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Nigeria anuncia que es “muy probable” que el líder de Boko Haram haya muerto

4.000 personas han muerto en el país africano por la acción del grupo islamista descabezado

José Naranjo
Abubakar Shekau, en una imagen de un vídeo distribuido a la prensa.
Abubakar Shekau, en una imagen de un vídeo distribuido a la prensa.AFP

El Ejército de Nigeria asegura que es “muy probable” que Abubakar Shekau, el líder del grupo terrorista Boko Haram, haya muerto a consecuencia de las heridas que sufrió tras un enfrentamiento con los militares, según un comunicado que ha difundido este lunes. “Según un informe de los servicios de información, es muy probable que Abubakar Shekau haya muerto entre el 25 de julio y el 3 de agosto”, aseguran las Fuerzas Armadas nigerianas. Desde que hace cuatro años Shekau alcanzó la jefatura de Boko Haram, el Ejército y la secta radical, cuyo nombre significa “la educación occidental es pecado” y que pretende la creación de un estado islámico en el norte del país, están enzarzados en una guerra sin cuartel en el norte del país que ha provocado unos 4.000 muertos, debido tanto a los ataques terroristas como a la represión por parte de las fuerzas de seguridad y los militares. Por todo ello, Shekau es uno de los terroristas más buscados del mundo, hasta el punto de que Estados Unidos ofreció en marzo pasado una recompensa de 5,3 millones de euros para quien lograra asesinarle.

Los servicios secretos nigerianos aseguran que Abubakar Shekau, de unos 44 años, resultó herido de bala el pasado 30 de junio durante un enfrentamiento con el Ejército nigeriano que tuvo lugar en una base de Boko Haram situada en el bosque de Sambisa, en el norte del país. Posteriormente, el líder terrorista fue trasladado a Camerún donde aproximadamente un mes después fallecía a consecuencia de sus heridas. Sin embargo, el Ejército no ha podido aportar aún pruebas del fallecimiento de Shekau, que ya fue dado por muerto en una ofensiva militar que tuvo lugar en 2009 y luego apareció como el nuevo líder de la Secta, como se conoce en Nigeria a este grupo radical.

El pasado 12 de agosto, Boko Haram difundió un vídeo en el que el propio Shekau, en aparente buen estado de salud, retaba a los presidentes de las potencias occidentales, como Estados Unidos, Francia o Israel, a que lo capturaran. “No sois rivales para mí”, aseguraba Shekau. En dicho vídeo, el terrorista reivindicaba distintos ataques acaecidos en las últimas semanas y hacía un llamamiento a otros grupos armados de países como Afganistán, Pakistán o Irak a venir en su ayuda para la creación de un estado islamista, según su visión radical, en el norte de Nigeria. Sin embargo, fuentes del Ejército aseguran que este vídeo, del que se desconoce la fecha de grabación, es “falso” y “ha sido rodado por un impostor para engañar a los miembros de Boko Haram con el objetivo de que continúen con el terrorismo”.

Quien sí ha si dado oficialmente por muerto es Momodu Bama, alias Abu Saad, número dos del grupo terrorista. Los hechos se produjeron el pasado 4 de agosto durante un ataque del Ejército en el estado de Borno, al noreste del país, pero fue necesaria una semana para determinar con claridad la identidad del cadáver, según han informado las Fuerzas Armadas. El Gobierno nigeriano ha presentado estos dos asesinatos como parte del éxito que está logrando en la contraofensiva puesta en marcha desde el pasado mes de mayo para intentar frenar el avance de los radicales en el noreste.

Hace una semana, Shekau desafiaba a Occidente en un vídeo: “No sois rivales para mi”

Sin embargo, Boko Haram no ha perdido su capacidad de golpear. Sus últimos ataques tuvieron lugar hace diez días en dos pueblos próximos a Maiduguri, capital del estado de Borno, provocando unos sesenta muertos. El más sangriento se produjo en Kondunga cuando varios hombres armados entraron en la mezquita y “abrieron fuego” contra los civiles que se encontraban rezando, según han informado fuentes del Gobierno. El ministro del Interior nigeriano, Abba Moro, calificó este ataque de “desesperado” y “aislado” e insistió en que el Ejército “ha sido capaz de expulsar a la Secta de sus principales feudos”.

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No es habitual que Boko Haram atente contra civiles musulmanes. Aunque en alguna ocasión miembros de la Secta han lanzado ataques contra clérigos que no compartían sus puntos de vista o mezquitas en las que se predicaba un Islam que consideraban demasiado moderado, lo cierto es que sus principales objetivos siempre han sido iglesias y comunidades cristianas, por un lado, y fuerzas de seguridad, Ejército e instalaciones gubernamentales por otro. En esta ocasión, todo apunta a que miembros de un grupo local de vigilancia que colabora con el Gobierno en la denuncia de terroristas se encontraban rezando en la mezquita.

El pasado 15 de mayo, el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, declaró el estado de emergencia en tres estados del noreste, en concreto en Yobe, Adamawa y Borno, después de una serie de ataques especialmente sangrientos protagonizados por Boko Haram y de que la Secta se hiciera con el control de una parte de Borno. “Es una declaración de guerra”, dijo entonces Jonathan, quien ordenó el despliegue de más tropas en la zona para llevar a cabo una ofensiva sin precedentes contra este grupo terrorista que mantiene estrechos vínculos con Al Qaeda, Al Shabab (Somalia) y grupos que operan en el Sahel como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y Muyao.

La contraofensiva militar también ha supuesto un apagón informativo sobre las tres regiones declaradas en estado de emergencia, así como el corte de las redes de telefonía móvil para impedir la organización de atentados. En las primeras semanas tras la llegada de varios miles de militares al norte, los ataques de Boko Haram se redujeron en intensidad, pero en los últimos días los radicales parecen estar empeñados en demostrar que no será fácil acabar con ellos. Este grupo se nutre del descontento de cientos de miles de jóvenes del norte de Nigeria, de amplia mayoría musulmana, en regiones que registran los peores indicadores de paro y miseria de todo el país.

El norte de Nigeria, mayoritariamente musulmán, es la región más pobre y atrasada del país africano

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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