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La Plata, cuna de Fernández, aún sufre por las inundaciones

Las inundaciones dejaron al menos 78 muertos

Cristina Fernández en su visita en abril a La Plata.
Cristina Fernández en su visita en abril a La Plata.REUTERS

Hace cuatro meses, La Plata, la ciudad natal de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, sufrió unas inundaciones inéditas por su caudal y por la cantidad de muertos que dejó, unos 78. Cuando faltan solo dos días para las elecciones legislativas primarias y obligatorias del domingo próximo, útiles para medir la popularidad del kirchnerismo, la sexta ciudad de Argentina (50 kilómetros al sur de Buenos Aires, con 731.000 habitantes) aún sufre las consecuencias de aquella catástrofe y hasta dirigentes barriales afines al Gobierno de Fernández reconocen que la bronca de la población, aunque la consideran injusta, impactará a la hora de votar.

Tolosa es el barrio de clase media donde vivió Fernández desde su niñez hasta sus tiempos de estudiante de Derecho, cuando conoció a Néstor Kirchner, con quien militó de joven en el peronismo de izquierda, se casó y después se marchó a la sureña provincia de Santa Cruz, de donde era oriundo el expresidente argentino (2003-2007). Tolosa fue también uno de los barrios más afectados por la inundación de abril pasado. Dos de sus vecinos, la abuela y pensionista Natividad Márquez, de 84 años, y su nieto y parado, Marcos Palaia, recuerdan cómo el agua subió hasta un metro y medio en sus casas. La hija de Natividad y madre de Marcos había sido compañera de clase de Fernández en la escuela primaria.

“He perdido un montón de cosas”, cuenta Natividad, que pasa la tarde sentada en la acera de su vivienda. “Vinieron de la municipalidad (gobernada por el kirchnerismo), escribieron que yo pedía una cocina nueva y nunca más me llamaron”, cuenta la anciana, que recibió una ayuda de 722 dólares y alimentos de la Seguridad Social. “No me sirvió para casi nada”, reconoce Natividad. Su nieto quiso pedir uno de los créditos que ofrecían los bancos estatales Hipotecario Nacional y Provincia de Buenos Aires (distrito que también gobierna el kirchnerismo) con tipos de interés subvencionados, pero no lo pudo conseguir porque uno de los requisitos era contar con empleo. “Terminó sacando crédito gente que no tenía nada que ver con la inundación”, se queja Marcos. La corrupción es uno de los asuntos que más están preocupando a los argentinos, según ha quedado de manifiesto en las encuestas de opinión y en las manifestaciones que, con mayor o menor convocatoria, han organizado en las redes sociales ciudadanos antikirchneristas de toda Argentina.

“Quizá algunas personas están conformes con la ayuda del Estado, pero después de las inundaciones vinieron otros temas y ahora el problema es la inseguridad”, plantea Marcos. Argentina padece el mayor índice de robos de Latinoamérica, pero también goza del segundo menor indicador de homicidios de la región. La inseguridad es un problema central, según han reconocido tanto el candidato a diputado del kirchnerismo, Martín Insaurralde, como su principal rival en estos comicios, Sergio Massa, que dejó el gubernamental Frente para la Victoria después de diez años de gobierno –fue jefe de Gabinete de Ministros de Fernández entre 2008 y 2009- para crear el Frente Renovador. El control de las calles es la obsesión de Insaurralde y Massa como actuales alcaldes de dos municipios de la periferia de Buenos Aires, Lomas de Zamora y Tigre, respectivamente.

“Después de las inundaciones se empezaron a hacer obras, limpiaron arroyos y desagotes, intentan mantener limpias las calles”, destaca Marcos. También reconoce que los militantes del colectivo juvenil kirchnerista La Cámpora ayudaron en el reparto de donaciones en los días posteriores a la inundación y durante varios fines de semanas llegaron desde Buenos Aires para seguir colaborando, incluida la hija de Fernández, Florencia Kirchner. “También vinieron los chicos de una escuela de rugby. Lo que más hubo fue solidaridad de los particulares”, cuenta Marcos, que conoce a dos vecinos fallecidos por las aguas.

En plena conversación, un muchacho pasa casa por casa y les deja a Natividad y Marcos las papeletas del kirchnerismo. Él está en el paro, pero no le echa la culpa al Gobierno. El desempleo en Argentina ha descendido al 7,2%, en un año en que la economía está recuperándose (2,8%) del estancamiento de 2012, aunque mantiene una inflación del 22,8%, según diversas fuentes oficiales y privadas. “El problema es que yo no terminé la secundaria, pero hay beneficios de la municipalidad para que termines el colegio o para darte planes de trabajo”, se sincera Marcos, que no sabe a quién votará el domingo. “Soy tan ignorante…”, lamenta el vecino, mientras su abuela comenta que no sufragará porque, como mayor de 70 años, ya no tiene la obligación de hacerlo.

