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Putin dice que el ataque de Boston avala su política antiterrorista

El presidente recibe tres millones de preguntas en su comparecencia anual ante la ciudadanía

Pilar Bonet
Putin responde a las preguntas de sus conciudadanos este jueves.
Putin responde a las preguntas de sus conciudadanos este jueves.Mikhail Metzel (AP)

El atentado de Boston ha “confirmado” que la línea del Kremlin contra el terrorismo es “correcta”, según ha dicho este jueves Vladímir Putin en una maratoniana sesión de comunicación con sus conciudadanos en la que el presidente ruso adoptó posiciones nacionalistas y reconoció el enfriamiento de las relaciones con EEUU.

Putin batió sus propios récords ante las cámaras durante las casi cinco horas (4 horas y 48 minutos) que duró el programa trasmitido en directo por tres canales de televisión y tres emisoras estatales. El evento --el número once en su género para el presidente-- se preparó a conciencia y, a semejanza de ediciones anteriores, el jefe del Estado respondió a quienes le interrogaron, en los estudios, por teléfono, por Internet, y por conexión televisada con personas seleccionadas en el amplio territorio ruso. Se recibieron casi 3 millones de preguntas, con predominio de los problemas sociales y económicos. Putin esquivó responsabilidades en estos ámbitos y las transfirió o bien a las Administraciones regionales o bien al Gobierno que dirige Dmitri Medvédev.

Aunque se mostró en contra de ceses, alegando que el Ejecutivo no lleva aún un año de gestión, el presidente indicó que, en caso de necesidad, tiene alternativas y, de forma vehemente y reiterada elogió a Alexéi Kudrin, el ex vicejefe del Gobierno que dimitió por sus diferencias con Medvédev y que se encontraba sonriente en los estudios de televisión. Tras confirmar que había rechazado volver al Gobierno, Kudrin afirmó que en lugar de “medidas a medias” se necesita un programa para superar la dependencia de los hidrocarburos.

Putin recordó que Rusia misma es víctima del terrorismo internacional y afirmó haberse sentido siempre “irritado” cuando en Occidente “llamaban insurgentes a los terroristas que habían cometido crímenes salvajes y sangrientos en Rusia, les prestaban ayuda financiera, informativa y política”. “Siempre dijimos que no hay que dedicarse a hacer declaraciones ante la amenaza común del terrorismo, sino actuar y colaborar”, señaló, para agregar que lo sucedido en Boston “confirmó que nuestra tesis era correcta”. Putin dijo que el “enfriamiento” con EEUU comenzó con la invasión de Irak (2003), cuando “los colegas pidieron que nos sumáramos a ellos”. Afirmó que no había estado de acuerdo con la política occidental ni en Irak ni en Libia. En relación a Europa, admitió que, en su última visita a Alemania y Holanda, ambas grandes socios comerciales de Rusia, había dedicado mucho tiempo a conversar sobre “a las minorías sexuales y otras cuestiones del mismo tipo”.

En cuanto a la lista Magnistski por la que EE UU veta la entrada en el país a 18 funcionarios rusos, Putin dijo que ese documento responde a un “comportamiento imperial en política exterior”. El presidente admitió que la reacción rusa, a saber, la prohibición a los norteamericanos de adoptar niños rusos, podía tener elementos erróneos y concluyó afirmando que “hay que tratarse con respeto y buscar la comprensión mutua”.

Refiriéndose a Stalin, que deportó a todo el pueblo checheno desde el Cáucaso a Asia Central, Putin exhortó a dejar de especular sobre las raíces religiosas y nacionales del terrorismo. “Se puede especular largamente sobre la tragedia del pueblo checheno durante la represión estalinista, pero, ¿acaso fueron ellos los únicos que sufrieron?”, señaló. “La primera víctima de aquella represión fue el pueblo ruso. Ese fue el que sufrió más”, sentenció Putin, que empleó el adjetivo "russki" como concepto cultural y étnico contrapuesto a “checheno”, y no el término “rossian” que significa también “ruso” pero que tiene carácter supranacional. Putin calificó de “delirio” las propuestas para encerrar en Guantánamo a Dzhojar Tsarnaev, el menor de los hermanos sospechosos del atentado.

