafortunada”, siguió una batería de conferencias de prensa y entrevistas en las cuales la Maestra probó que, efectivamente, le hacía falta “entrenamiento mediático”.

En el expediente que fueron armando para el presidente Peña Nieto, queda registro de que en Los Pinos vieron los videos tanto del congreso sindical como de una entrevista que transmitió Televisa.

Al congreso en Playa del Carmen –donde la seguridad estuvo a cargo de enviados de Genaro García Luna– no habían asistido representantes del gobierno federal ni del equipo de transición. Elba Esther había rechazado invitarlos porque quería subrayar que llegaba la hora de la “autonomía” y de “volver a hacer sindicalismo”, pese a que la clave de su poder –como la de todos los líderes gremiales semejantes- siempre estuvo en su relación con Los Pinos.

En la entrevista con Micha -engallada o suicida, según quien haga la lectura-, la Maestra quiso destacar que había roto la proverbial dependencia: “Hoy puedo decir con toda franqueza y con todo respeto, tanto al ex presidente como al actual presidente, que ninguno de los dos tuvo que ver en la elección de Elba Esther Gordillo y su comité y todo lo que se eligió de la vida del sindicato. Y antes sí tenían que ir a consultar a Gobernación quién iba a ser; antes ahí entregaban su renuncia”.

Tres mil delegados aclamaron a la profesora, hicieron filas de horas para tomarse fotos con ella, y el SNTE se dio el lujo de permitir que la prensa estuviera presente en las deliberaciones –incluyendo la presentación del informe de finanzas- y en la votación “secreta y transparente” en la que fue reelecta una vez más.

La imagen emblemática del control indiscutible de Elba Esher sobre la mesa de los ex secretarios generales, fue olvidada en un rincón. Rafael Ochoa Guzmán, José Luis Andrade Ibarra y Tomás Vázquez Vigil se miraban ahí unos a otros, como apestados.

La entrevista del suicidio

La cereza del pastel fue la entrevista que concedió a la conductora de Televisa Adela Micha –a quien la Maestra considera “una amiga”­- y que resultó desastrosa para su estrategia y definitiva para la decisión de su caída. “Fue una trampa”, resumen en el entorno elbista, sobre la entrevista, grabada el 6 de febrero.

En los últimos años, la profesora había optado por las entrevistas a modo. Pero muchas veces le ganaba su inveterada imprudencia y sus asesores se daban de topes cuando la oían desbocarse.

La última con Micha no fue la excepción. Repartió culpas, hizo la lista de sus enemigos y no logró fijar una postura coherente con respecto a la reforma educativa. Eso sí, ofreció: “El sindicato es el sindicato y si hacer valer el peso del sindicato hace que me atropellen a mí que lo represento, adelante, es lo que me toca”.

En la transcripción quedaron marcadas las frases de su sentencia:

“(Sobre el gobierno federal) No, no me están tratando bien... (Pero) no a mí, no es problema mío, ojo, no están teniendo vida institucional.

“(La reforma educativa) Se me hace un acuerdo bastante limitado porque el cambio que se requiere en el sector educativo es estructural.

“No me importa si el gobierno me ve a la baja o a la alta. Lo que me interesa es que el gobierno respete al gremio”.

(Sobre su retiro) “No, no es Chuayffet ni nadie, ¿sí me explico? La vida misma, yo me tengo que ir, los años pesan”.

“-¿Y usted no tiene confianza en el licenciado Chuayffet?

“-Ni él en mí.”

En Playa del Carmen, la decisión del retiro –real, si se da crédito a su círculo más íntimo- caminó en paralelo con un discurso que subrayaba la “autonomía” del gremio, con la decisión de crear un “observatorio” para que el SNTE pusiera en línea toda la información sobre sus decisiones y sus recursos y, sobre todo, con la determinación de “volver a hacer sindicalismo”.

