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Rousseff escoge para el Supremo a un progresista

Roberto Barroso se ha mostrado a favor del matrimonio gay y del uso de células madre La presidenta ha tardado seis meses en nombrar al magistrado El tribunal examina la revisión de las condenas del caso de corrupción 'mensalão'

Juan Arias
Roussef, en las elecciones presidenciales de 2010.
Roussef, en las elecciones presidenciales de 2010.REUTERS

La presidenta Dilma Rousseff sorprendió este jueves al escoger para suplir al expresidente del Supremo, Ayres Britto, jubilado el año pasado, al abogado constitucionalista Roberto Barroso, de 55 años, conocido por sus posturas progresistas.

Es el tercer miembro de la Corte Suprema escogido por Dilma durante su Gobierno, y por tercera vez ha sido fiel a su propósito de escoger a una personalidad técnica en vez de a un político. 

Esta vez la mandataria ha tardado seis largos meses en nombrar al nuevo miembro del tribunal, que deberá ahora ser ratificado por el Senado.

Era un momento delicado, porque el Supremo Tribunal Federal está en la fase de examinar las peticiones de revisión de las condenas del proceso del caso de corrupción, conocido como el mensalão

Entre los condenados a varios años de cárcel figuran personalidades importantes del Partido de los Trabajadores (PT), el partido del Gobierno. El Supremo se había mostrado duro e intransigente con los políticos del mensalão y se había ganado por ello el aplauso de la opinión pública. Dilma Rousseff, según los analistas políticos, tuvo en estos seis meses muchas presiones para que escogiera un magistrado menos severo y más en sintonía con la parte de su partido que ha considerado el proceso como un “juicio político”. No lo ha hecho.

Al final, la presidenta optó por la línea técnica, eligiendo para el cargo a una personalidad reconocida y elogiada hoy de forma unánime por la prensa del país. 

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Más aún, la decisión de escoger al abogado constitucionalista Barroso, catedrático de la Universidad del Estado de Río (UERJ) y que perfeccionó sus estudios en la Universidad estadounidense de Yale, ha sido elogiada también hasta por el actual presidente del Supremo, Joaquim Barbosa, un juez duro que fue el instructor del mensalão, así como por los magistrados más progresistas. 

Aunque en la lista de los candidatos figuraba también Barroso, hasta la víspera la prensa lo excluía al considerarlo amigo de Barbosa, considerado la bestia negra del PT por sus posturas intransigentes en el proceso de corrupción. Barroso ya se había distinguido por sus decisiones progresistas en materias delicadas de derechos humanos, mostrándose a favor, por ejemplo, del matrimonio gay, del uso de células madre y del aborto en casos excepcionales, al mismo tiempo que se mostró favorable a que se abra en el país un diálogo sobre el tema.

El nuevo ministro del Supremo tiene abierto un blog en el que ofrece material científico a abogados y jueces, además de colgar en él poesías y músicas, lo que lo ha hecho ser considerado un constitucionalista polifácetico e interesado por el arte. Es padre de dos hijos.

Lo que Roberto Barroso pensaba sobre el 'mensalão'

El nuevo miembro del Supremo, Luis Roberto Barroso, escogido por Dilma, publicó junto con abogado Eduardo Mendoza, un artículo que aparece en el sitio web Consultor Jurídico, en el que se condenó la forma como la política se hace en este país y se refiere concretamente al proceso del mensalão: "Parece muy claro que el Supremo Tribunal Federal (STF) aprovechó la oportunidad para condenar toda una forma de hacer política, ampliamente practicada en Brasil. El tribunal acabó trascendiendo la discusión puramente penal y tocando en un punto sensible del mundo institucional brasileño".

Para Barroso, el modelo político "que no viene de ayer" está en el origen del mensalão: "Es comprensible que los condenados se sientan, no sin alguna amargura, como los pescados esta vez, condenados a asumir solos la cuenta acumulada de todo un sistema", escribe.

Barroso no hace distinción entre los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso y los de Lula da Silva en este aspecto: "Ni FHC ni Lula tentaron cambiar la forma en que se hace política en Brasil. Para implementar su agenda política, se adhirieron a ese modelo de presidencialismo sin base ideológica, con elecciones en las que se vota a candidatos y no a partidos, modelo que está en la raíz de buena parte de los problemas políticos brasileños, inclusive los de corrupción" afirmó en una entrevista publicada por la revista Poder en octubre de 2012 , recogida ahora en el blog del analista político César Maia.

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