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Obama responsabiliza a los republicanos por el retraso de la reforma migratoria

El presidente Obama durante un evento en Washington.
El presidente Obama durante un evento en Washington.JEWEL SAMAD (AFP)

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró en una entrevista este martes que el Partido Republicano es el responsable de que no avance la legislación para reformar el sistema migratorio. Según Obama, en la Cámara de Representantes, dominada por la mayoría republicana, aguardan los suficientes votos para aprobar la regularización de 11 millones de indocumentados.

“Lo único que está reteniendo ahora mismo la reforma es que John Boehner no ha convocado el debate en la Cámara”, afirmó el presidente durante su conversación con la cadena hispana Telemundo. “Tenemos una mayoría de legisladores, demócratas y algunos republicanos en la Cámara de Representantes, que votarían ahora mismo si se celebra esa votación”.

Tras el éxito sin precedentes de las negociaciones en el Senado, que logró aprobar su proyecto de reforma el pasado mes de junio, la legislación se encuentra bloqueada por la falta de acuerdo en la Cámara de Representantes. Allí, la mayoría republicana se ha negado a debatir y después votar el mismo texto que aprobó la Cámara Alta. Sin embargo, esa falta de respaldo no ha sido correspondida con una propuesta distinta que permita mantener el debate.

El presidente declaró que “Boehner no debería temer la opinión de la mayoría” en este asunto porque “una mayoría de estadounidenses considera que debemos hacer algo sobre la inmigración”. Obama sugirió someter el proyecto de ley a una votación “para ver qué pasa”, confiando en que cuenta con los votos para que salga adelante.

¿Qué le impide ahora mismo dar ese paso y convocar una votación?”

Para Obama, la pregunta de por qué no se abre ese debate en la Cámara de Representantes debe responderla Boehner, no él. “¿Qué le impide ahora mismo dar ese paso y convocar una votación?” El líder republicano, el primer miembro de su partido que afirmó el pasado mes de noviembre -inmediatamente después de la derrota de Mitt Romney en las elecciones presidenciales- que los republicanos debían colaborar en la aprobación de la reforma, se ha convertido ahora en su principal obstáculo.

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Desde que el presidente prometiera en 2008 que la reforma migratoria sería una de sus prioridades en la Casa Blanca, y durante los últimos cinco años, cuando la oposición republicana y otros asuntos de mayor peso político han obligado a retrasar el debate, numerosos líderes han pedido al presidente que emplease sus poderes ejecutivos para dar el paso que el Congreso no quiere dar todavía.

Organizaciones de inmigrantes, grupos religiosos y activistas han pedido a Obama que cancele, por ejemplo, las deportaciones de aquellos indocumentados que trajeran a sus hijos, también ‘sin papeles’ hasta Estados Unidos. Miles de estos jóvenes han visto como una orden ejecutiva del presidente, firmada en 2012, anulaba su expulsión del país, un privilegio al que no pueden acogerse sus padres.

“Sería muy difícil de defender en términos legales”, dijo el presidente, rechazando esta posibilidad que muchos ven como su última oportunidad en el caso de que no prospere la regularización de indocumentados que contempla el proyecto de reforma aprobado por el Senado. “Así que no es una opción”.

“Sí que me preocupa a veces que algunos defensores de la reforma empiecen a desanimarse y a pensar que si el Congreso no toma medidas, entonces podremos pedir al presidente que firme una orden que se ocupe de esto y que ya nadie tenga que preocuparse”, afirmó Obama.

El futuro de la reforma migratoria, y el de los 11 millones de indocumentados, se encuentra a la espera de la voluntad de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. El Partido no sólo debe consolidar su respaldo a la regularización de indocumentados, un asunto todavía por resolver, sino acordar también un borrador que permita siquiera iniciar el debate.

Otros asuntos, como la actuación de Estados Unidos en Siria o, en un futuro más próximo, las nuevas negociaciones del límite de la deuda pública y los presupuestos federales, pueden dificultar aún más el avance de una ley históricamente tan controvertida como la de la reforma del sistema inmigración.

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