El discurso sonaba desfasado y poco sincero, pues mientras la Maestra lo proclamaba, su yerno, el ex subsecretario de Educación Fernando González Sánchez, buscaba afanosamente ser considerado para encabezar la Secretaría de Educación Pública; y sus operadores pactaban alianzas con el PRI o con el PAN, según conviniera, en los estados que irían a elecciones en 2013.

La incumplida promesa de Peña Nieto

Además de la ropa de lujo y las bolsas caras, de las obras de arte y las Hummer, a la Maestra le gustan las fiestas. Son legendarias las que organizaba para los cumpleaños de su madre, Estela Morales. Tres semanas antes de ser recluida en Santa Martha, Elba Esther celebró su fiesta de cumpleaños –la número 68 o la 70, según la fecha de su nacimiento que se dé por buena. El lugar elegido fue el que ella mandó construir en el rumbo de Santa Fe, el Portal del Sol, el mismo sitio donde la cúpula del SNTE (“la niña de mis ojos”, le gustaba decir) recibió, el 23 de junio de 2012, la visita del candidato Enrique Peña Nieto.

En el remedo de pluralidad llamado Comité Nacional de Acción Política, se impuso la inercia. A pesar de que la Maestra no estuvo presente –condición puesta por el equipo del candidato-, los dirigentes recibieron a Peña al grito de “¡Elba, Elba, Elba!”, puestos de pie. Poco antes, el maestro de ceremonias había informado que si se encontraban ahí era gracias a la “visión” y el “liderazgo” de Gordillo. Peña Nieto apretó los labios, se levantó también de su asiento, pero no siguió el aplauso.

Por cierto, en ese año electoral Elba Esther nunca se reunió con Peña Nieto ni con Luis Videgaray. Ella y su hija Mónica mantuvieron trato con Miguel Ángel Osorio Chong, mientras que su yerno Fernando González se encargó del nexo con Videgaray y con Aurelio Nuño, sobre todo en la etapa de transición.

En su discurso, el entonces candidato dijo a los líderes lo que querían escuchar, aunque luego, ya en el poder, se desdijera: que la evaluación a los docentes sería sólo una “herramienta informativa”. Y selló su compromiso con una reforma educativa que “no puede ser ajena a ustedes, tiene que ser con ustedes”. Pero sin su líder vitalicia, le faltó agregar.

Para la fiesta de cumpleaños el salón fue decorado en rojo, con salas tipo lounge y mesas redondas. En el centro se colocó un sillón donde sólo estuvieron la Maestra Gordillo y sus dos hijas, Maricruz y Mónica, las piezas clave de esa “república romana” que era el elbismo.

Fue una karaoke party. Y la Maestra y sus hijas estuvieron en el centro de todo, cante y cante hasta horas de la madrugada.

¿Señales para quienes creen en ellas? La fiesta estuvo llena de leales, como siempre. Pero si el año anterior el invitado de lujo había sido Miguel Ángel Osorio Chong, a la fiesta de 2013 sólo llegaron tres personajes de la política nacional: el subsecretario de Gobernación Roberto Campa, la panista Gabriela Cuevas, y el gobernador aliancista de Puebla Rafael Moreno-Valle, quizá su más grande viudo político.

* * *

El primero de diciembre, en su toma de posesión, Peña Nieto trazó los cinco ejes de su gobierno que desembocarán, prometió, en un país en paz, incluyente, con educación de calidad para todos, próspero y con responsabilidad global. Luego, pasó a la suyo, las “decisiones” pragmáticas. Anunció 13, que fueron de la licitación de dos nuevas cadenas de televisión a la Cruzada contra el Hambre. Pero ningún asunto, ni siquiera el relativo a una nueva estrategia de seguridad, arrancó tantos aplausos como el anuncio de una reforma constitucional y legal para que “deje de haber plazas vitalicias y hereditarias en el Sistema Educativo Nacional”. Los aplausos fueron tan nutridos como complacida la sonrisa del secretario de Educación, Emilio Chuayffet.

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