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La familia del exdictador Videla elude precisar el paradero de sus restos

Las protestas impiden que el exdictador argentino sea inhumado en Mercedes, su localidad natal

Francisco Peregil
Manifestación contra el entierro de Videla en Mercedes, su pueblo natal.
Manifestación contra el entierro de Videla en Mercedes, su pueblo natal.Juan Roleri (AFP)

Jorge Rafael Videla murió el viernes 17 de mayo a los 87 años en el retrete de su celda. Se había caído el domingo anterior mientras se duchaba, se fracturó la pelvis y una costilla y eso le acarreó hemorragias internas que desembocaron cinco días después en un paro cardiaco. Hasta ahí, los hechos avalados por el informe forense, a falta de los estudios complementarios que concluirán dentro de unas tres semanas. A partir de entonces comenzaron los rumores relacionados con su entierro. Y se avivaron hace cuatro días, después de que el abogado de la familia, Adolfo Casabal Elía, anunciase por televisión que la intención era enterrarlo en Mercedes, el pueblo natal de Videla, a 100 kilómetros de Buenos Aires.

Tres vecinos de Mercedes publicaron una carta en medios locales donde se decía que el “siniestro asesino” no podía ser sepultado en el mismo lugar en el que se honran los restos de los asesinados por la dictadura. “El destino final de un genocida, que no se arrepintió de sus delitos, y que morbosamente se llevó con su muerte el secreto de sus atrocidades, no puede ni debe ser un cementerio de paz”. A raíz del escrito, cientos de vecinos convocados por organizaciones como el Partido Comunista de Argentina se concentraron el miércoles pasado en la plaza del pueblo para expresar su rechazo a la llegada del cadáver.

Varios grupos de Mercedes emitieron otro comunicado en el que señalaban que el municipio “no quiere transformarse en depositario de los restos del mayor genocida argentino, ni en centro de peregrinaje del fascismo argentino”. La fachada del cementerio de esta localidad bonaerense de 63.000 habitantes se llenó con enormes carteles donde se relataba la vida de 22 vecinos desaparecidos durante la dictadura (1976-1983). Pero las autoridades locales advirtieron de que no podrían hacer nada si la familia de Videla optaba por enterrarlo en una de las dos bóvedas que poseen en el cementerio.

Para entonces, en las redes sociales de Argentina ya circulaba el texto que escribió el periodista Jorge Kostinger dirigido a la familia Videla: “Ahí está el cuerpo. Sin hábeas corpus, ahí tienen el cuerpo. Unos papeles y es suyo, llévense el envase de su pariente. Cuentan ustedes con un cuerpo. Que les conste que lo reciben sin quemaduras ni moretones. Podríamos haberlo golpeado al menos, que ya hubiera estado pago. Pero nosotros preferimos no hacerlo, eso que sí hizo este cuerpo que ustedes van a enterrar. No lo tiramos desde un avión, no lo animamos a cantar con descargas de picana. Que cante, por ejemplo, adónde están nuestros cuerpos, los de nuestros compañeros. No fue violado. No tuvo un hijo acostado en el pecho mientras le daban máquina. No lo fusilamos para decir que murió en un enfrentamiento. No lo mezclamos con cemento. No lo enterramos en cualquier parte como NN [ningún nombre]. No le robamos a sus nietos. Acá tienen el cuerpo”.

Recogido el jueves en la morgue, el cuerpo deber ser enterrado este sábado

La familia Videla continuó en silencio y el cadáver siguió en la morgue hasta el jueves. Esa mañana sus hijos retiraron sus restos, según publicó el diario Página 12. El mismo diario indicó que la familia pidió al juez Pablo Salas, responsable del depósito de cadáveres, que deseaban que todo fuese “muy reservado”. El juez les señaló que deberían informar antes de las 72 horas sobre el lugar en que habían enterrado el cadáver. Los rumores se fueron disparando sobre posibles municipios de la provincia de Buenos Aires donde se podría estar celebrando la ceremonia. Pero el cadáver no terminaba de llegar a Mercedes.

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Justo una semana después de su muerte, los Videla se limitaron ayer a publicar un escueto anuncio en la sección de Sepelios del diario La Nación en el que apelaban a la pacificación y concordia entre los argentinos: “VIDELA, Jorge Rafael, murió en el Penal de Marcos Paz, el 17-5-2013. Su esposa, sus hijos, nietos y bisnietos agradecemos la inmensa cantidad de expresiones de solidaridad y condolencias que hemos recibido de tanta gente, en su gran mayoría no allegada a nosotros. Hacemos votos y pedimos una oración por la pacificación de los espíritus que nos permita la concordia entre los argentinos”.

La muerte del hombre que simbolizó la dictadura militar provocó un consenso casi generalizado en su país. La mayor parte de políticos, activistas de derechos humanos y columnistas coincidieron en destacar que Videla murió donde debía: en la cárcel después de ser juzgado. Sin embargo, el analista Roberto Gargarella se atrevió a señalar en un artículo publicado en La Nación: “Es preocupante que tantos hayan tranquilizado sus conciencias prontamente, encapsulando las culpas de las violaciones masivas en unos pocos, cuando las torturas y desapariciones se hicieron posibles gracias a aplausos, silencios y complicidades socialmente muy extendidas”.

Tanto fue el repudio que despertó la figura de Videla que en ningún momento se ha suscitado el debate en Argentina sobre si el preso recibió el trato médico adecuado tras su caída en la ducha.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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