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El Senado de Brasil rechaza que votar no sea obligatorio

La Constitución brasileña considera que la votación es un deber ineludible, pero la sociedad reivindica su madurez para elegir

Juan Arias

Los ciudadanos brasileños se consideran lo suficientemente maduros para no ser forzados a ir a votar. No así el Senado que, en la Comisión de Constitución y Justicia, ha rechazado por 17 votos en contra y seis a favor una propuesta de ley para implantar en Brasil el voto facultativo. El voto es considerado un derecho por la Constitución, pero además es obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 65 años. Quién no vote y deje de justificar los motivos puede recibir penas severas. Atestiguar el voto es necesario, por ejemplo, para poder participar en un concurso público o para obtener o renovar el pasaporte.

Al mismo tiempo, basta, para quién no vota y ofrece alguna justificación, pagar una multa de poco más de un euro para que no tenga consecuencias. Así, un derecho se convierte a la vez en una obligación.

Los motivos alegados por los que han echado al traste con una votación tan amplia contra el proyecto de ley son varios. La que quizás esté llamada a levantar más polémica es la del senador Aloysio Nunes Ferreira del PSDB, el principal partido de la oposición. Según él, “las democracias avanzadas y consolidadas tienen una sociedad civil muy fuerte”, dando a entender que para dejar libertad de voto es preciso que la sociedad civil sea “fuerte”, lo que a la vez significaría que la sociedad brasileña aún no es lo suficientemente consolidada como para no obligar a votar a sus ciudadanos.

Sin embargo, existen hoy países que gozan de libertad de voto con sociedades civiles bien diferentes, como por ejemplo, Estados Unidos y Venezuela. Otros senadores como Pedro Simon, del centrista PMDB, aliado del gobierno, ha considerado que con el voto libre, sobre todo en las pequeñas ciudades, los caciques locales podrían, si les interesa, conseguir que la gente no vote. Al mismo tiempo, hoy sucede algo igualmente perverso: muchos ciudadanos poco politizados van a votar siguiendo orientaciones del cacique de turno si les ofrece alguna recompensa.

El relator Pedro Taques, del Partido Democrático de los Trabajadores (PDT), que estaba a favor de la aprobación del voto facultativo, hizo hincapié en que el rechazo del proyecto de ley indicaría que el Congreso se coloca en una" aptitud paternalista" que considera que el ciudadano “debe ser aún tutelado por alguien más inteligente que él”.

En la trastienda del rechazo al voto libre podría estar también un cierto miedo de los partidos no de izquierdas, que piensan que en el caso en que el voto no sea ya obligatorio, los más organizados y capaces de convencer a la gente a ir a votar serían los de la izquierda.

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El Senado, según los primeros comentarios, ha votado en contra del clamor de la calle en las manifestaciones de junio, en las que la sociedad como un todo se reveló lo suficientemente madura como para tomar sus propias decisiones políticas. Es posible que, a la postre, a los partidos que se han opuesto a conceder ese margen de confianza a los ciudadanos les pueda salir el tiro por la culata.

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