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“Fue como un estallido nuclear”

"Ha sido devastador. Nunca había visto nada como esto", relata el alguacil del condado McLennan, Parnell McNamara

La explosión en West.
La explosión en West.Andy Bartee (AP)

La explosión de una planta de fertilizantes cerca de Waco, en Texas,"ha sido como una bomba nuclear". Esto es lo que repetían muchos testigos del estallido, entre ellos el alcalde de la localidad de West, Tommy Muska. De hecho, la explosión provocó un temblor de tierra de 2,1 grados en la escala de Richter, según ha registrado el Servicio Geológico de Estados Unidos. Ello llevó a algunos vecinos a pensar por unos minutos que se había tratado de un terremoto.

Bill Bohannan, que en el momento del desastre estaba de visita en casa de sus padres, cerca de la planta, ha relatado que la explosión fue "devastadora". "Dije, esto va a explotar... Y les dije a mis padres que entraran dentro del coche. Estaba de pie junto a mi coche con mi novia, a la espera de que mis padres saliesen y (la planta) explotó. Nos golpeó contra el auto", ha relatado.

"Hubo una gran onda expansiva", ha contado por su parte Mark Licknovsky, otro vecino de la localidad que trabaja a poco más de un kilómetro de la planta. "Fue entonces cuando supimos que estaba ocurriendo algo muy serio". "Ha sido devastador. Nunca había visto nada como esto", añadió el  alguacil del condado McLennan, Parnell McNamara.

El estallido ha destruido entre 50 y 75 casas. Entre ellas la de Keith Williams. "Todo el techo ha volado. Las ventanas están fuera. Mi gran garage en la parte trasera ha quedado reducido a la mitad", apuntaba. El portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, D.L. Wilson, confirmó la cifra de más de medio centenar de viviendas dañadas y añadió que de un complejo de apartamentos había quedado solo el "esqueleto".

A Jason Shelton, un padre de familia de 33 años que vive a 1,6 kilómetros de la planta, contempló el estallido en el porche de su casa minutos después de haber oído las sirenas de los bomberos, que se dirigían a la planta a apagar el incendio inicial. "Las ventanas temblaron y mis hijos empezaron a gritar. La puerta me golpeó en la frente y todos los vidrios de las ventanas estallaron", ha relatado.

Son algunos de los testimonios de un suceso que, a falta de que se confirmen las cifras de víctimas, se prevé catastrófico. Pese a ello siempre hay espacio para la esperanza y el optimismo. Como el del alcalde de West, Tommy Muska. "No es el fin del mundo. Es un corte en nuestros corazones. Pero somos fuertes. Nos recuperaremos".

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