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En la calle 9, esquina con 522 bis, a 200 metros de donde vivía Fernández y donde aún reside su madre, Pamela, de 20 años, estudiante de odontología, vio cómo la casa de su familia se llenó de agua hasta 1,80 metros de altura. “Tenemos la pared descascarada, el techo se cae y a veces se nos corta el agua potable porque se rompió un caño”, describe Pamela, que cuenta que llegaron las donaciones de toda Argentina para los damnificados del desastre y también recibieron ayuda de amigos, desde ropa y colchones hasta agua embotellada y comida. Su padre optó por no pedir los préstamos subvencionados. “Te pedían muchos requisitos y tenías que pagar muchos intereses”, se queja Pamela, cuya familia perdió todas las vestimentas, los electrodomésticos y los muebles. “El intentende (alcalde) y Cristina (Fernández) aportaron poco, pero vi vecinos con ganas de ayudar”, opina esta joven que votará a la candidata a diputada del Frente Progresista, Margarita Stolbizer. En cambio, su novio, Lucas, de 21 años y operador de radio, dice que incumplirá la obligación de votar. “Va a seguir siendo lo mismo”, se justifica.

También muy cerca de la casa de Fernández, en la calle 522, esquina con la avenida 7, un militante social devenido kirchnerista, Alejandro Cinti, atiende en su local. “Vamos saliendo de la inundaciones, pero no a pasos agigantados”, cuenta quien vio cómo el agua cubrió 1,20 metros de su vivienda del barrio de Ringuelet. “Fue una catástrofe, fue un récord, llovieron casi 400 milímetros en tres horas y no estábamos preparados. No podemos culpar a los Gobiernos nacional, provincial o municipal. Pero la gente es muy solidaria. Acá estuvieron los chicos de La Cámpora, los de los partidos de izquierda, de otras organizaciones, vecinos comunes, todos ayudando”, cuenta quien desde hace 20 años fomenta la música, la educación y el deporte entre los jóvenes en riesgo.

“La gente está dolida”, admite Cinti. “El Estado no estuvo ausente, pero no sabía lo que nos iba a tocar, nadie podía imaginar el trabajo de prevención que había que haber hecho”, explica el dirigente barrial de 43 años que este domingo votará por el kirchnerismo, al que se incorporó hace seis. “Voy con el proyecto nacional y popular, pero en las elecciones (presidenciales) de 2015 quizá me presentó solo a las municipales para no tener conflicto con nadie. Pero ahora voto a Insaurralde, que hizo una buena gestión en Lomas (de Zamora), la gente allá lo quiere, no tuvo que mudarse de casa ni va con custodios”, elogia Cinti. En 2011, en los comicios presidenciales, Fernández ganó con el 54% en Argentina y con el 43% en La Plata. Cinti confía en que el kirchnerismo triunfe el domingo en La Plata, “pero no por los porcentajes que se pretendían”. “En el barrio la gente quiere a la presidenta, pero todo se revolvió con el desastre (de las inundaciones)”, concluye Cinti, para quien la inseguridad también es el principal reto de la política argentina.

La protesta de los pobres

A. R. / La Plata

Para recorrer los 50 kilómetros de autopista que separan Buenos Aires de La Plata se necesitaron este jueves tres horas. Sucede que organizaciones de las barriadas pobres bonaerenses habían montado un piquete en la carretera, a la altura del municipio de Quilmes, en el sur de la periferia de la capital, para que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el kirchnerista Daniel Scioli, escuchara sus reclamaciones.

En general, las protestas callejeras de las clases medias de Argentina, Brasil, Chile o Perú reciben una amplia cobertura en los medios de comunicación. No es que el 29% de latinoamericanos que aún vive en la pobreza no proteste. Pero las manifestaciones de los pobres no suelen ser tan masivas ni tan organizadas, pero al menos en Argentina son usuales sus bloqueos de calles y carreteras. Sin embargo, en estos casos los medios suelen relatar la noticia del caos de tránsito que los piquetes ocasionan y a veces ni mencionan las reclamaciones de los manifestantes. No escuchan su voz, pero su grito está.

Las organizaciones de vecinos bonaerenses que cortaron durante cuatro horas de este jueves la autopista Buenos Aires-La Plata llevaban diversas quejas. Por un lado, reclamaban que el Estado bonaerense aumentara la subvención a personas en situación de pobreza, que en la actualidad asciende a 27 euros mensuales y que se ha mantenido congelada en los últimos 15 años, pese a una inflación que supera el 20% desde 2010. Por otro, pedían que se incrementaran los alimentos que reciben los comedores populares, adonde van a alimentarse niños y ancianos pobres. La pobreza afecta a al menos un quinto de los argentinos. Además cortaban la carretera para exigir viviendas dignas en un país en el que un 25% de los hogares es precario. Por último, pedían ayuda escolar. La asignación universal por hijo, que creó el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2009, obliga a los padres a llevar a sus hijos a los controles sanitarios y a la escuela. El Gobierno de Fernández ha repartido millones de ordenadores y libros entre los alumnos. No obstante, las familias que montaron el bloqueo consideraban que las ayudas resultaban insuficientes para afrontar los gastos escolares.

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