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ANDREI SHARÓNOV | VICEALCALDE DE MOSCÚ

“Moscú no es lo suficientemente atractiva a ojos de los extranjeros”

El tráfico, los altos precios y los malos servicios públicos lastran a la mayor ciudad de Europa

Pilar Bonet
Andrei Sharónov, vicealcalde de Moscú.
Andrei Sharónov, vicealcalde de Moscú.

Moscú, una megalópolis de casi 12 millones de habitantes, se ha convertido en la mayor ciudad de Europa tras su reciente ampliación territorial, pero, por sus numerosos problemas desde el tráfico a la carestía de la vida, “no resulta suficientemente atractiva para los extranjeros”. Así lo dice en una entrevista Andréi Sharónov, vicealcalde a cargo de la política económica del equipo de Serguéi Sobianin, el alcalde que revalida su cargo tras las elecciones del domingo.

En 2012, Moscú absorbió 1.500 kilómetros cuadrados de la región circundante e incorporó así a su jurisdicción una enorme superficie de bosques y zonas verdes y cerca de 233.000 nuevos habitantes. La alcaldía debe ahora asimilar esos espacios e integrarlos en un nuevo plan general de la ciudad en 2015. El ayuntamiento convocó un concurso internacional sobre el desarrollo de la aglomeración de Moscú y las ideas allí suministradas por una decena de equipos servirán de orientación para el nuevo plan, afirma Sharónov, un ingeniero aeronáutico con fama de buen gestor, que fue viceministro de Economía en el Gobierno ruso.

La capital actúa como una aspiradora de recursos. “Moscú supone el 18% del Producto Interno Bruto de Rusia y, según diferentes valoraciones, a través de Moscú se realizan entre el 70% y el 90% de todas las operaciones financieras del país”, afirma el vicealcalde. En la estructura del Producto Regional Bruto (PRB) de la ciudad, el comercio supone el 38,5%, incluido el comercio de los hidrocarburos (13,5% del PRB total); la industria, el 17% y la construcción y servicios inmobiliarios, el 19,7%, dice Sharónov.

La inmigración fue un tema clave en las elecciones a alcalde. “No hay ninguna megalópolis que pueda vivir sin inmigrantes y nuestra tarea es legalizarlos al máximo y también obligar a los empresarios a pagarles legalmente y crearles condiciones de vida normales”, afirma. “En Moscú hay 6,2 millones de puestos de trabajo, de los cuales cuatro millones están ocupados por moscovitas. La población registrada es de 11,8 millones de personas, pero durante el día alcanza hasta 15 millones”, dice Sharónov, aludiendo a la marea humana que se desplaza cotidianamente desde las regiones vecinas para trabajar en la capital.

La herencia de Yuri Luzhkov, el alcalde desde 1992 a 2010, incluye el complejo “Moscow City”, un conjunto de rascacielos con evocaciones neoyorkinas junto al rio Moscova sin apenas plazas de aparcamiento. El ayuntamiento ha logrado desactivar en parte las catastróficas consecuencias del proyecto sobre el tráfico ya colapsado de la ciudad. “Construyeron tres millones de metros cuadrados de superficie, pero nadie pensó en la infraestructura de transporte ni en los accesos”, señala Sharónov. “Hemos rebajado el nivel de construcción y hemos renunciado a edificios ya planeados, entre ellos el que debería haber sido la sede de la alcaldía de Moscú”, dice.

Tanto por sus ingresos, (33.900 millones de euros en 2012), como por sus gastos (39.500 millones) Moscú es la tercera ciudad del mundo, aunque a diferencia de Nueva York -y al igual que Shanghái- es deficitaria. Al transporte va el grueso de las inversiones privadas y del Estado (el 40% en 2012). Moscú está llevando a cabo una ambiciosa ampliación del metro (entre 12 y 14 kilómetros nuevos este año y hasta 60 kilómetros y 33 nuevas estaciones en 2015). A este proyecto, “uno de los más grandes del mundo” en su género, se le suman la reconstrucción de 440 kilómetros de carretera y la construcción 240 kilómetros de ferrocarril de cercanías. Además, la ciudad quiere recuperar el Moscova y modernizar la infraestructura de transporte fluvial.

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Sharónov insiste en que Moscú “no debe ser una ciudad monotemática”. “Es necesario que todos encuentren lo que buscan: buenos sueldos, buena calidad de vida, posibilidades de ocio”. Atraer inversiones es una de las tareas del vicealcalde, que reconoce “los problemas con los hoteles y los servicios, la difícil situación del transporte, la existencia servicios médicos no integrados en las normas de las compañías aseguradoras occidentales y la falta de un sistema de educación escolar que responda a las normas internacionales”. Otro obstáculo son los altos precios, debidos en parte a que los moscovitas tienen un nivel de ingresos que “duplica el de las regiones” y también a la falta de competencia. Para actuar sobre los precios, la alcaldía proyecta crear bases de distribución al por mayor utilizar la experiencia de mercados internacionales, entre ellos Mercasa y Mercamadrid.

La alcaldía se ha esforzado por hacer más acogedora la capital para el ciudadano de a pie. “Se han creado más de 10 kilómetros de zona de bicicletas y peatones a lo largo del Moscova”, dice Sharonov refiriéndose al corredor que ha unido en un conjunto varias zonas de esparcimiento, desde el parque Gorki, al jardín Neskuchni y la zona de Luzhniki. Partiendo del museo al aire libre donde se depositaron los monumentos arrinconados al desintegrarse la URSS, el proyecto integra cultura y naturaleza en un espacio abierto. Además Moscú ha recuperado parques y ha creado nuevas zonas peatonales en el centro, explica Sharónov.

Una de las ideas del concurso internacional para la “gran Moscú” era descongestionar el centro. Pero la propuesta de trasladar al gobierno no ha encontrado acogida en el Kremlin, aunque “hubiera facilitado los flujos migratorios desde el centro a la periferia, donde hubiera creado nuevos focos de atracción”, opina Sharónov. En la conciencia de la gente, Moscú se vincula con el centro histórico y el 85% del territorio de la capital es “una zona gris desprovista de identidad”. La periferia es el “el principal recurso”, pero también “nuestro principal problema”, dice. Al desarrollo de la periferia se dedicará el III Foro Urbanístico, que se celebra en Moscú en diciembre. Allí se espera conocer el resultado del concurso para que el espacio silvestre más céntrico de la capital, las ruinas del hotel Rossia, junto al Kremlin, se conviertan en parque y sala de conciertos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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