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El futuro del Partido Republicano, pendiente de la reforma migratoria

La reforma se ha convertido en una oportunidad para encauzar la opinión del electorado sobre el Partido Republicano

El senador Marco Rubio, durante la presentación de la propuesta de reforma.
El senador Marco Rubio, durante la presentación de la propuesta de reforma.J. Scott Applewhite (AP)

La presentación de enmiendas a la propuesta de ley para reformar el sistema de inmigración, un proceso que comienza esta misma semana, servirá al Partido Republicano para demostrar su apoyo -y rechazo- a los aspectos más importantes de la legislación. El debate que susciten las enmiendas, sin embargo, contiene un importante riesgo para los legisladores republicanos, conscientes de que el voto de muchos ciudadanos, especialmente los hispanos, ya estuvo condicionado el pasado noviembre por la inmigración.

“Existe la sensación de que esta ley es una gran oportunidad para encauzar la opinión del partido entre los hispanos”, explica Matt Barreto, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Washington y director de la organización Latino Decisions, especializada en encuestas sobre hispanos. Según su última encuesta, el 43% de los votantes hispanos deja la puerta abierta a un candidato republicano en las próximas elecciones, si el partido asume el liderazgo en la reforma del sistema de inmigración.

El dilema al que se enfrenta el Partido Republicano en las próximas semanas radica en que no le basta con tener a cuatro senadores entre los miembros de la iniciativa para aprobar la ley. Necesita que ésta sea aprobada. Y para ello, tendrá que superar antes las críticas más amargas de los miembros más conservadores del Partido. Este problema empezará a cobrar forma con la presentación de las diferentes enmiendas a la ley y los estadounidenses sepan qué límites quieren imponer los legisladores de uno y otro lado: cómo quieren mejorar la legislación, por un lado y, por otro, cómo quieren recortar su ambición.

Muchos republicanos sienten que deben participar en este proceso para que no se convierta en un triunfo de los demócratas, sino para todo el país”

En una muestra del tono que puede adoptar este debate, la pasada semana el senador demócrata Patrick Leahy reconoció que podría plantear una enmienda para reconocer los matrimonios binacionales entre personas del mismo sexo, de manera que el ciudadano estadounidense podría solicitar un permiso de residencia para su pareja extranjera.

En menos de 24 horas, Marco Rubio, senador republicano y miembro del Grupo de los Ocho que ha negociado la reforma, se opuso. “Esto puede garantizar que la ley nunca sea aprobada”, aseguró en declaraciones a POLITICO. “Este asunto ya es lo suficientemente difícil. Respeto todas las opiniones al respecto pero si este asunto es inyectado en la propuesta legislativa, ésta fracasará y la coalición que ha permitido impulsarla quedará desintegrada”.

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“Está claro que intenta convencer a una audiencia mucho más conservadora”, argumenta Lynn Tramonte, subdirectora del Fondo para la Educación de America’s Voice. “Su preocupación ahora es cómo va a ser percibido por la comunidad hispana, ya que está defendiendo el acceso a la ciudadanía”.

Los argumentos de Rubio también responden al intento de cambiar la percepción del partido entre el electorado. Según Latino Decisions, el 18% de los hispanos tendrían una opinión más favorable de los republicanos si éstos apoyan la reforma de inmigración, pero para un 41% esa visión podría empeorar aún más si los legisladores más conservadores insisten en su rechazo a algunos de los apartados esenciales de la ley, mientras que para otro 39% su opinión no cambiará.

Si no hay un equilibrio, los más conservadores van a contaminar el debate y la percepción del partido entre los votantes”

“Se ha demostrado que los hispanos querían que los republicanos también respalden la regularización de indocumentados”, explica Tramonte. “Pero si no hay un equilibrio, si no se escuchan estas voces, los más conservadores van a contaminar el debate y la percepción del partido entre los votantes”.

Antes de la llegada de las enmiendas, ambos partidos se han esforzado para que el posible éxito de la reforma sea atribuido a sus propios esfuerzos. Los demócratas cuentan con el liderazgo de la Casa Blanca; los republicanos han accedido a negociaciones bipartitas. Y ambas coaliciones lo reivindicarán en la próxima cita electoral.

Este domingo, el presidente dedicó su mensaje semanal a los ciudadanos a la reforma del sistema migratorio. Entre sus argumentos, destacó que la frontera con México está más segura que en los últimos años. “Hemos puesto más guardias en el terreno que en ningún momento en nuestra historia. Y los cruces ilegales han disminuido en casi un 80% desde su momento más alto en el año 2000”.

El pasado viernes fue el turno del vicepresidente Joe Biden, quien contribuyó al debate sobre el impacto electoral de la reforma al reivindicar que la regularización de 11 millones de indocumentados beneficiará a los candidatos demócratas. “Hay una razón por la que [los republicanos] están preocupados”, dijo Biden. “En cuanto salgan de las sombras, nosotros ganamos”.

“Nadie está diciendo que siete de cada diez hispanos vayan a empezar a votar a los republicanos”, argumenta Barreto. “Existe la sensación de que son más liberales, pero que se mantienen atados a un partido, a ese nivel, es una incógnita”. Según el estadista, el Partido Republicano no necesita alcanzar los porcentajes de apoyo que logró Obama en las últimas elecciones -cuando convenció al 70% del electorado hispano. “Si Romney hubiera tenido el 37% del voto hispano, estaría en la Casa Blanca”.

“Muchos republicanos sienten que deben participar en este proceso para que no se convierta en un triunfo de los demócratas, sino para todo el país”, reconoce Marshall Fitz, director de políticas de inmigración del Center for American Progress. “Es una grandísima oportunidad para resolver un problema extremadamente complicado gracias a la colaboración de los dos partidos, y eso es algo que nadie debería tomarse a la ligera”, añade Tramonte. Según los expertos, si los legisladores respetan y defienden las bases que han sido descritas en el proyecto de ley, ésta acabará siendo firmada por el presidente. Cómo lo interprete el electorado, se sabrá en 2014.

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