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Madres en huelga de hambre

Un grupo de familiares de desaparecidos extreman la exigencia de que el Estado averigüe dónde están sus ciudadanos. Entre 2006 a 2012 hubo 26.000 casos

Pablo de Llano Neira
Ana María Maldonado, madre de un desaparecido.
Ana María Maldonado, madre de un desaparecido.PEP COMPANYS

Delante de la sede central de la fiscalía mexicana, la Procuraduría General de la República, hay un campamento precario de toldos y tiendas de campaña. Desde hace una semana, siete madres y un padre de ciudadanos desaparecidos en México acampan en huelga de hambre para pedir que los atiendan en una reunión conjunta cuatro figuras de máximo poder: el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el Comisionado Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb, y el fiscal jefe, Jesús Murillo Karam.

De momento ninguno de ellos les ha respondido. Pero los familiares de los desaparecidos dicen que se quedarán ahí, sin comer, en medio de la calle, hasta que los atiendan y les expliquen en detalle qué están haciendo para averiguar qué ocurrió con sus hijos.

El campamento está en una vía auxiliar del Paseo de Reforma, una de las principales avenidas de México DF. Ayer por la tarde varias madres se juntaron en una tienda para explicarle su situación a EL PAÍS. Todas llevaban puesta una mascarilla. "A los cuatro días sin comer ya se deja de ser inmune a las bacterias", dice Nancy Rosete, de 39 años. Su hijo Elvis Axell Torres desapareció en 2010 cuando iba en una camioneta hacia la ciudad de Matamoros, en el Estado de Tamaulipas, uno de los agujeros negros territoriales que en los últimos años han ido engullendo un ciudadano tras otro sin dejar huellas.

–¿Cuántos años tendría ahora Elvis Axell?

–20. Tiene 20 –responde la señora Rosete corrigiendo el pasado por el presente, como si el destino de su hijo dependiese en parte de su fe en que vuelva, como si conjugar en pasado la vida de su hijo fuese una capitulación de la esperanza.

Dolores Rodríguez, madre de un desaparecido.
Dolores Rodríguez, madre de un desaparecido.PEP COMPANYS
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El Ejecutivo de Peña Nieto ha cifrado en más de 26.000 el número de desaparecidos durante el sexenio de gobierno de Felipe Calderón: 2006-2012, y ha aprobado una Ley de Víctimas que debería resolver la falta de atención que han sufrido los familiares durante los últimos tiempos. Otra de las madres, Dolores Rodríguez, que por no comer está teniendo problemas de hipertensión, afima que el objetivo de su huelga de hambre es que esa nueva normativa se aplique. Ella dice que por ahora no han notado el cambio, que siguen igual de desamparadas que antes. "Nos traen de un lado para otro y no se hacen las cosas. Nosotras no venimos a conflictuarnos con nadie. Lo único que pedimos es que nos atiendan, pero no nuestros casos específicos, sino todos los casos". La señora Rodríguez, de 45 años, fue un día de 2011 a dejar a su hijo en la estación de autobuses de Tampico (Tamaulipas, otra vez Tamaulipas) y desde ese momento solo supo que el chico nunca se llegó a subir a ningún autobús. Se llamaba, o se llama, Juan Eduardo Olivares, y cuando desapareció tenía 22 años.

Al cabo de un rato de conversación una de las madres dice que es mejor salir de la tienda de campaña. "¿Podemos hacer una pausa? El calor nos está deshidratando". En la última semana solo han tomado suero y agua con unas cucharadas de miel. Hay médicos que las visitan. Las atienden y les dan consejos. Por ejemplo: combinar reposos de dos horas con paseos de 15 minutos. Por ejemplo: tratar de reír de vez en cuando. A Nancy Rosete, la madre que conjuga en presenta el nombre de su hijo ausente, una compañera de acampada le ha pintado sobre la mascarilla una sonrisa de labios carnosos y muy rojos.

La entrevista sigue bajo otro toldo que está más fresco. Erica Montes de Oca, 36 años, cuenta que su sobrino Sergio Eduardo Guillén Montes de Oca desapareció con 27 años en México DF una noche de 2012 en la que se había ido a trabajar. Era empleado de un bar. Antes de desaparecer le dijo por teléfono a su madre que la vería al día siguiente y que por la noche cerrase bien la puerta de casa. Vivían ellos dos solos.

Irma Alicia Trejo Trejo, 46 años, tiene la cara triste. Dice que este martes se ha levantado "deprimida". Su hijo Francisco Albavera Trejo también desapareció en el DF en 2012, cuando iba a su escuela de ingeniería informática. Tenía 22 años. Irma Alicia Trejo dice que tiene hambre. A veces, para olvidarse de que no tienen nada en el estómago, se hacen la broma de que la botella de suero es en cambio un alimento suculento. "Jugamos. Nos decimos, cómete tus enchiladas suizas [en vez de bebe suero], o, ¿habéis visto mis albóndigas con chipotle?. Ahora la señora Trejo sonríe.

Al lado de ella está Ana María Maldonado, 60 años. Su hijo Carlos Palomares Maldonado, desapareció con 34 años en México DF en 2010, un día que iba a negociar el intercambio de unas figuras suyas de Star Wars por un vehículo.

El único hombre que está entre ellas en huelga de hambre es Atanasio Rodríguez, 54 años, cazadora de mezclilla, pantalones de mezclilla, camiseta blanca. "A mi hijo lo levantaron en San Luis Potosí unos policías municipales en 2010. Lo pararon en su vehículo. Llamó a su mujer diciéndole que lo estaba parando una patrulla y hasta la fecha no sé nada de él". El señor Rodríguez parece de buen humor, dentro de su desgracia.

–Para ser del país no estoy tan mal –dice.

–¿Qué quiere decir con eso?

–Que para ser mexicano no estoy tan jodido, pues.

Cuando desapareció, su hijo tenía 32 años, y se llamaba, o se llama, Alejandro Rodríguez González.

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