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Obama prepara su viaje a una Centroamérica fragmentada

El 3 de mayo viaja a Costa Rica para reunirse con los mandatarios del Istmo, la región más violenta del mundo por culpa del tráfico de drogas hacia el norte

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, encontró el momento de poner pies en Centroamérica. Superados los cálculos de su reelección, vio venir una cumbre de mandatarios en el país menos inestable de la región y se activaron los preparativos. El viernes 3 de mayo aterrizará en la zona más violenta del mundo con una agenda aún incierta pero previsible: el narcotráfico y el crimen organizado deberán estar sobre la mesa como en los años ochenta estuvieron las guerras y en los noventa el comercio.

Seis presidentes con enfoques distintos y problemas variados esperan al jefe de la mayor potencia del mundo. Dos años después de su última visita a Centroamérica, Obama parece decidido a acortar los rezagos de la política estadounidense hacia una región cuyo mayor problema impacta también la seguridad interna en Estados Unidos. El istmo es la autopista del 90% de la cocaína que sale de Colombia con rumbo norte; por aquí pasan las 700 toneladas que entran cada año a Estados Unidos, según datos de Naciones Unidas.

Todos los presidentes de los países del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) confirmaron en principio su presencia en San José, incluido Daniel Ortega, que deja de lado por esta vez sus tensiones con la anfitriona Laura Chinchilla. Todos tienen algo que decirle a Obama. El salvadoreño Mauricio Funes quiere hablarle de sus migrantes y Nicaragua tiene interés especial en su economía ahora que Caracas se centra en asuntos propios. El hondureño Porfirio Lobo ve venir en este 2013 las elecciones que reviven los calores del golpe de Estado del 2009 en el país con la peor criminalidad del continente. El guatemalteco Otto Pérez Molina, recordado por apoyar la despenalización de las drogas desde su territorio al sur de México, no puede faltar a conversaciones sobre asuntos claves para la estabilidad de su gobierno.

Todos enfrentan el deterioro de la seguridad. El crimen organizado depara más violencia letal en la mitad norte de la región (una tasa de casi 80 asesinatos por cada 100.000 habitantes), mientras en Nicaragua, Costa Rica y Panamá aún están en fase de debilitar las instituciones, aunque también alojan violencia, señala Gema Santamaría, investigadora del New School for Social Research. “Los países centroamericanos debería aprovechar esta oportunidad para generar un frente común”, dijo la académica nicaragüense a EL PAÍS.

Todos estos países, sin embargo, entran en grupo en el imaginario en Washington en la categoría de “central american countries”, con su recuerdo de las violencia bélica de los ochenta, con sus maras y sus rutas del narcotráfico, recordó Jaime Daremblum, director del Centro para Estudios Latinoamericanos, en la capital norteamericana. “Hablar de esta región pasa necesariamente por tocar el tema desagradable de la inseguridad”, declaró el exembajador costarricense, quien cree que la agenda de la reunión de mayo podría ir más allá.

Aunque la crisis económica de Estados Unidos haga que mantenga la mirada anclada en su propio territorio y margine al “patio trasero”, la carpeta de las reuniones podría contener temas de economía para la zona en la que logró tender un Tratado de Libre Comercio (TLC) hace siete años. “La seguridad ya no es solo un asunto de policías y jueces. El desarrollo económico es vital para mejorar la calidad de vida, reducir la marginalidad y achicar el semillero de las bandas criminales. Sabemos que en Estados Unidos han comprendido esto ya”, argumentó la máxima autoridad en lucha antinarcóticos de Costa Rica, Mauricio Boraschi.

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Los preparativos van adelantados. La embajada de Estados Unidos en San José informó de que Obama, quien viajaría sin su esposa Michelle, “espera conversar sobre asuntos de preocupación mutua, como el desarrollo económico regional”. Así podría Estados Unidos dar una señal contundente de que volvió a fijarse en Centroamérica, indicó Daremblum, quien aseguró que al gobierno de Obama se le ve decidido a recolocar su mirada en América Latina. El análisis del voto latino emitido (y el abstenido) en noviembre le hicieron mirar hacia el sur.

“Es evidente el cambio en este segundo mandato”, opinó el politólogo Randall Arias, director de la Fundación para la Paz y la Democracia (Funpadem), que asesora al SICA. “Podemos ser optimistas porque, aunque la región no vive su mejor momento de integración, la sola visita de Obama puede ser un empujón fuerte para el consenso para acordar una estrategia eficaz, después del fracaso rotundo que hemos visto hasta ahora”.

Obama juega la carta más segura. Pretende venir a Costa Rica y hablar aquí con una región menos izquierdista que Sudamérica. El único país miembro del ALBA es Nicaragua, con todo y su retórica antiyanqui, aunque su Ejército tiene relaciones fluidas con la Armada estadounidense, señaló el politólogo Luis Guillermo Solís, más escéptico sobre el equilibrio de posiciones. “Centroamérica debe asumir el reto de ser la que plantee al unísono soluciones a los problemas que están matando a su gente, así de crudo. Pero la región está quebrada y el SICA, como organismo, es muy débil”.

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