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Críticas unánimes en Holanda ante el recorte del Estado de bienestar

El Gobierno de centroizquierda no tiene mayoría en el Senado para sacar su plan adelante El primer ministro, Marc Rutte, cree que la oposición “será responsable” y le apoyará

Isabel Ferrer
Los reyes de Holanda, Guillermo Alejandro (derecha) y Máxima.
Los reyes de Holanda, Guillermo Alejandro (derecha) y Máxima.j. j. martín (EFE)

“Holanda ha estado financiando el bienestar con deuda. Ahora quiere crecimiento sin burbujas que puedan pincharse”. La frase es de Jeroen Dijsselbloem, titular de Finanzas, que ha salido así al paso de la avalancha de críticas generada por la planeada reforma del Estado de bienestar. El giro hacia una "sociedad participativa" propuesto por el Gobierno de centro izquierda para afrontar la crisis. El primer ministro, Mark Rutte, necesitado de apoyos parlamentarios para sacarlo adelante, también ha dado la cara. Sin perder la sonrisa, se ha mostrado comprensivo y dialogante. “No me extraña la sensación de la ciudadanía. Reformamos grandes sectores: educación, sanidad, seguridad social, energía… y también recortamos. Los efectos positivos no son aún visibles y la gente está descontenta. Pero queremos surfear en las olas generadas por una sociedad que considera normal asumir iniciativas gubernamentales, como cuidar a los débiles para que sigan en casa”, ha dicho, en un guiño claro al ajuste previsto en la partida de subsidios sociales.

La tranquilidad mostrada por el mandatario, que ha llamado a la oposición “a ser responsable a la hora de negociar”, no ha evitado que los sindicatos se le echaran encima pidiendo más empleo y menos recortes. “El Gobierno está deteriorando la calidad de vida de la gente y de los servicios que recibe”, han dicho, al unísono, sus portavoces. Los editoriales de prensa, por su parte, han coincidido en sus dudas “ante la fragilidad de un Ejecutivo sin mayoría en el Senado y dependiente de la salud de las economías del resto de la UE para avanzar”, en palabras del rotativo NRC Handelsblad. Sus colegas de De Volkskrant, De Telegraaf y Trouw, los más leídos, han coincidido en que tras seis años de crisis, y cinco de recesión, “no será tan fácil sanear la economía”. Sin olvidar que el Gobierno no acaba de abordar “una auténtica reforma del mercado inmobiliario y de trabajo, las pensiones o la sanidad”, según el diario económico Financieele Dagblad.

Para todos ellos ha tenido una respuesta directa Jeroen Dijsselbloem. “Ya no te mandan a casa con un subsidio; hay que trabajar si es posible y aprovechar al máximo el talento”, ha señalado el ministro. Dispuesto a retocar el plan de reformas durante las próximas negociaciones políticas, que se prevén duras, ha hecho asimismo una advertencia. “Que sepan todos de antemano que no tengo mil millones de euros más, ocultos por ahí. Si tocamos una partida donde había que ahorrar, habrá que hacerlo en otras. Y rápido”, asegura. A la vista de su cojera en el Senado, la actual coalición, de liberales y socialdemócratas, parece abocada a hacer concesiones a la democracia cristiana, los liberales de izquierda e incluso los verdes, para materializar la sociedad participativa que promueve. A la espera de las condiciones de los pactos que se avecinan, el último organismo consultor en pronunciarse, el Consejo de Estado, ha expresado también sus dudas acerca del vuelco sanitario y social.

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