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España en Twitter y Frau Merkel

La red social permite comentar situaciones complejas de forma simple y viralizar los mensajes

Tom C. Avendaño
Una usuaria utiliza Twitter con su 'smartphone'.
Una usuaria utiliza Twitter con su 'smartphone'.SAMUEL SÁNCHEZ

Un caluroso día de junio de 2012, El Barón Rojo, una de las cuentas estrella del Twitter español, emitió un somero análisis de la interminable crisis europea: “Hay que ver la que montan los alemanes para que en el sur de Europa les resulte barato veranear”. No era el más profundo de los estudios, pero sí uno de los comentarios más representativos de cuantos se publican desde España en la red social para encajar los golpes que le somete su desesperante situación económica. Día tras día, cumbre tras cumbre, el socarrón Twitter español refleja que, si la Unión Europea siente desapego hacia su presente, muchos de sus ciudadanos sienten aún más hacia sus gobiernos.

No es un fenómeno únicamente español. Cuando el ministro del Tesoro británico, George Osborne, se abrió una cuenta en Twitter el pasado 20 de marzo, por ejemplo, se topó con tuits como: “Osborne planea recortar los tuits a 135 caracteres para 2015. Menos a las cuentas de más de 200.000 seguidores. No sea que se vayan al extranjero”. Y un mes antes, la policía investigaba el piso de la directora general del FMI Christine Lagarde, acusada de tráfico de influencias y un tuitero francés se lamentaba: “Dos dirigentes del FMI a los tribunales en dos años. Hasta la mafia colombiana se va a reír de todos”. Pero es algo que España, con siglos de tradición de humor tremendista —lo que antaño fue el chascarrillo barra de bar—, hace bien. Y su situación se presta a ello. “La broma es un reflejo natural ante el dolor”, observa Jillian C. York, de la fundación Electronic Frontier, que en mayo dirigirá una mesa redonda sobre humor político en Internet en Berlín. “Permite comentar situaciones complejas de forma simple y viralizar los mensajes”.

El género tiene un bastión inmutable: Angela Merkel. Las escasas bromas que se hacen sobre ella la reducen a una estricta profesora en el aula llena de niños que es la Unión. “La Constitución española no puede cambiarse así como por capricho. Tiene que pedirlo Merkel”, tuiteaba Masaenfurecida —la cuenta de referencia de este humor que tiende a parodiar el discurso oficial de los políticos nacionales— el pasado seis de diciembre, día en el que España conmemora la promulgación de su constitución.

El humor, en todo caso, es de agradecer. La falta del mismo suele indicar el momento en el que un país se sume en la desesperación. En junio de 2012, antes de las elecciones griegas, se propagó en Twitter la historia de unos turistas alemanes que se negaron a pagar la cuenta en un bar de Creta porque el país estaba en deuda con ellos. Sea verdad o no, es un resumen mucho más crudo de las tensiones entre ambos países.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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