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Un golpe a Cameron

El primer minístro y líder conservador pierde la autoridad sobre la política exterior

Eslogan contra la guerra ante el parlamento británico.
Eslogan contra la guerra ante el parlamento británico.A. C. (AFP)

“Está claro que el Parlamento no quiere una acción [militar] y el Gobierno actuará en consecuencia”. Esa frase, escueta y contundente, pronunciada por David Cameron al cierre de la maratoniana sesión en la Cámara de los Comunes encierra más que una derrota parlamentaria. El primer ministro británico ve mermada seriamente su autoridad y, en un hecho sin precedentes en la historia moderna del país, ha perdido el control de la política exterior. Si a principios de semana garantizó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que su aliado británico participaría en la entonces considerada inminente intervención militar contra el régimen sirio, el poder legislativo le paró los pies: la votación de anoche descarta cualquier intervención militar de Reino Unido en Siria.

El espectro de Tony Blair, el jefe de Gobierno laborista que embarcó a su país en una campaña militar en Irak con la oposición de una mayoría de la opinión pública británica y de un sector importante de su propio partido, estuvo ayer muy presente en los banquillos de Westminster. Hace una década, la Administración Blair manipuló los informes del espionaje para defender su justificación de la guerra: alegó que Sadam Husein tenía un arsenal de armas de destrucción masiva capaz incluso de alcanzar territorio británico, algo que no ha sido probado hasta la fecha.

Cameron no ha llegado a tanto, pero su aseveración durante el debate de que existen pruebas “convincentes” sobre la implicación del presidente sirio El Asad en el ataque del 21 de agosto en las cercanías de Damasco, y aportando únicamente vagas referencias a los datos recabados por la inteligencia británica, ha jugado en su contra.

La votación de los Comunes va más allá del reflejo de una clase política británica muy dividida ante la perspectiva de nuevas aventuras militares. Porque Cameron cuenta sobre el papel con una mayoría parlamentaria que sostiene su Gobierno (suma a los diputados conservadores los de los socios liberaldemócratas), pero anoche no pudo contar con ella. Un rápido análisis del resultado —y habida cuenta de que el voto es secreto— revela que algunos de los suyos votaron contra el primer ministro y que muchos más se abstuvieron, lo que también significa una negación del aval.

Es más que probable que los parlamentarios liberaldemócratas más reticentes a la sintonía entre el líder de su partido, Nick Clegg, y el jefe de Gobierno conservador también contribuyeran a la derrota del tándem. Los dos se presentarán como dirigentes discutidos entre sus propias filas a la hora de encarar las elecciones generales de 2015.

“Esto no es Irak”, clamó ayer un Clegg acosado por los opositores cuando salió en apoyo de Cameron. La opinión pública parece no estar de acuerdo con él (un 50% se declara contrario a intervenir militarmente en Siria, frente al apoyo de solo el 24%), y los diputados del venerable y férreo Parlamento británico han recogido ese mensaje.

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