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Brasil contratará médicos extranjeros para trabajar en las zonas más pobres

La iniciativa del Gobierno de importar profesionales sanitarios de Cuba, España y Portugal despierta recelos

Juan Arias

Brasil pretende contratar médicos en el exterior, sobre todo de España, Portugal y Cuba, para trabajar en el interior pobre del país, a donde no les gusta trasladarse a los médicos locales. El Consejo Federal de Medicina (CFM) no está de acuerda con dicha iniciativa del Gobierno, sobre todo por lo que respecta a los médicos contratados en Cuba, y exige que los que pretendan trabajar en el país pasen antes un examen de reválida.

Carlos Vidal, vicepresidente del CFM afirma que Cuba “gradúa médicos en escala industrial con formación incompleta”. Y añade: “Según los parámetros de Brasil los cubanos no podrían siquiera realizar procedimientos banales, como una traqueotomía”.

El ministro de Sanidad, Alexandre Padilha, del partido del gobierno (PT), ha salido al paso para afirmar que el gobierno está aún “analizando el modelo a adoptar” con los médicos. Según Padilha, existen por ahora sólo dos certezas dentro del Gobierno: la primera, que no habrá convalidación automática de diplomas y que, por tanto, los médicos extranjeros que deseen ejercer en Brasil tendrán que pasar por exámenes y pruebas. La segunda, que tampoco se aceptarán profesionales de aquellos países donde, la relación médico- población, sea peor que la brasileña, que es de 1,7 médicos por mil habitantes.

El Gobierno, estimulado por los alcaldes de los lugares del interior pobre, alejados de las grandes urbes como São Paulo, Río o Belo Horizonte insiste en que faltan médicos, ya que menos de dos por cada mil habitantes no son suficientes. Pero no piensan así buena parte de los profesionales brasileños de la Sanidad, que creen que el problema es más bien la falta de estructuras médicas serias en esos lugares apartados del interior, que les impiden perfeccionarse en su profesión y hace que aquellos que tienen familia no encuentran, por ejemplo, escuelas de calidad para sus hijos.

Y el miedo es que los médicos llegados del extranjero, una vez constatada sobre el terreno la situación de esos centros precarios de trabajo en el interior del país, acaben marchándose a las grandes ciudades ocupando los puestos de los médicos locales.

Hasta tal punto ese riesgo es real que el ministro de Educación, Aloisio Mercandante, ya ha advertido que los médicos que lleguen de fuera tendrán que comprometerse a permanecer en el lugar indicado no menos de tres años. Lo mismo ha subrayado el ministro Padilha quién ha confirmado que esos médicos trabajarán “exclusivamente en áreas pobres” del país.

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El sueldo que hoy el Gobierno ofrece a esos médicos destacados a las zonas más necesitadas y remotas, es de 8.000 reales (4.000 dólares), además de puntos para su curriculum médico.

El presidente de la Asociación Médica Brasileña (AMB), Floriano Cardoso, ha llegado a afirmar, a propósito de la posible contratación de médicos extranjeros sin “rígidos exámenes de conocimiento, habilidad y aptitudes”, que el Gobierno acabará siendo “responsable directo por los errores, complicaciones y muertes que pudieran ocurrir si médicos incompetentes atendieran a la población”.

La Academia de Medicina de Brasil, que reúne a los médicos más importantes, no tiene como tal un parecer propio sobre la polémica en curso. Uno de sus miembros, el catedrático de medicina de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ) José Augusto Messias, creador en Brasil de una experiencia piloto en el mundo de medicina para adolescentes en el Hospital Universitario Pedro Ernesto de Río, ha asegurado a EL PAÍS que "no existe una emergencia sanitaria en el país que justifique la medida extrema de la importación de médicos extranjeros”, coincidiendo en esto con el parecer del CFM. Y añade que la “desasistencia relativa en determinadas regiones del país, se debe a equívocos históricos en las políticas públicas para las carreras médicas”.

Messías ha querido subrayar que “nadie puede oponerse al trabajo de extranjeros en Brasil para cualquier profesional” mientras se cumplan las leyes al respecto, como las existentes para poder ejercer la medicina.

Usando la ironía, el gastroenterólogo brasileño añade que hay algo positivo en la propuesta del Gobierno: “Muestra que en el país de las desigualdades sociales, el acceso a los servicios públicos de salud también es desigual”. Y concluye preguntándose si es posible que los 400.000 médicos brasileños no sean capaces de atender a una población de menos de 200 millones.

Esa es la polémica en curso. Pero las autoridades de las zonas pobres, a veces miserables, a muchas horas de barco, avión o coche de las zonas civilizadas, comentan descorazonados: “La población pobre seguirá muriendo sin médicos brasileños, españoles o cubanos”.

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