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Uno de cada tres alumnos portugueses se queda sin Selectividad por la huelga

El 90% de los profesores de instituto secunda la convocatoria de paro contra los recortes

Antonio Jiménez Barca
Miles de profesores protestan contra los recortes en Lisboa, el sábado.
Miles de profesores protestan contra los recortes en Lisboa, el sábado. JOSE SENA GOULAO (EFE)

Los profesores de instituto portugueses, puestos en pie de guerra desde hace semanas, vapuleados por la crisis y agobiados por las medidas de ajuste, desafiaron al Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho con una huelga estratégica convocada este lunes, fecha en que se celebraba, en todo el país, la prueba de Portugués de los Exámenes Nacionales, equivalentes a la Selectividad. El resultado lo dio el mismo ministro de Educación, Nuno Crato, al final de la mañana: casi uno de cada tres estudiantes convocados a esa prueba no pudieron celebrarla, simplemente, por falta de docentes que vigilaran las salas. Al ministerio le sobreviene, así, un lío monumental, con cerca de 50.000 estudiantes con el examen hecho y unos 22.000 con la prueba pendiente, sin nota y, por tanto, sin acceso a la universidad. El ministro se apresuró a fijar una nueva fecha para que se examinen los que no lo hicieron: será el 2 de julio y añadió que las preguntas garantizarán el mismo grado de dificultad.

Durante la mañana hubo comentarios de todo tipo: en el Liceu Camõens, en el corazón de Lisboa, donde casi 400 estudiantes (de los 500 convocados) se quedaron sin hacer el examen, el padre de una de ellos comentaba en televisión, con cara compungida, que su hija se había pasado una noche angustiosa pegada a Internet para ver si había examen o no. Otro estudiante enfadado sin prueba comentaba que la huelga de los profesores constituía “una falta de respeto a los alumnos y a ellos mismos”. Había otros, sin embargo, que se solidarizaron con sus maestros y que no veían mucho problema en postergar la prueba.

Los profesores se sumaron al paro masivamente. En más de un 90%. Y si solo se quedaron sin examen 22.000 alumnos fue porque, para las labores de vigilancia, bastaba un puñado de profesores por centro y porque fueron reclutados para ello, según denunciaron los sindicatos, profesores de primaria y personal no docente.

Los docentes van a tener que trabajar más horas porque no se sustituirá a los colegas que se jubilen

El malestar de los profesores viene de lejos. Como todos los funcionarios, han visto volatilizarse sus pagas extras por decisión gubernamental, han visto cómo los impuestos suben y los sueldos y los complementos bajan. Los dos últimos años han sido malos. Pero temen más los años que vienen. Los planes del Gobierno, presionado por la troika, prevén un ahorro brutal de 4.800 millones de euros en tres años. Y ese ahorro saldrá, en su mayor parte, de los ministerios de Sanidad y Educación, a base de suprimir puestos y de jubilar funcionarios. Una tenaza que ya ha empezado a cerrarse.

Los profesores van a tener más horas (sin contar las de tutoría o de preparación de clases) y las aulas seguirán creciendo ininterrumpidamente de número de alumnos como consecuencia de que no se sustituyen los profesores que se jubilan y se cuenta cada vez menos con los profesores contratados, esto es, los que no tienen la categoría de funcionarios. David Luna, profesor de Historia en el Instituto de Rio de Mouro, localidad cercana a Lisboa, explica que la media anda ya por 30 alumnos, cuatro más que hace dos años. Añade que esos cuatro alumnos se notan mucho, más si cabe en un ambiente pesimista, a veces desesperanzado, en el que los estudiantes reflejan las penurias que viven sus familias, mordidas por el paro y la depauperación económica. “A veces hay padres que nos piden, simplemente, auxilio”, dice otra profesora de este centro.

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Hay profesores, casados y con hijos, contratados que, para seguir ejerciendo, aceptan un puesto a 200 kilómetros de su casa porque el que tenían ha desaparecido. Y los hay con peor perspectiva: una nueva ley a permitirá que un funcionario sin ocupación pase a una categoría “especial” en la que cobrará un 60% del salario. Pasado un plazo, si esa ocupación sigue sin llegar, pasará a cobrar el seguro de desempleo perdiendo el estatus de funcionario. Eso le puede pasar a Margarida Mota, una profesora de Francés con 35 años de enseñanza de Rio de Mouro, si el año que viene no hay estudiantes de esa lengua. Han desaparecido, por los recortes, los profesores de apoyo a estudiantes con dificultades. Se han reducido las horas de gimnasia y los ayudantes en artes.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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