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La élite de Guatemala se conjura para lavar la imagen del país

Gobierno y patronal ponen a un lado las diferencias para presentar al país como un destino internacional de inversión

Pablo Ximénez de Sandoval
Inauguración del Investment Summit Guatemala 2013 este jueves.
Inauguración del Investment Summit Guatemala 2013 este jueves.Saúl Martínez (EFE)

Cuando la Cámara de Industria de Guatemala, el sector más poderoso de la muy poderosa patronal guatemalteca, comenzó a perfilar un encuentro empresarial que atrajera a inversores de todo el mundo, no imaginaba que coincidiría en su celebración con un mes demoledor para la imagen del país en los medios internacionales. La sensación de euforia este viernes por la noche entre los empresarios guatemaltecos y el Gobierno del país transmitía no solo el éxito de la convocatoria empresarial, sino el de haber logrado romper, al menos por unos días, la sensación de ser percibido como tierra de atrocidades y corrupción.

Patrocinado por las marcas más importantes de Guatemala y por su patronal, más de 200 potenciales inversores se reunieron jueves y viernes en un hotel de la capital del país para interesarse por un centenar de licitaciones por valor de unos 2.200 millones de dólares, especialmente en construcción y comunicaciones, bajo la marca Guatemala Investment Summit, en inglés. El encuentro comenzó a prepararse hace seis meses, y recibió a posteriori el apoyo del Gobierno, que lo ha promocionado a través de sus embajadas. La convocatoria reunió interesados de más de 60 países, entre ellos 23 empresas españolas.

En un país donde las páginas de sucesos son un parte de guerra, el llamado Guatemala Investment Summit ha copado portadas y ha relegado la corrupción y las masacres que, sin embargo, siguen llenando la prensa. Hace un mes, los sucesos comunes desaparecieron de las portadas para dar paso al exdictador José Efraín Ríos Montt, el espantoso relato público de sus crímenes, y la condena a 80 años de prisión por genocidio que ha conmocionado la sociedad guatemalteca. El anciano general desapareció de las primeras páginas hace una semana, cuando la policía llevó al expresidente Alfonso Portillo a toda velocidad por las calles de Ciudad de Guatemala desde un hospital hasta el aeropuerto, dejando algún accidente por el camino, para ser extraditado a Estados Unidos y juzgado en un proceso de lavado de 70 millones de dólares procedentes de la corrupción.

Protesta a las afueras del Investment Summit Guatemala el jueves.
Protesta a las afueras del Investment Summit Guatemala el jueves.Saúl Martínez (EFE)

En ese contexto, que el Guatemala Investment Summit lograra desplazar semejantes informaciones ya era considerado este viernes un éxito. “Este foro ha acaparado la atención nacional y también internacional”, señaló expresamente durante su discurso de clausura el presidente, Otto Pérez Molina. Fuentes políticas, empresariales y diplomáticas consultadas coincidían en que al menos se había logrado un cambio de relato durante unos días. Un empeño que ha unido a un Gobierno que no tiene precisamente una relación fluida con los poderes fácticos de la patronal.

“No se puede dejar en manos solo del Gobierno la imagen del país”. Así explicaba el viernes por la noche Javier Zepeda, vicepresidente de la Cámara de Industria y alma máter del evento, el origen del Summit. Fue “un acto de reflexión interna”, afirmaba. “Pongamos en alto las diferencias” entre Gobierno y empresarios de Guatemala, vino a ser esa reflexión. Zepeda reconoce las diferencias con el Gobierno en temas como una reforma fiscal, por ejemplo, pero considera que en el Summit se ha demostrado la voluntad común de “trabajar en la generación de empleo, que es lo único que puede sacar Guatemala adelante”.

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Algunas de esas divergencias, aunque sutilmente, se podían ver en el Summit. “Está claro que la única vía posible para reducir la pobreza es la empresarialidad”, dijo el presidente de la Cámara de Industria, Andrés Castillo, durante su discurso. Mientras los empresarios hablaban de generación de empleo para sacar el país adelante, el presidente Otto Pérez insistió varias veces, en solitario, en la necesidad de implantar con urgencia un programa de ‘hambre cero’ en Guatemala. Cuatro de cada diez niños en el país centroamericano sufre desnutrición crónica. En el caso de la población indígena, la desnutrición afecta al 80%, unas cifras que sitúan a Guatemala por delante de toda Latinoamérica y al nivel de estados fallidos de África. Solo el presidente hizo referencia a este brutal dato durante todo el Summit.

Durante el evento, Guatemala se presentó como la “mayor economía de Centroamérica”, al concentrar la población más grande (15 millones), formada en un 70% por menores de 40 años. El ministro de Economía, Sergio de la Torre, aseguró que el país ha sufrido “una transformación radical del clima de negocios” y que se presenta como el futuro “centro logístico de Mesoamérica”.

La clausura del evento a cargo del expresidente chileno Eduardo Frei pretendía poner a Chile y la exitosa internacionalización de su economía como ejemplo a seguir para un país en el que es fácil ser testigo de impactante miseria con poner un pie en la calle. Una manifestación de organizaciones campesinas a las puertas del hotel que albergaba el evento trató de hacerse oír el jueves durante la inauguración. La manifestación, de mensaje difuso, venía a protestar contra los grandes proyectos de inversión hechos de espaldas al campo, mayoritariamente pobre e indígena. “Hoy los inversionistas tienen que llevarse la impresión de que en Guatemala hay quien la defiende, los campesinos”, decía Juan López, de la Coordinación Nacional Maya, que se quejaba de que los “megaproyectos” arrasaban las comunidades campesinas. Los organizadores no podían ocultar una profunda irritación en sus comentarios por los pasillos sobre la manifestación. El presidente, Otto Pérez, dedicó las primeras palabras de su discurso de inauguración a dejar constancia de esa manifestación delante de la élite de Guatemala.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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