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Putin: “Si Berlusconi fuese homosexual, nadie le juzgaría”

El presidente ruso afirma que a Il Cavaliere se le persigue "porque vive con mujeres"

Putin saluda al exprimer ministro italiano Romano Prodi.Foto: reuters_live | Vídeo: Reuters-LIVE! / EFE
Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, tendió ayer puentes tanto hacia Occidente como hacia sus oponentes su propio país en una reunión con más de doscientos invitados a las orillas del lago Valdái, en la región de Tver. El evento, trasmitido en directo por la televisión, era la clausura del club de debate anual Valdái, que este año ha celebrado su décimo aniversario contando por primera vez con la presencia de los líderes de oposición a los que el Kremlin recupera ahora tras ignorarlos durante años. En política internacional, Putin volvió a insistir en sus argumentos sobre la situación en Siria y reiteró que sólo el Consejo de Seguridad de la ONU puede autorizar una intervención militar en Siria. El líder ruso se negó a especular sobre la posibilidad de que Bachar el Asad no cumpla sus promesas.

Por el tono adoptado por personajes de la política rusa que han pasado mucho tiempo gritando en la calle contra la política de Putin quedó claro que éstos también quieren ser recuperados y están deseosos de que las puertas del Kremlin se abran de nuevo para ellos. Tsenia Sobchak, la hija del exalcalde de San Petersburgo y el primer patrón político de Putin, intervino para pedir que se permita participar en política a la "primera generación postsoviética" dispuesta a trabajar en la sociedad. Tras referirse a los problemas de los años noventa y principios de la década de los dos mil, como la guerra en el Cáucaso y los temores de los ciudadanos, Putin dijo que ahora se pueden mirar los problemas “de forma más tranquila”. Putin acogió positivamente los deseos de los jóvenes, pero advirtió que se requiere espíritu constructivo y profesionalidad. “Espero que aparezcan líderes brillantes. El país los necesita”, dijo.

El líder de la oposición en Moscú, Alexéi Navalni, no acudió a la cita de Valdái, aunque había sido invitado a ella. “Ignoró la invitación y cuando se dio cuenta de su importancia ya era demasiado tarde”, manifestó Ilia Ponomariov, uno de los más activos participantes en los mítines contra las irregularidades electorales. Ponomariov cree ahora haber conseguido respaldo del Kremlin para sus intenciones de presentarse a las elecciones por la alcaldía de Novosibirsk el año próximo.

Entre los numerosos invitados se encontraban veteranos estadistas como el ex presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, o el ex ministro de Defensa de Alemania, Volker Rühe, y expertos en relaciones internacionales y en temas rusos, entre los que predominaban estadounidenses y británicos. Ante este auditorio, los representantes de la oposición, muchos de ellos largamente vetados en las televisiones estatales, interpelaron al presidente sobre los problemas para el futuro de la democracia en Rusia y sobre la posibilidad de que utilice sus poderes para amnistiar a las 28 personas que son juzgadas actualmente acusadas de participar en los desordenes del 6 de mayo de 2012 en la plaza Bolotnaia de Moscú, en vísperas de la toma de posesión del líder. Putin dijo que “no excluía” la posibilidad de amnistiarlos, pero señaló que debe dejarse actuar al sistema judicial primero.

No faltó la situación de las minorías sexuales en Rusia y la preocupación que éste suscita en occidente. Putin se adelantó a los planteamientos y preguntas de sus interlocutores y tras hablar de su buena relación con el exjefe del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, exclamó: “Le juzgan ahora porque vive con mujeres pero si Berlusconi hubiera sido homosexual, nadie hubiera levantado un dedo contra él”. Prodi, al que Putin había incluido en la categoría de amigo suyo en igualdad de condiciones con Berlusconi, hizo un gesto de protesta, pero acabó echándose a reír. Por lo demás, la argumentación del líder ruso fue la habitual, a saber, que los problemas demográficos de Europa y de Rusia no pueden solucionarse con los matrimonios homosexuales. La ley rusa prohíbe la propaganda de la homosexualidad entre los menores, pero las minorías sexuales, dijo, no están discriminadas en Rusia y tienen acceso a cargos y a condecoraciones del Estado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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