El muro de Berlín es hoy Norte-Sur
EL PAÍS y sus socios analizan las elecciones vistas desde otros puntos de Europa
El telón de acero, el muro que trazó la división entre el Este y el Oeste de Europa y que malbarató el continente aun años después de su derribo, obsesionó a generaciones de dirigentes capaces de remar contra su propia opinión pública para sepultarlo. La unificación alemana sembró en 1990 un mundo nuevo que culminó con la ampliación de la UE al Este en 2004. Eso era cuando todo iba bien.
El sueño de unidad que fulguró fugazmente, sin embargo, chocó con la crisis. Los embates de una recesión que ha golpeado a todos ha sido más cruenta con los países del sur, que fiaron su crecimiento a burbujas hinchadas también con el dinero que llegaba de Europa. El resultado, cinco años después de la caída de Lehman Brothers y tras una rígida cura de austeridad impuesta por Alemania, sigue clasificado entre lo malo y lo peor. Ésa es la razón de que las elecciones alemanas del 22 de septiembre sean vistas desde todos los puntos de Europa como un acontecimiento de impacto general en el que, sin embargo, somos solo espectadores. El Norte mira al Sur con recelo y el Sur al Norte con anhelo de cambio. Analistas y redactores de EL PAÍS, Süddeutsche Zeitung, Le Monde, The Guardian, La Stampa y Gazeta Wyborcza, diarios de los seis países más grandes de la UE asociados en el suplemento Europa, analizan esta vez la realidad de Alemania y su dimensión europea. El resultado es una mirada coral que advierte del peligro de un nuevo muro Norte-Sur.