_
_
_
_
_

La ultraderecha se prepara para dar el salto en las elecciones de 2014

Los sondeos revelan un ascenso de intención de voto para Marine Le Pen

Le Pen reparte panfletos en una fábrica amenazada de cierre en el noroeste del país.
Le Pen reparte panfletos en una fábrica amenazada de cierre en el noroeste del país. F. Nascimbeni (AFP)

“Hollande decepcionará primero a los franceses y enseguida a los propios socialistas”. Eso profetizó hace un año Marine Le Pen, la lideresa del Frente Nacional francés. El tiempo parece haberle dado la razón, y la ganadora moral de aquellas presidenciales —logró un histórico 17,9% de los votos en el primer turno, y muchas de sus ideas fueron plagiadas por Nicolas Sarkozy durante la campaña de la segunda vuelta— está más preparada que nunca para pescar en el río revuelto del desencanto popular en las elecciones europeas y municipales de la próxima primavera.

El Frente Nacional celebrará hoy su particular Primero de Mayo con su tradicional homenaje a Juana de Arco en París. Y este año la ultraderecha francesa tiene cosas que festejar. La coyuntura económica (o antieconómica) y la situación política (o antipolítica) conforman el escenario soñado desde hace tres décadas por la familia Le Pen. El Gobierno socialista se ha desgastado y ha vivido una enorme crisis moral por el escándalo del exministro de Hacienda que blanqueaba su dinero en Suiza. La Unión por un Movimiento Popular (UMP) está partida por la mitad con dos líderes irreconciliables (Jean-François Copé y François Fillon) y sigue sintiendo nostalgia del retirado Sarkozy. El antieuropeísmo no deja de crecer en toda la Unión Europea y el aumento histórico del paro favorece el desconsuelo social.

Un sondeo publicado en abril por Le Figaro estima que Marine Le Pen sería otra vez la tercera candidata más votada si se celebraran hoy las elecciones presidenciales. Obtendría el 21% de las preferencias, tres puntos más que hace un año, tras Sarkozy (28%) y Hollande (23%). Le Pen aumentaría su ventaja sobre su enemigo preferido, Jean-Luc Mélenchon, líder del Frente de Izquierda, que rozaría el 11%. Pero otro sondeo de la televisión BFM indica que Le Pen está ya por delante de Hollande. Estos inquietantes datos, que explican la reacción antialemana del Partido Socialista, se alinean con un cambio estratégico decidido por Le Pen en los últimos meses. La eurodiputada ha ido cambiando de actitud y de lenguaje y al oírla hoy muchos pensarían que milita en la extrema izquierda. El eslogan elegido para el acto de hoy es “Antes que nada, el pueblo”, y cada vez son más frecuentes sus apelaciones a proteger a “los invisibles, los olvidados, las víctimas de la crisis”, que atribuye al “horror ultraliberal que ha creado la sociedad de la pobreza y de las desigualdades extremas”.

Una encuesta de ‘Le Figaro’ asigna al Frente Nacional un 21% de apoyos

Identificando a la UMP y al PS como cómplices de un mismo sistema de notables más cercano al poder financiero que a los ciudadanos y a la clase media, Le Pen ataca los efectos nocivos del euro citando los análisis del sociólogo Emmanuel Todd, muy cercano al ministro socialista Arnaud Montebourg, y adversario acérrimo del Frente Nacional.

La operación de estética iniciada hace tres años, cuando la hábil oradora rubia sustituyó al anciano padre exparacaidista, ha dado otro sibilino giro aprovechando las manifestaciones contra la ley del matrimonio gay. Contra la opinión de otros dirigentes, Le Pen no se ha involucrado en las protestas de los tradicionalistas católicos y obligó a los representantes de su grupo a participar solo a título personal. Así que cuando la organizadora de la protesta, Frigide Barjot, renegó de la violencia de la extrema derecha, Le Pen no sufrió el menor desgaste.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
Las municipales y europeas del año próximo serán claves para el futuro

Lo más inquietante es la investigación de Libération, que ha revelado este martes que el FN lleva meses trabajando en silencio captando y formando a jóvenes militantes con la idea de ampliar y rejuvenecer su aparato político. Se trata de una estrategia de management a largo plazo, realizada puerta a puerta por los pueblos, que imparte a jovencísimos adeptos el ideario xenófobo de siempre. El diario la define como una “mutación subterránea de gran aliento”. La neomaoísta Le Pen la llama su “revolución cultural”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_