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Sobre los asuntos de corrupción y robo en las estructuras del ministerio de Defensa que afectan al entorno del anterior titular, Anatoli Serdiukov, Putin insistió en que la investigación judicial había comenzado por orden suya tras su retorno a la presidencia y que el caso se llevaría hasta el final. Por estos asuntos está bajo arresto domiciliario Yevguenia Vasileva, la ex jefe del departamento de relaciones de propiedad del ministerio y amiga del ex ministro. Putin se mostró a favor de la “humanización” del sistema penal en delitos económicos. A Vasíleva, que escribe versos en su casa, le fue denegado el permiso para acoger en su hogar al ex ministro.

Sobre el bloguero Alexei Navalni, que se distingue por la lucha contra la corrupción y al que juzgan por supuesto robo de materiales forestales en Kirov, Putin dijo que los jueces serían “extremadamente objetivos” en el caso. Como prueba de que el sistema de justicia ruso funciona, adujo que solo el 15% de los condenados en primera instancia recurren a instancias superiores. Putin rechazó el argumento de que esta cifra puede ser precisamente un síntoma de la desconfianza que genera el sistema de justicia ruso y dijo además que 800 funcionarios rusos habían comparecido ante los tribunales en 2012. Refiriéndose a la nueva ley que prohíbe a los altos cargos tener cuentas en el extranjero, Putin dijo que, si una persona tiene dinero fuera de Rusia, “siempre está en situación de dependencia de los países extranjeros donde conservan el dinero”.

El jefe del Estado confirmó que el ex oligarca Borís Berezovski le había mandado dos mensajes, uno en febrero escrito a mano y trasmitido por un colaborador empresarial ruso, y otro, entregado después de su muerte por un socio extranjero. En el mensaje Berezovski afirma que cometió muchos errores, pide perdón y la oportunidad de volver, señaló el presidente.

En sus respuestas, Putin demostró que el centro de sus preocupaciones era la “patria” y que subordinaba al ciudadano al desarrollo demográfico y la prosperidad de esa patria, que él concibe como “independiente” y “autosuficiente” y necesitada de gente “en edad reproductiva” y “sana”.

Putin se definió como “hijo de trabajadores”, se distanció de las tendencias liberales a ultranza y se refirió a la necesidad de tener en cuenta factores sociales en la política económicas. Refiriéndose a Anatoli Chubáis, uno de los artífices de las reformas económicas de los años noventa y en la actualidad dirigente del consorcio Rosnano, el presidente subrayó que las reformas dirigidas por ese ejecutivo “se podían haber realizado con muchas menos pérdidas sociales”. Subrayó además que, en el entorno de Chubáis habían trabajado “funcionarios a sueldo de la CIA” norteamericana que fueron juzgados por corrupción en su propio país. Putin dejó abierta la posibilidad de que Chubáis tuviera que responder ante los tribunales por supuestos robos en la institución que dirige hoy.

Putin dijo que el estalinismo y la represión no volverá a Rusia, pero insistió en que las organizaciones no gubernamentales financiadas por el extranjero deben hacer constar esa característica. El jueves mismo, la ONG Golos, dedicada a la transparencia de los procesos electorales, fue multada con 300.000 rublos (7.400 euros) y su presidenta, Lilia Shibánova, con 100.000 rublos más (2.500 euros) por no haber querido inscribirse como “agente extranjero”. Se trata del primer precedente de la aplicación de la nueva ley que obliga a registrarse como agentes extranjeros a quienes practican actividades políticas. Putin dijo estar dispuesto a hablar con la oposición, incluida la oposición fuera del sistema, pero afirmó que esta va camino de desaparecer, ya que tiene la posibilidad de formar partidos políticos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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