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Cruz profundiza la división republicana con su discurso contra Obamacare

El senador tejano habla durante casi 22 horas en un falso filibusterismo que no evitó que el Senado acabara rechazando la ley que dejaba sin fondos la reforma sanitaria

Yolanda Monge
Ted Cruz hace declaraciones a la prensa tras hablar en el Senado durante casi 22 horas.
Ted Cruz hace declaraciones a la prensa tras hablar en el Senado durante casi 22 horas.JASON REED (REUTERS)

Cambió sus perpetuas botas vaqueras por zapatillas de deporte negras y entró en casi práctica soledad en la sala del Senado donde pondría en escena un maratoniano monólogo cuyo único fin era declarar a sus votantes –los actuales y los posibles en 2016- su odio visceral por la bautizada por sus detractores como Obamacare, la reforma sanitaria de Barack Obama. Tras ajustarse los botones de la chaqueta –a las 14.41 del martes-, el senador republicano Ted Cruz declaró que pensaba hablar hasta que no pudiera “mantenerse en pie”.

En principio, lo que Cruz –cachorro del Tea Party, 42 años- parecía estar poniendo en práctica era la tradicional maniobra conocida como filibusterismo –explicada con maestría al público por Frank Capra en 1939 en la cinta ‘Caballero sin espada’ (‘Mr Smith Goes To Washington’, en el título original en inglés, interpretado por James Stewart)- que se realiza para impedir un voto determinado, en este caso retrasar la votación en el Senado de la ley que la semana pasada aprobó la Cámara Baja y que condicionaba la extensión del presupuesto a la eliminación de los fondos para reformar el sistema sanitario de Obama. Esa ley será rechazada por la Cámara Alta, donde los demócratas tienen mayoría, y reformada para que se evite la suspensión de pagos –lo que puede suceder el 1 de octubre, el martes próximo- sin tener que clausurar el sistema sanitario, la única joya de la Corona de la Administración de Obama.

Pero lo de Cruz era todo puro teatro. Conocedor como nadie del sistema, el astuto Harry Reid –senador demócrata por Nevada con casi 30 años en el Capitolio de Washington-, programó un primer voto reglamentario sobre la ley aprobada el pasado viernes para este miércoles a la 1 de la tarde, con lo que Cruz tendría que ceder la palabra y dejar de hablar sí o sí. El filibusterismo solo es tal si se utiliza para frenar una determinada legislación. No era el caso.

Cruz parecía estar poniendo en práctica la tradicional maniobra conocida como filibusterismo –explicada con maestría al público por Frank Capra en 1939 en la cinta Mr Smith Goes To Washington- que se realiza para impedir un voto determinado,

Pero Cruz habló y habló y habló. El senador tejano habló durante 21 horas y 19 minutos en su falso filibusterismo, evocando momentos de la Segunda Guerra Mundial y la ofensiva nazi; disertando sobre el papel de Darth Vader en la Guerra de las Galaxias; su vocación de pirata cuando era niño; el actor Ashton Kutcher; o el momento estrella, cuando el político informó a la audiencia que había llegado la hora de que sus hijas se fueran a la cama y las iba a leer un cuento, lo que hizo y todos supieron que el clásico infantil de Dr Seuus Huevos verdes con jamón era su favorito. Por supuesto, todo amenizado con un brutal ataque a la reforma sanitaria, “asesina responsable de la destrucción de empleo en EEUU”.

A las 12 del mediodía de este miércoles, Cruz debía de abandonar la sala y ceder la palabra a sus correligionarios, que ordenadamente, calladitos y sin profesarle demasiadas miradas tomaban sus puestos. El maratón de retórica de Cruz no reescribirá el final de la batalla contra Obamacare. Pero Cruz consiguió su objetivo. Sin practicamente ningún colega a su lado –a excepción de Mike Lee, republicano por Utah y su camarada en la cruzada para dejar sin fondos la reforma sanitaria; Rand Paul, Kentucky y el último senador en practicar filibusterismo en marzo durante 13 horas contras los drones durante la confirmación del director de la CIA; Jeff Sessions, Alabama; Pat Roberts, Kansas; o Marco Rubio, Florida, de ascendencia cubana como el senador de Texas-, Cruz se consagró como el hombre que ha abierto una brecha ya de sí profunda entre el Partido Republicano y las reaccionarias bases del Tea Party.

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Según la perversa lógica política que se ha apoderado en los últimos tiempos del GOP (ese gran y viejo partido de Abraham Lincoln), cuanto peor considerado está un senador en Washington más alta es su cotización en casa, que es al fin y al cabo de donde salen los votos y Cruz ya hace planes para las primarias presidenciales de 2016 –en 2014 su escaño no está en peligro-.

Cuanto peor considerado está un senador en Washington, más alta es su cotización en casa, que es de donde al fin y al cabo salen los votos

A Cruz no le importó haberse quedado solo en la madrugada del miércoles en el Capitolio, ayudado por sus colegas del Tea Party que tomaron el relevo de su variado discurso para que el tejano pudiera ir al menos una vez al baño y estirara las piernas alrededor de su asiento –además de picotear algo, nunca frente a las cámaras, como le recomendó su colega Rand Paul-. Cruz tenía una audiencia que iba más allá del ‘Beltway’ de Washington, desde los grupos evangélicos de Iowa hasta los libertarios de New Hamsphire y todos aquellos activistas cuya pasión por una causa puede transformarse en una campaña presidencial.

En una prueba de cómo la actuación de Cruz ha suouesto una ruptura con sus colegas de filas, la Conferencia Republicana del Senado convocó a sus 46 miembros para una reunión especial para intentar reconducir sus posiciones y dejar de atacarse unos a otros y centrase en acabar con Obamacare. Son mayoría en el Partido Republicano quienes están de acuerdo con el objetivo de eliminar la reforma sanitaria de Obama pero no en las tácticas usadas por Cruz -como la negación de fondos-.

Si EEUU entra de nuevo en la espiral que le sitúa ante el abismo de la paralización de sus servicios públicos y la suspensión de pagos debido a malos cálculos políticos republicanos, los ciudadanos los culparán a ellos de sus males y no a la Administración demócrata, lo que se traducirá en una mala posición de cara a las siguientes elecciones a las Casa Blanca, que los republicanos han perdido ya dos veces consecutivas.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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