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El ejército libanés regresa a las calles de Hezbolá

El coche bomba vuelve a atormentar a los libaneses que ven como los radicales del conflicto sirio desbordan sus fronteras

Natalia Sancha
Un puesto de control militar en Dahie, Beirut, el 23 de septiembre.
Un puesto de control militar en Dahie, Beirut, el 23 de septiembre. JOSEPH EID (AFP)

En Dahie, periferia sur de Beirut y feudo de Hezbolá, el ejército libanés ha tomado esta semana el relevo de la seguridad. La participación de la milicia chií en el conflicto sirio en apoyo al régimen de Bachar El Asad le ha costado ya dos ataques terroristas en este barrio mayoritariamente chií que habitan 750,000 libaneses. La primera a modo de aviso el 9 de julio dejó 50 heridos. Tres semanas más tarde una segunda bomba se cobraba la vida de 27. El coche bomba vuelve a ser este viernes la peor pesadilla para unos libaneses que ven como los grupos radicales nacidos del conflicto sirio desbordan sus fronteras. Controles militares, detectores de explosivos, barreras de hormigón frente a lugares de culto, supermercados y centros comerciales proliferan aumentando el pánico de la población.

Tras los atentados en Dahie que se siguieron de otros dos coches bomba en el norte del país, la milicia decidió tomarse la seguridad por su propia cuenta desplegando en sus áreas centenares de hombres portando walkie talkies y gorras amarillas apostados detrás de verjas de metal. Medidas que no solo acrecentaron el ya insoportable tráfico sino que motivaron el rechazo de parte de la población que no veía con buenos ojos que civiles, algunos armados, actuaran como un ejército privado en el país. Los encontronazos aumentaron hasta que el pasado 8 de septiembre un convoy de coches que acompañaban una boda rechazó ser registrado en un control de Hezbolá. La reyerta se saldó con un joven palestino muerto y la decisión del gobierno libanés de desplegarse en una zona hasta ahora controlada casi exclusivamente por la milicia.

Unos 800 soldados de una fuerza mixta compuesta por el ejército y los servicios de seguridad se desplegaron el pasado lunes en Dahie instaurando controles militares y apostando tanques en las principales arterias de la periferia beirutí. Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, aclamaba la decisión al tiempo que se liberaba de una incomoda responsabilidad: “Damos la bienvenida a este paso y apreciamos gratamente esta decisión nacional tomada por el gobierno” declaraba Nasralá al tiempo que llamaba a una colaboración plena de los ciudadanos de Dahie para con los soldados. El bloque opositor del 14 de marzo ha aprovechado para arremeter contra el partido-milicia resaltando que el relevo en la seguridad no es más que otra muestra del fracaso de la milicia.

En Dahie tres hombres conversan cerca de uno de los recién instalados controles del ejército. Abou Oussam, en la cincuentena se muestra favorable a las nuevas medidas: “Aquí siempre hubo ejército libanés, no es nada nuevo, pero ahora son más visibles. Es natural que Hezbolá desplegara sus hombres. Si estamos bajo una amenaza de ataque lo lógico es que defienda a su población. De hecho me da más seguridad Hezbolá que el ejército”. Junto a él otro hombre acude en defensa de Hezbolá: “ Cualquiera que se pasee por Dahie verá que no hay hombres armados en las calles y que puede andar libremente” apunta en un desafortunado momento ya que un cuarto hombre pistola al cinto se une a la conversación. Dice ser un comerciante de oro, con permiso para portar armas para defender su mercancía cuando viaja en el país. Pasan otros dos jóvenes en moto pistola al cinto también.

El relevo de la seguridad se hace de cara al público y ordenadamente pero la entrada del ejército libanés en Dahie se hace a la par que los hombres de Hezbolá regresan a su habitual invisibilidad. Y ello en un barrio que es morada del líder Sayed Nasralá quien desde 2006 y temiendo un ataque de Israel permanece oculto.

Las zonas controladas por Hezbolá se extienden al sur del país en la frontera con Israel, a la Bekaa al este en la frontera con Siria y en la periferia sur de Beirut. En 2006, el ejército libanés entraba por primera vez en el sur del Líbano hasta entonces controlado por la milicia. Hoy, muchos opositores a la milicia esperan que el paso dado en Dahie se replique en la Bekaa. El regreso del ejército libanés ha desempolvado también el espinoso asunto de las armas de Hezbolá, única milicia que tras el acuerdo de Taef que puso fin a la guerra civil libanesa (1975-1990) mantuvo las armas llegando a convertirse en la milicia más fuerte de la región y considerada más poderosa que el propio ejército libanés.

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Maruan Charbel, ministro de interior libanés, ha sido el instigador de las nuevas medidas de seguridad justificando la anterior escasa presencia de unos 200 soldados en Dahie con la falta de efectivos. No obstante, el despliegue militar no ha logrado acallar la guerra retórica que mantienen abierta los dos bloques políticos tras 7 meses de un gobierno de transición que no logra ponerse de acuerdo para celebrar unos comicios electorales. Para Hezbolá, ésta es una nueva oportunidad para reiterar su ya conocido eslogan: “ El Ejército, el pueblo y la resistencia”.

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